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Tumba en vida para El Chapo

Pascal Beltrán del Río

Pascal Beltrán del Río

Bitácora del director

Inaugurada hace un cuarto de siglo, la cárcel de máxima seguridad de Florence, Colorado, ha sido descrita por uno de sus exalcaides, Robert Hood, como “una versión limpia del infierno”.

“En nuestro sistema penitenciario, tenemos 114 centros de reclusión, pero hay una sola prisión de máxima seguridad”, explicó el funcionario, en una entrevista con la cadena CBS en 2007. “Florence es como el Harvard del sistema carcelario”.

A esa “tumba en vida”, como también ha sido descrita la cárcel, podría ser enviado El Chapo Guzmán, una vez que reciba su sentencia –cadena perpetua, necesariamente– el próximo 25 de junio.

Florence tiene distintos niveles de seguridad, pero en su zona más restrictiva los internos están encerrados 23 horas al día, en una celda que es del tamaño de un baño, donde todos los muebles son de cemento. La única luz del sol que les llega se cuela por una rendija algunas horas al día. Cuando el estado del tiempo lo permite, los llevan a una celda sin techo donde sólo alcanzan a ver el cielo.

Entre el medio millar de presos en Florence, hay varias celebridades del mundo criminal. Para llegar a esa cárcel, hay que haberse graduado de la escuela del delito. Ahí se encuentran, encerrados de por vida, el terrorista francés Zacarias Moussaoui, miembro de la red Al Qaeda, uno de los organizadores de los atentados del 11 de septiembre de 2001; Theodore Kaczynski, el llamado Unabomber, quien, durante dos décadas, mantuvo atemorizadas las comunidades académicas y de negocios de Estados Unidos, a las que enviaba paquetes bomba; Terry Nichols, uno de los conspiradores detrás del bombazo de Oklahoma City, en 1995, y Dzhokhar Tsárnayev, el joven de origen kirguiso quien mató a tres personas e hirió a 280 cuando hizo estallar explosivos durante el maratón de Boston hace seis años (este último está condenado a muerte y en espera de ser ejecutado).

Uno de sus exinternos es Juan García Ábrego, exlíder del Cártel del Golfo, capturado en 1996 y deportado a Estados Unidos –tenía doble nacionalidad– antes de que México comenzara a extraditar a ciudadanos mexicanos para ser juzgados en aquel país. De acuerdo con el localizador de presos del Departamento de Justicia, García Ábrego está recluido actualmente en la cárcel de alta seguridad de Hazelton, en Virginia Occidental. 

Quienes son asignados al área H de la prisión –la de confinamiento especial– no tienen contacto con otros prisioneros, lo cual les genera severos problemas sicológicos, de acuerdo con una investigación que realizó la organización Amnistía Internacional en 2014. Incluso los alimentos son servidos dentro de la celda.

“Ahí, el encierro te destruye la sique”, describió Garrett Linderman, un ladrón de bancos que estuvo recluido un tiempo en Florence.

Frecuentemente hay huelgas de hambre entre los internos, pero las autoridades las enfrentan con alimentación forzada. Desde que la cárcel abrió sus puertas en 1994, seis internos se han suicidado. Uno de ellos fue Lawrence Klaker, quien era conocido como El Escapista por su habilidad para evadirse de distintos centros penitenciarios.

Otro experto en escapar de prisión, el exsargento de la Fuerza Aérea Richard McNair, describió al periodista canadiense Byron Christopher cómo es la vida en la llamada Alcatraz de las Rocallosas.

En una serie de cartas, McNair relató a Christopher que la incomunicación lleva a muchos internos a gritar desde sus celdas durante horas.

“Es muy triste”, dice en una de las cartas que se transcriben en el libro de Christopher, publicado en 2013. “He escuchado cómo uno de esos tipos pierde la cabeza. Pasó de ser un individuo funcional a escuchar voces. Dice que alguien le habla. Él es uno de esos supremacistas blancos”.

Como El Chapo Guzmán, McNair se escapó dos veces de prisión. Primero, en 1992, de una cárcel estatal en Dakota del Norte. Fue recapturado un año después y enviado a una prisión federal en Luisiana, de la que también se escapó en 2006. Esa vez, muy al estilo del narcotraficante mexicano, McNair salió subrepticiamente de la cárcel escondido en el carrito del correo. Su caso apareció en el programa de televisión America’s Most Wanted. En octubre de 2007, fue recapturado en Canadá.

Por su historial, el preso fue enviado a la cárcel de máxima seguridad en Florence. Desde entonces está en reclusión solitaria, sin acceso a internet.

“Nadie ha escapado nunca de esta prisión”, escribe Christopher. “Y dudo que alguien alguna vez lo haga”.

 

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