Vicios del amor IX. Perfidia

• La perfidia es tan mala que no tiene cura, quien comete una traición es mejor dejarle en el exilio.

La lealtad puede decirse que es el camino 

más corto entre dos corazones. 

José Ortega y Gasset 

 La RAE define perfidia como deslealtad, traición o quebrantamiento de la fe debida. La deslealtad es faltar a lo legal del comportamiento comprometido, a la verdad y a la realidad. La perfidia es esa maldad corrosiva, permanentemente amenazante... Si los demás vicios del amor son la agonía, la perfidia es la muerte, quizá, porque en ella se engloba la perversidad atrevida y voluntaria, la mentira calificada, el sarcasmo hiriente y, por supuesto, la traición maquiavélica de quien desea con férrea voluntad destruir al otro. La perfidia es una traición intencionada. 

 Es un acto de maldad cometido por una persona manipuladora, falsa y con mala fe. No hay un solo acto que les defina, pero sí una conducta clave: son quienes se aprovechan de una relación estrecha con alguien y actúan en su contra, con engaño y profundo desprecio. La perfidia o la traición se da en todos los ámbitos de nuestra vida, sin embargo, lacera mucho más entre personas de nuestra máxima confianza, y en las que se han planteado ciertas normas o términos de convivencia, respeto y libertad. 

La perfidia es tan mala que no tiene cura, quien comete una traición es mejor dejarle en el exilio. Son personas que disfrutan con el daño que causan, suelen tener un aspecto de claro narcisismo, son ésas que esconden el placer del engaño, de la aventura que supone hablar y actuar a las espaldas del otro, ésas que... le culpan a uno de su proceder. Son camaleónicas, adaptativas al entorno de sus víctimas, únicamente con la intención de encontrar ese punto débil, esa herida abierta, ese espacio de aprovechamiento de la bondad del otro. Son oportunistas, inhumanas, egoístas, sin normas, sin principios, ni valores, ni control... son ésas que al verse descubiertas insisten en su inocencia, son una especie de sociópatas que creen que todos están ahí para saciar sus necesidades. No, no tienen enmienda ni remedio ni corrección... aunque se los digan mil veces, mil más seguirán cayendo en esa esencia letal. Lo mejor es alejarse, no merecen ni lucha ni combate... merecen su silencio, su partida y su fiel indiferencia. 

Créame, la lealtad es uno de los grandes valores que exige el buen trato. La lealtad es la verdad del otro en consonancia con la verdad de uno mismo, es la seguridad, la confianza y el compromiso mutuo de respeto y protección. No necesita ni siquiera de un vínculo cercano... la lealtad existe a pesar de que los caminos de dos o más personas se bifurquen. La lealtad encierra una calidad humana invaluable que es conocer la parte más vulnerable del otro y protegerla siempre y a toda costa, es esa persona que siempre está a pesar de las circunstancias. La lealtad es un valor personal, que se manifiesta en las buenas esencias humanas, ésas que tienen la claridad mental y la madurez emocional para respetar al otro, ésas que saben comunicarse y buscar negociar frente a las dificultades encontrando soluciones en intereses comunes y no en las diferencias. Por eso hoy le invito a ser leal con la gente que ama, a poner el ejemplo de humanidad que todos necesitamos, a respetar la esencia del otro y también a protegerse de quienes no le hacen bien a su vida. Todos merecemos un espacio seguro en el cual desarrollarnos, ningún vínculo exige una existencia que resulte absurda e innecesaria. 

El único blindaje para la perfidia es la confianza y la seguridad en uno mismo, es conocer nuestra propia valía y defender nuestros principios y valores. Que el otro sea una ser despreciable no es su responsabilidad, ni tampoco es su deber sanarle. La vida que uno desea implica conocimiento, valentía y límites claros. 

Los buenos amores, amigos, compañías, sociedades y pactos se respetan, se protegen y se cuidan, quienes no estén a la altura de esa excelencia retírelos si irrumpen en su evolución. Sea selectivo con quién decide compartir su vida y a quienes desea en ella. No permita que las emociones, los comentarios o los juicios ajenos nublen su versión de los hechos ni mucho menos su sentir, sea claro y elija. La vida es superior a lo esperado si sabemos elegir a las personas correctas para vivirla. Como siempre, usted elige. 

¡Felices amores, felices vidas! 

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