Historia del polémico Puente de la Concordia; sus pros y sus contras

La vialidad, pensada para unir CDMX y Edomex, enfrenta hoy críticas por exclusión peatonal y riesgos estructurales

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Personal con equipo de seguridad realiza labores de mantenimiento en la parte inferior del Puente de la Concordia, utilizando andamios metálicos para acceder a zonas elevadas. En la imagen se observan señalamientos hacia Periférico, Texcoco y Calzada Ignacio Zaragoza, con tránsito restringido en la zona de intervención.
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Zona intervenida del Puente de la Concordia donde se observa un tramo con el concreto removido y varillas de refuerzo expuestas. La imagen fue captada durante el día, muestra parte del barandal de protección del puente y, al fondo, una vista panorámica de viviendas del oriente del Valle de México. Un cono naranja advierte sobre el área en reparación.
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Policías, bomberos y personal de emergencia atienden un incidente sobre el Puente de la Concordia. La imagen muestra patrullas, camiones de carga y transporte público detenidos, así como múltiples elementos de seguridad dispersos sobre los carriles. Al fondo se aprecia el paisaje urbano del oriente de la CDMX bajo cielo parcialmente nublado.
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Vista desde un puente peatonal del flujo vehicular sobre el Puente de la Concordia. En la imagen se observa tráfico mixto —autos particulares, transporte público, camiones de carga— rodeado por una zona comercial urbana con letreros, tiendas y viviendas. El cielo parcialmente despejado enmarca la escena cotidiana del oriente metropolitano.
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Vista aérea del Puente de la Concordia en Ciudad de México, con circulación reactivada tras una explosión de pipa ocurrida el 10 de septiembre de 2025. Se observa el tránsito restablecido en varios niveles del distribuidor vial, mientras áreas verdes y vialidades secundarias muestran huellas de intervención reciente por parte de personal de obras.
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El distribuidor vial conocido como Puente de la Concordia —ubicado en la zona oriente, en la confluencia de Calzada Ignacio Zaragoza con la autopista México-Puebla y la vialidad hacia Texcoco— es, además de una gran obra de concreto,  también es un símbolo de la planificación metropolitana, de los acuerdos (y desencuentros) políticos entre la CDMX y el Estado de México. Inaugurado a finales de 2007 para “hacer concordar” ambas entidades, su historia mezcla promesas de movilidad con costos crecientes, reparaciones constantes y un debate abierto sobre su utilidad real para la población.

La obra fue inaugurada oficialmente en noviembre de 2007 por los entonces jefes de Gobierno de la Ciudad de México, Marcelo Ebrard, y del Estado de México, Enrique Peña Nieto, en un acto que buscaba proyectar coordinación metropolitana. Ambos gobiernos presentaron el distribuidor como una solución conjunta a la congestión vial en la salida oriente del Valle de México, en un contexto de creciente demanda de infraestructura regional y presión política por resultados visibles en movilidad.

Un proyecto pensado para unir (y para acelerar)

Concebido como parte de una estrategia para descongestionar la salida oriente de la Ciudad de México, el distribuidor apuntaba a mejorar la conexión con municipios como Ixtapaluca, Texcoco, Valle de Chalco y Nezahualcóyotl. Su diseño de varios niveles y una extensión total cercana a los 3 mil 700 metros fue pensado para absorber el alto flujo vehicular de la zona y reducir tiempos de traslado.

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Vista aérea del Puente de la Concordia durante un operativo de emergencia, con un helicóptero de la policía aterrizado sobre la vialidad. Se observan varias ambulancias, patrullas y personal de seguridad restringiendo el paso, mientras otros vehículos esperan a distancia. Al fondo se ve la infraestructura urbana del oriente del Valle de México.

A su inauguración, las autoridades lo presentaron como un ejemplo de coordinación metropolitana: una obra de infraestructura con inversión compartida, generación de empleos temporales y solución técnica a un cuello de botella histórico. Sin embargo, desde el primer año, no faltaron los reclamos: sí, había mayor fluidez para automóviles, pero también peores condiciones para peatones, ausencia de cruces seguros y un entorno urbano desigual que permaneció sin resolver.

Pros: lo que sí entregó

Menos congestión vehicular. Para automovilistas y transporte de carga, el distribuidor alivió ciertos tramos conflictivos y abrió rutas alternativas antes inexistentes.

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Conectividad interurbana. Facilitó el tránsito entre la capital y los municipios del oriente, clave para actividades económicas y laborales.

Capacidad estructural. Su diseño multinivel multiplicó la capacidad vial, al menos en el papel.

Contras: lo que generó polémica

Automóvil al centro, ciudadanía al margen. Peatones y ciclistas quedaron relegados: pasos mal diseñados, entornos hostiles y un trazado que priorizó velocidad sobre seguridad.

Altos costos y mantenimiento continuo. La inversión inicial rondó los mil millones de pesos, pero los gastos no terminaron ahí. Requiere intervenciones frecuentes: drenajes, pintura, juntas, e incluso reforzamientos estructurales.

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Fragilidad ante eventos sísmicos. El sismo del 19 de septiembre de 2017 dejó daños visibles: parapetos, neoprenos y juntas de rodamiento afectados. A raíz de esto se realizaron inspecciones y trabajos correctivos en los años siguientes.

