¿Cuál fue la primera cantina de la CDMX? Conoce “El Nivel”
Descubre la historia de “El Nivel”, la primera cantina de la CDMX, sus inicios y su impacto en la cultura mexicana.

Una parte fundamental de la cultura de la CDMX, son las cantinas. Estos establecimientos van mucho más allá de ser un espacio donde se ofrecen bebidas, botana y en ocasiones, alimentos. Las cantinas marcaron un antes y un después en la vida de muchas personas, ya que estos espacios eran mucho más que un lugar para pasar el rato.
En el corazón del Centro Histórico de la Ciudad de México existió un establecimiento que marcó un antes y un después en la historia de la vida social y cultural del país: la cantina “El Nivel”, considerada la más antigua de la capital y, posiblemente, de todo México.
La primera cantina de la CDMX
Fundada en 1857, este lugar no solo vendía bebidas alcohólicas, sino que también ofrecía un espacio para el intercambio de ideas, la bohemia y la política. “El Nivel” fue inaugurada frente al Palacio Nacional, en la esquina de las calles Moneda y Corregidora, una ubicación estratégica que la convirtió en punto de encuentro para funcionarios, intelectuales y personajes públicos.
Durante la segunda mitad del siglo XIX, las cantinas no eran vistas como simples expendios de alcohol. Eran sitios donde los hombres (pues en esa época estaba prohibida la entrada a mujeres) podían discutir temas de interés nacional, leer el periódico, o simplemente refugiarse del ajetreo de la ciudad.
En ese contexto, “El Nivel” ofreció un ambiente que combinaba lo elegante y lo popular, lo académico y lo mundano. Además de su antigüedad, otro rasgo que distinguió a “El Nivel” fue su conexión con la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
El local fue propiedad de la universidad por décadas, lo que permitió que mantuviera una orientación más cultural que comercial. En muchos sentidos, la cantina funcionó también como una extensión del mundo académico, especialmente para estudiantes y profesores de Derecho y Filosofía, facultades ubicadas a unas cuadras de distancia.

Cantina “El Nivel”
La relevancia de “El Nivel” va más allá de ser la primera cantina formalmente reconocida en la capital. Se convirtió en un centro neurálgico de la vida pública y bohemia del país. Por sus mesas pasaron figuras como José Vasconcelos, Diego Rivera, Frida Kahlo, y David Alfaro Siqueiros, quienes discutieron ideas que transformarían el arte y la política mexicana del siglo XX.
También fue un lugar frecuentado por periodistas, abogados, políticos y poetas, quienes encontraban en sus paredes un espacio libre de censura y de protocolos. Allí podían debatir sobre el rumbo del país, sobre las reformas agrarias, sobre los movimientos obreros, o sobre las últimas noticias del extranjero. Era, en muchos sentidos, un bar académico antes de que esa categoría existiera.
La cantina se destacaba por sus reglas no escritas: los clientes habituales conocían códigos de conducta que iban desde la forma correcta de pedir una bebida hasta la manera en que se compartía la mesa con desconocidos. Además, su decoración sobria, con madera oscura, espejos antiguos y fotografías en blanco y negro, le daba una atmósfera atemporal.
Otra característica notable era su menú tradicional de botanas, muchas de ellas servidas gratuitamente con la bebida: caldo de camarón, lentejas, molletes y chicharrón en salsa verde. Estas comidas sencillas, pero bien preparadas, eran parte esencial de la experiencia cantinera y reforzaban el lazo entre el comensal y el lugar.
El respeto al tiempo, el lenguaje y la discusión civilizada formaban parte del espíritu de “El Nivel”. En una ciudad que cambiaba constantemente, esta cantina fue por más de 150 años un punto fijo en la memoria colectiva de varias generaciones.

¿Por qué cerró la cantina “El Nivel”?
A pesar de su historia y prestigio, “El Nivel” cerró sus puertas en febrero de 2008, causando indignación entre historiadores, universitarios y amantes del Centro Histórico. El motivo del cierre fue una decisión administrativa de la UNAM, propietaria del edificio, que optó por rescatar el inmueble para otros fines académicos.
Según declaraciones de representantes universitarios, el objetivo era transformar el local en una librería o centro cultural, en concordancia con las funciones sustantivas de la institución. Sin embargo, esta acción fue vista por muchos como una pérdida irreparable del patrimonio intangible de la ciudad.
Diversas voces del ámbito cultural lamentaron el cierre, considerando que la cantina formaba parte de la historia de México, tanto como cualquier biblioteca o museo. “El Nivel” no era solo un bar; era un testigo silencioso de debates ideológicos, cambios sociales y momentos históricos clave del país.
Tras su cierre, el lugar fue restaurado y transformado en un espacio cultural universitario, aunque sin la vida y el bullicio que caracterizó al antiguo establecimiento. Algunos intentos de reabrirla como cantina histórica han circulado en medios, pero hasta la fecha, “El Nivel” permanece en la memoria colectiva más que en la realidad tangible.

Aunque “El Nivel” ya no existe como cantina, su legado vive en otros establecimientos históricos que han sabido mantener el alma de la tradición cantinera. Algunos de ellos son:
- La Ópera: ubicada en la calle 5 de Mayo, es famosa por su lujoso techo estilo francés y por tener un agujero de bala atribuido a Pancho Villa.
- Salón España: fundado en 1918, este lugar mantiene la esencia del porfiriato, con mesas de mármol y piso ajedrezado.
- Cantina Tío Pepe: considerada una de las más antiguas de la ciudad aún en operación, conserva una decoración clásica con espejos y madera oscura.
- El Gallo de Oro: conocida por sus botanas generosas y su clientela fiel, es otra de las cantinas emblemáticas del centro capitalino.
Estas cantinas han sabido resistir el paso del tiempo, adaptándose a nuevas generaciones sin perder su identidad. En ellas persiste la filosofía de la charla larga, la comida casera, el trago lento y la compañía de siempre. En su ambiente se respira aún algo del espíritu de “El Nivel”.
El auge reciente de los recorridos turísticos por cantinas del Centro Histórico ha permitido que más personas conozcan la importancia de estos espacios como parte del patrimonio cultural inmaterial de la CDMX.
La historia de “El Nivel” es, en muchos sentidos, la historia de la transformación de la Ciudad de México y de su gente. Aunque sus puertas se cerraron físicamente en 2008, “El Nivel” sigue siendo un símbolo de lo que una cantina puede representar, su legado perdura en cada conversación compartida en las cantinas que siguen su ejemplo.
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