Elecciones y fut
El intenso periodo electoral que definirá una enorme cantidad de puestos de poder, incluido el de Presidente de México, prácticamente termina mañana, ya que, ¡por fin!, empieza el campeonato Mundial de Futbol. ¿Y si perdemos?
ANTECEDENTES…
No existen estudios que puedan afirmar que en el pasado político electoral coincidente con la celebración del Mundial de Futbol los resultados de la Selección Mexicana hayan influido en el ánimo electoral a la hora de elegir al Presidente de la República Mexicana, sin embargo, encuentro ciertos climas emocionales que bien podrían haber influido y, por lo tanto, volver a hacerlo el próximo 1 de julio. El campeonato Mundial de Futbol y el tiempo electoral de la campaña presidencial en México ya ha coincidido cuatro veces antes: En el 70, el 82, el 94 y el 2006. El del 82 podemos borrarlo de este análisis, pues México no logró inscribirse en el Mundial de España y Miguel de la Madrid ganó con carro completo, pero en tres de esos periodos electorales, el que correspondió a la elección de Luis Echeverría Álvarez, del PRI, que coincidió con la celebración del campeonato en territorio nacional, el de 1994, que fue el tremendo año del asesinato del candidato del PRI, Luis Donaldo Colosio, y de la irrupción del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN); y el del 2006, cuando Felipe Calderón ganó por un pelito a Andrés Manuel López Obrador, los procesos, obviamente, se dieron bajo claros tenores emocionales que, finalmente, terminaron por influir tangencialmente en la gente, aunque sin alterar los resultados electorales finales. En 1970, el clima emocional era de alegría y celebración, la hermandad entre miembros de diferentes naciones era evidente y el mexicano, hospitalario por naturaleza, se esforzaba por dar su mejor cara ante los visitantes de otras partes del mundo. La imagen de esa magna fiesta internacional se permeó hacia el gobierno priista como artífice del logro que brindaba a todos los mexicanos ese orgullo y satisfacción, justo después de los Juegos Olímpicos del 68, así que, no obstante los antecedentes de la represión del movimiento del 68, la victoria de Echeverría fue incuestionable. Eran tiempos en los que los mexicanos no sentíamos bien chingones.
LA IMPORTANCIA DEL MIEDO…
En el 94 fue la otra cara de la moneda. El EZLN nos hizo creer que la estabilidad del país estaba en juego y que el misterioso personaje del subcomandante Marcos era un peligro para México. La tesis de la inestabilidad se vio reforzada cuando el 24 de marzo de ese año, en plena campaña para la Presidencia de la República, Colosio fue asesinado, trayendo consigo entre sospechas, enconos, desapariciones políticas, brujas y videntes, el sentimiento del miedo entre la población. Ernesto Zedillo pasaba por ahí, era el coordinador de campaña, cuando, de pronto, le cayó del cielo una candidatura que no buscó y mucho menos quería. La gente estaba resentida con el PRI por la caída del sistema que había arrebatado el triunfo a Cuauhtémoc Cárdenas seis años antes, así que podía suponerse que el perredista esta vez ganaría, pero no fue así. Al final de cuentas, el sentimiento del miedo prevaleció sobre el riesgo de cambiar de partido en el poder a la mitad de una crisis político-social, y entonces el PRI volvió a ganar bajo el lema de “Él sí sabe cómo hacerlo”.
EN TIEMPOS DE AMLO…
Hoy vivimos tiempos diferentes en los que la ignorancia, el enojo y el miedo prevalecen y se muestran abiertamente en las redes sociales, al mismo tiempo que la Selección Nacional no muestra aptitudes de poder pasar a octavos de final. La afición sabe, y lo manifiesta en las encuestas, que los resultados de los tres primeros partidos de México en el Mundial están en duda, así que sus probables derrotas decididamente influirían en el ánimo electoral. Si México ganara, la alegría que la gente sentiría sería como aire fresco para José Antonio Meade, el gobierno no sería tan mal visto y hasta Peña Nieto podría tomarse un suspiro; ¡ah!, pero si pierde, la humillación y el enojo por la derrota, sumado al encono que la gente ya trae de por sí, se traducirían en un efecto catártico de consecuencias devastadoras para el candidato del PRI, que ignoraría a Ricardo Anaya al encontrarse desubicado en el contexto panbolero y, decididamente, reforzaría el deseo de cambio cristalizado en la figura de Andrés Manuel López Obrador. No deja de ser una hipótesis, lo sé, pero nada alejada de una realidad posible y sumamente probable. Ya lo veremos. Falta poco.
