Parte de la historia
Desde que era joven me aficioné al golf. Recuerdo que, cuando Cablevisión llegó a mi vida, también lo hizo ESPN, que entre los pocos eventos deportivos que pasaba en vivo eran algunos torneos, como los del Champions Tour; además de que en las grandes cadenas ...
Desde que era joven me aficioné al golf. Recuerdo que, cuando Cablevisión llegó a mi vida, también lo hizo ESPN, que entre los pocos eventos deportivos que pasaba en vivo eran algunos torneos, como los del Champions Tour; además de que en las grandes cadenas transmitían los mejores torneos de la PGA, obviamente, incluyendo el Masters.
A diferencia de lo que les sucede a muchas personas que lo consideran un deporte muy aburrido, a mí me atrapó fácilmente desde que lo empecé a ver. Poco a poco me fui adentrando en las reglas, y conociendo tanto a los mejores jugadores del momento, como a las leyendas del golf.
Fui desarrollando mi gusto, y en Greg Norman encontré a mi jugador favorito, El Tiburón Blanco fue un factor fundamental para que mi afición creciera y, de paso, ganó en dos ocasiones el Open Británico.
También admiraba a otros golfistas, entre los que se encontraban algunos veteranos que, aunque ya habían tenido sus mejores años, seguían dando batalla a las nuevas generaciones, uno en particular fue el extraordinario Jack Nicklaus que, tras seis temporadas sin ganar un major, se coronó en Augusta de 1986 a los 46 años.
El Oso Dorado era el jugador que más títulos había logrado en los cuatro torneos de mayor relevancia, y que era parte de un club selecto de golfistas que había logrado ganar al menos en una ocasión el Masters, el US Open, el PGA Championship y el British Open.
Pasaron muchos para que otro nombre se agregara a ese grupo de leyendas. Fue Tiger Woods quien lo consiguió en el año 2000 y, de paso, se transformó en el gran heredero de las glorias de Nicklaus. Me pareció increíble que, con tantos años que se han disputado los grandes torneos, únicamente cinco habían logrado el llamado Grand Slam. Un hombre que siempre pareció el indicado para sumarse a la lista fue Rory McIlroy. El norirlandés fue un prodigio que llegó muy joven al circuito profesional y que enseñó su talento.
Cuando en 2014 ganó el Abierto Británico, a los 25 años, se consideraba una formalidad que llegaría a sumarse al club. Únicamente le faltaba el Masters, que ya había tenido al alcance de sus manos, pero que había sido elusivo. Los años empezaron a pasar, y la chaqueta verde no se sumaba a todos los múltiples torneos que había obtenido.
Ese momento de gloria por fin llegó el domingo. A pesar de que se complicó la victoria, cometiendo errores en su última ronda, que contrarrestaban los espectaculares tiros que también logró durante 18 hoyos.
Cuando falló un putt sencillo en el último hoyo, los fantasmas de torneos perdidos comenzaron a rondar en el Augusta National. Por fortuna para Rory, la historia esta vez fue diferente, mantuvo la calma y en el desempate se quedó con el torneo. Años de frustraciones llegaron a su fin y McIlroy ya es parte de la historia al estar ligado al club del Grand Slam.
