Mañaneras descafeinadas
Los 100 compromisos establecidos nos permiten darnos cuenta que es más de lo mismo
Se acabó la fiesta inaugural, solemne promesa de “cumplir y hacer cumplir la Constitución y todas sus leyes”, seguida de una lista interminable de proyectos que nos llevarán al Paraíso, junto con elogios desmedidos, felicitaciones y agradecimientos al que ya no es, todo en presencia de la maestra Ifigenia Navarrete quien, por su debilidad, ya no pudo decir el mensaje que hubiera cimbrado a todos. Ceremonia seguida de fiesta, vivas, porras, acarreados, banderitas y muñecos, Mexiquito lindo y querido.
Basta hacer un vistazo a los 100 compromisos que estableció la señora Presidenta para darnos cuenta de que es más de lo mismo: “Garantizaremos todas las libertades de expresión”, cuando la agresión a los comunicadores es más grave que nunca. “La política exterior seguirá los principios constitucionales”, aunque acepta la amistad de los dictadores de Latinoamérica y ataca a Estados Unidos y España. “Encabezaremos un gobierno honesto, honrado, sin nepotismo, corrupción e impunidad”, cuando dentro del gabinete siguen presentes los mejores exponentes de nepotismo y corrupción. Y así podemos seguir: “No va a aumentar la gasolina ni el diésel ni la electricidad ni el gas doméstico. No van a regresar los gasolinazos”, lo que suena como una cartita a Santa Clos. Más promesas, la doctorada en Berkeley afirma: “Continuará el modelo educativo de la Nueva Escuela Mexicana y los libros de texto gratuitos”, que adoctrinará a los niños en marxismo estúpido. Éstas y otras promesas hablan de la falta de congruencia del “segundo piso de la 4T”, que ignora que el “primer piso” quedó deshecho.
Inició el nuevo gobierno, en un intento de perpetuar las costumbres, la señora Presidenta decidió que ella también tendrá “mañaneras”, en donde dará cuenta de lo que ocurre y ocurrirá en su mandato.
Y ya en el podio, la señora Presidenta quiere alzar la voz, aunque su lenguaje corporal la traiciona: su voz suena débil, aunque quiere aparentar fuerza; sus gestos no son compatibles con sus palabras; habla de conciliación y de inmediato cambia y decide no recibir ni hablar con la titular del Poder Judicial; habla de relaciones internacionales, pero vuelve a exigir a España las “disculpas” por lo ocurrido en hace 500 años; finalmente, decide que el embajador de Estados Unidos ya no irá a Palacio, ¡vaya conciliación!
Después del ciclón de Acapulco, ella ofreció ir allá y conversar con los damnificados, pero sólo montó en su camioneta y recorrió las calles acapulqueñas sin ver ni hablar con un solo acapulqueño damnificado.
Y frente a la monumental crisis de Chilpancingo, una mañanera más, en la que delineó, junto con Omar García Harfuch, la “estrategia de seguridad”, refrito ya conocido, que incluye coordinación con el gabinete, atención a los 10 municipios más dañados, combate a la extorsión, etcétera, o sea más de lo mismo; ya no habló de “abrazos, no balazos”, pero volvió a mencionar los fracasos de Calderón, ignorando los 200 mil muertos del sexenio pasado.
En estas mañaneras desangeladas, la señora Presidenta desconoce uno de los más graves problemas: el conflicto con el Poder Judicial; dijo que ignoraba la reunión de Gerardo Fernández Noroña con Norma Piña para tratar de solucionar el impasse judicial, No se dio cuenta de que la siniestra maniobra está hecha para favorecer a Fernández Noroña y hacerla a un lado. Como respuesta, la señora Presidenta ignoró la amenaza del Senador y afirmó que no va a recibir a Norma Piña.
Muchos mexicanos desearíamos que la Presidencia, en manos de una mujer fuera exitosa, pero “lo que Natura non da, Salamanca non lo presta”, dice el refrán, o como señalan los evangelios (san Mateo): “no se pueden lograr uvas de los espinos o higos de las zarzas”.
Frente a este panorama los ciudadanos debemos reaccionar; la oposición no existe, los partidos políticos tampoco, tendrán que surgir nuevos líderes congruentes y positivos que encaucen los anhelos de los ciudadanos para reconstruir al país.