Episodios virales e inseguridad percibida. Videos de desprendimientos y materiales sueltos circularon en redes, alimentando la desconfianza vecinal hacia una obra que se supone estratégica.

Impacto urbano negativo. En lugar de revitalizar, el viaducto fragmentó aún más la mancha urbana: ruido, contaminación y una muralla visual que desconecta colonias históricamente articuladas a la Calzada Zaragoza.

El sismo de 2017: punto de quiebre

El temblor de 2017 expuso vulnerabilidades estructurales en múltiples obras del Valle de México, y el Puente de la Concordia no fue la excepción. Los diagnósticos oficiales detectaron afectaciones en elementos de soporte, lo que derivó en rehabilitaciones millonarias entre 2020 y 2021. Aunque las reparaciones mitigaron riesgos, también abrieron interrogantes: ¿Fueron suficientes? ¿Se pudieron evitar si se hubiera aplicado un mantenimiento preventivo desde el inicio?

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Tres narrativas en tensión

El puente concentra hoy tres narrativas en disputa:

  • La oficial: infraestructura que mejora la movilidad y activa la economía.
  • La técnica: una obra que requiere diagnósticos, monitoreo constante y recursos para mantenerse funcional.
  • La ciudadana: un entorno adverso para peatones, con impacto directo en la calidad de vida de las colonias aledañas.

Cada perspectiva tiene fundamentos. Pero el dilema sigue: ¿cuál debe pesar más en la toma de decisiones futuras?

¿Qué falta y qué sigue?

Se necesita claridad sobre contratos, montos y criterios técnicos que definieron las intervenciones.

Más allá del concreto, se requiere repensar el entorno: cruces peatonales funcionales, ciclovías protegidas y transporte público eficiente.

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Se debe abandonar el esquema reactivo y transitar hacia un modelo de mantenimiento permanente con presupuesto asegurado.

Y faltan auditorías vecinales y mesas de trabajo reales para que la ciudadanía tenga voz en el rediseño de su entorno.

El puente de la Concordia nació como solución técnica, pero se convirtió en símbolo urbano de las tensiones entre movilidad, territorio y ciudadanía. Un distribuidor funcional para autos, sí, pero aún pendiente de reconciliarse con el espacio público y las personas que lo habitan.

A pesar de haber sido inaugurado como un proyecto de “concordia” entre gobiernos y como solución de movilidad, el Puente de la Concordia sigue siendo un punto conflictivo en términos de planeación urbana.

El distribuidor vial no cuenta con un sistema de monitoreo estructural permanente, lo que implica que las inspecciones se realizan de forma reactiva o tras reportes ciudadanos, especialmente después de lluvias intensas o eventos sísmicos.

Expertos del Instituto de Ingeniería de la UNAM han advertido que esta carencia representa un riesgo operativo para estructuras complejas como el Puente de la Concordia, especialmente por su ubicación en una zona sísmica activa y de alta densidad vehicular.

El puente conecta con zonas clave como Nezahualcóyotl e Ixtapaluca, municipios que forman parte del corredor laboral más transitado del oriente metropolitano, con un flujo diario estimado de más de 180 mil vehículos, según datos de la Secretaría de Movilidad del Edomex. Esta presión vehicular ha generado que, pese a su diseño de varios niveles, el distribuidor ya no cumpla su promesa inicial de reducción de tiempos, especialmente en horas pico. Reportes indican que los tiempos de traslado matutinos en la zona aumentaron en un promedio de 18% desde 2022.

Este 2025, el Gobierno de la CDMX y el Edomex anunciaron una nueva mesa técnica de movilidad para la zona oriente, que incluye al Puente de la Concordia como punto crítico de atención.

Están trabajando en conjunto para mejorar la movilidad en la zona oriente a través de diversas iniciativas, como la creación de una nueva red de Trolebús que conectará ambas entidades, y la construcción de una nueva línea de Mexibús en Nezahualcóyotl, como parte del Plan Integral de la Zona Oriente. Estos proyectos buscan optimizar el transporte público, reducir los tiempos de traslado, mejorar la seguridad y disminuir la contaminación en esta área de alta densidad poblacional.

Aunque aún no se han revelado planes específicos de intervención, se mencionó la posibilidad de reconfigurar carriles, instalar pasos seguros y evaluar una ciclovía elevada en coordinación con la SEDATU, como parte de un proyecto de reconexión urbana y justicia territorial.

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Helicóptero azul aterrizado sobre el Puente de la Concordia durante un operativo de emergencia. Varios elementos de protección civil, médicos y bomberos rodean a una persona en camilla para su traslado aéreo. La imagen fue captada en plena vialidad cerrada, con montañas visibles al fondo y cielo nublado.

Tras la explosión de una pipa de gas este 10 de septiembre, el Gobierno de la CDMX confirmó que la circulación en el Puente de la Concordia fue reanudada este jueves. Durante la madrugada se realizaron trabajos de remoción, limpieza, reencarpetamiento y revisión técnica. La vialidad opera con normalidad, pero seguirá bajo monitoreo estructural y operativo en las próximas semanas.

¿Vives o trabajas cerca del Puente de la Concordia? Cuéntanos cómo ha cambiado tu movilidad.

¿Qué soluciones urgentes propondrías para mejorar la movilidad en la zona oriente?

«pdg»