El Ángel de la perfección

César Leonardo Faz cursaba la secundaria en San Antonio, Texas, y en una de sus clases de matemáticas, el profesor, sorprendido, le tenía un mensaje: “Rogers Hornsby desea hablar contigo”. Hornsby, la superestrella de Grandes Ligas y miembro del Salón de la Fama, ...

César Leonardo Faz cursaba la secundaria en San Antonio, Texas, y en una de sus clases de matemáticas, el profesor, sorprendido, le tenía un mensaje: “Rogers Hornsby desea hablar contigo”.

Hornsby, la superestrella de Grandes Ligas y miembro del Salón de la Fama, convertido en el manager de los Cafés de San Luis, conocía a Faz, debido a su trabajo como bat boy de los Misioneros de San Antonio, que era sucursal de los Cafés en la Liga de Texas.

En la primavera, la novena de San Luis realizó su pretemporada en San Antonio. César L. Faz, en su actividad como bat boy, atendió a los jugadores y cuerpo técnico. Aprovechó esa relación con los elementos de Grandes Ligas para absorber todos los conocimientos sobre el beisbol, debido a la ventaja de tener acceso a las charlas técnicas.

El joven mexicoestadunidense jamás imaginó que esos conocimientos serían clave en Monterrey, donde llegó unos años después para radicar junto a su familia. Faz se encontró en la Sultana de Norte con un proyecto de beisbol para entrenar niños, a quienes seleccionó por medio de visorías hasta formar al equipo de la Liga Industrial de Monterrey, el cual obtuvo por primera vez la posibilidad de participar en el programa de Ligas Pequeñas de Williamsport en 1957.

Ángel Macías, la gran estrella del equipo infantil, era capaz de lanzar con ambos brazos. También era ambidiestro a la hora de pararse en la caja de bateo. César L. Faz había encontrado en ese niño, unas facultades extraordinarias para triunfar en la loma. Sólo le recomendó entrenar un cambio de velocidad para incluirlo en su ya sólido repertorio. Luego de un tiempo para perfeccionarlo, el éxito fue inmediato.

El representativo mexicano venció a cada uno de sus rivales en suelo estadunidense, en juegos de vida o muerte, su increíble historia alcanzó el momento cumbre al disputar el título frente al equipo de La Mesa, California. Ángel Macías fue el mejor pitcher del torneo en Williamsport. Ganó cinco juegos, conectó tres jonrones y lanzó un juego perfecto en la final, durante las seis entradas reglamentarias. De los 18 bateadores que retiró, ninguno logró sacar la pelota del cuadro y ponchó a 11 bateadores en la victoria de Monterrey 4-0.

Entonces llegó el impacto mundial con las visitas a la Casa Blanca, a los Dodgers en su último año en Brooklyn y el recibimiento de película a su regreso. Todos querían conocer a los Pequeños Gigantes. Para el juego perfecto, César Leonardo Faz encontró a su Ángel de la loma. Ambos, junto al resto de aquel glorioso equipo, protagonizaron uno de los episodios más memorables del deporte en México, coronado aquel viernes 23 de agosto de 1957.

Hoy, a 68 años de la hazaña, el recuerdo se mantiene vivo.

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