Bellas de noche

Recuerdo muy bien los años de mi infancia en que llegaban cuatro o cinco periódicos diferentes a las casas. La sección de espectáculos era motivo de incomodidad para los papás, pues en sus páginas aparecían los grandes anuncios de los cabarets donde se presentaban ...

Recuerdo muy bien los años de mi infancia en que llegaban cuatro o cinco periódicos diferentes a las casas. La sección de espectáculos era motivo de incomodidad para los papás, pues en sus páginas aparecían los grandes anuncios de los cabarets donde se presentaban las espectaculares vedettes de la época. Con sus cuerpos perfectos, anchas caderas, torneadas piernas y generosos senos, enfundadas en lentejuelas, encajes, plumas y pedrería, que se remataban con gigantescos tocados, formaron parte de una época inolvidable de la agitada vida nocturna de la Ciudad de México.

Hoy, algunas de esas vedettes que causaron furor en los setenta son visitadas por la directora María José Cuevas en el muy premiado documental Bellas de noche, que se podrá ver desde este viernes en el exDF y algunas ciudades del país. Olga Breeskin, Lyn May, la Princesa Yamal, Wanda Seux y Rossy Mendoza se desnudan ante la cámara, pero de una manera muy distinta a como lo hicieron hace casi 40 años. En sus conversaciones con María José Cuevas, cada una va presentándose tal y como es hoy, desnudando el alma. Un honesto viaje hacia su pasado de luminarias, en el que la puerta es su presente de luchadoras.

Si algo puede decirse de todas hoy, a través de Bellas de noche, es que han tomado la vida por los cuernos. El paso del tiempo a todos nos pasa la factura. Reinventarse podría sonar a cliché, pero es lo que han hecho estas cinco mujeres que de ser unas jovencitas de cuerpos y rostros perfectos y firmes, hoy transitan los sesenta y setenta luchando por mantener el ánimo, la dignidad, la belleza. Todas admiten, con una particular honestidad, que lo tuvieron todo, que les pasó de todo, y que hoy la vida es terriblemente difícil para ellas. No por ello dejan de sonreír, pegar la pestaña y ajustar la peluca; hoy son su propia porra, su club de admiradores. Han sido felices, pero también han sufrido y están orgullosas de sus pasados e ilusionadas por lo que les depare la vida. La cárcel, la enfermedad, las adicciones, el abandono, y hasta el encuentro con Cristo, también forman parte de sus biografías.

Aduladas, consentidas, veneradas. Sus nombres brillaban en las marquesinas de los centros nocturnos más conocidos de México. Causaban escándalo en las portadas de las revistas, se codeaban con políticos y empresarios poderosos de nuestro país. Coches, casas, joyas, viajes, fiestas, programas de televisión y entrevistas. Aves nocturnas con horarios invertidos, que trabajaban cuando la mayoría dormíamos, que despertaban a la hora de la comida, que vivían a dieta, hacían ejercicio, gastaban fortunas en aparatosos vestuarios. Bailaban, cantaban, eran las reinas de la farándula, pero todo, todo, se acaba.

No le doy detalles de lo que cada una comparte, pues Bellas de noche es un documental muy bien contado que hay que ver. María José Cuevas muestra ser muy hábil para, con sensibilidad, explorar la intimidad de estas cinco mujeres que parecen decir “aquí estamos y estaremos”.

Muy recomendable.

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