Alejandro Preve Castro, filántropo
Amaba el ajedrez y lo amaba tanto que el físico de la UNAM Alejandro Preve Castro quiso compartirlo con todos como una expresión de alegría, de felicidad, de respeto, de noble ludismo. Dio su tiempo, su energía y su dinero, a cambio de nada, de ninguna retribución ...
Amaba el ajedrez y lo amaba tanto que el físico de la UNAM Alejandro Preve Castro quiso compartirlo con todos como una expresión de alegría, de felicidad, de respeto, de noble ludismo. Dio su tiempo, su energía y su dinero, a cambio de nada, de ninguna retribución económica, sólo por el placer de servir como el acólito más devoto y fiel en el templo de la diosa Caissa. En verdad, fue un filántropo. En la década de los 80 tuvo una idea y la materializó. Sin duda, la mayoría de los ajedrecistas yucatecos y mexicanos conocían el talento del meridano Carlos Torre Repetto y el mundo entero apreciaba con admiración la famosa Lanzadera o el Molino, aquella combinación con la que derrotó al excampeón mundial Emanuel Lásker, de Alemania, perpetuada en libros como modelo de ataque. Se conocía el gran interés del célebre Alexander Alekhine, quien desde París seguía las partidas de Torre Repetto en el Torneo de Moscú de 1925 donde el peninsular empató además con José Rául Capablanca en una partida que condujo con dos peones menos. Y no menos cierto es que el ajedrez de Rusia valora las ideas que Torre Repetto divulgó en el libro Desarrollo de la habilidad en el ajedrez como consta en el libro Gari Kaspárov, escrito por el maestro M. Yudovich, editorial Raduga 1988. Medio siglo después que Torre Repetto cruzara fugaz y dejara brillante estela en el firmamento escaqueado Preve Castro organizó un torneo modesto con el nombre del ilustre maestro a manera de homenaje y actualización de su imagen. El certamen alcanzó relevancia, cruzó las fronteras de América y Europa, maduró y se convirtió en una competencia de referencia internacional por su alta calidad y organización. Pero aún más que eso porque Alejandro brindó su amistad a los grandes maestros del tablero, porque los hizo sentir como en casa, como en familia, bajo el emblemático Gens una sumus de la FIDE.
Campeones, algunos, fueron Roberto Martín del Campo, Marcel Sisniega, Gilberto Hernández, Vasili Ivanchuk, Leinier Domínguez, Jesús Nogueiras, Lázaro Bruzón, Valeri Filípov, Anthony Miles, Gildardo García, Alexander Onischuk. En esa atmósfera Víktor Korchnói sostuvo un match contra Gilberto Hernández y en esa corriente ajedrecística jugaron en Mérida Viswanathan Anand, Judit Polgár, Shírov.
En los 90 organizó en Mérida el Campeonato Latinoamericano. Fundó con el cubano mexicano Ramón Huerta Sorís la Escuela de Alto Rendimiento de Ajedrez de Yucatán y el Sureste (Edarays). De ese esfuerzo, una década después, surgieron el gran maestro Manuel León Hoyos y el MI Luis Ibarra Chami. En el 90 y principios de siglo los yucatecos se distinguieron en la Olimpiada Infantil y Juvenil de Conade.
Al igual que Alfredo Checa, organizador del Interzonal de Monte-Taxco 1985, fue mecenas de ajedrecistas nacionales y de otros países. Fue invitado especial del Capablanca In Memoriam.
En el 2010 falleció su señora madre. Poco después, en ese año, sufrió un derrame cerebral. El jueves anterior Alejandro Preve Castro (23-04-1948 – 08-10-2015) desapareció físicamente. Lo recordaremos por siempre como una persona bondadosa, noble, afable de gran sencillez y extraordinario dinamismo; ligero de equipaje, lector y espíritu afín con las ideas de Anthony de Mello.
El ajedrez mexicano está de luto.
A sus familiares y amigos, una pronta resignación.
