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Su único recurso es el insulto

Leo Zuckermann

Leo Zuckermann

Juegos de poder

Dicen que respetan a los que piensan diferente que ellos, que quieren debatir, pero a la primera de cambios comienzan con los insultos. En eso sí son expertos. Así no hay debate posible.

El fin de semana, recibí un mensaje de texto de Miguel Ángel Luna, coordinador de Comunicación Social de la Cámara de Diputados. Amablemente me invitó a una reunión de los Foros de la Reforma Eléctrica el 22 de febrero. Le informé que no podía asistir debido a los compromisos de trabajo que tenía. Me respondió que lo entendía.

Confieso que me hubiera gustado participar en el debate. Ni siquiera me importó saber quién estaría en la mesa. Lástima que uno tiene que chambear, verdad.

Ayer, saliendo de grabar, un amigo me envió un tuit del diputado morenista Leonel Godoy: “Hoy en el Foro 23 (Democracia y Pluralidad) No asistieron Zuckerman, AP Ordorica, Víctor Trujillo y 3 más, comunicadores opositores a la Reforma Eléctrica. Fueron invitados. Iberdrola, OXXO y X. González no dan la cara. Y ahora, tampoco sus periodistas. La Reforma Eléctrica va”.

Al diputado le respondí que no pude asistir porque “yo sí trabajo y a esa hora no podía”. Le solicitaba que entendiera “las difíciles realidades de tener que trabajar para ganarse un sustento”. Ojalá lo comprenda. Pero, más allá de esto, ahí está el insulto del diputado al caracterizarme como un simple empleado de Iberdrola, Oxxo o Claudio X. González. Como mencioné arriba, lo único que saben hacer es insultar.

Yo nunca he escondido mi postura a favor del libre mercado. No por eso soy un vendido de las empresas. ¿Por qué los morenistas no pueden admitir que hay mexicanos con ideas diferentes que deben debatirse con toda civilidad sin tener que recurrir al insulto?

La lógica de Godoy es falaz: “Como Zuckermann está a favor de la participación de las empresas privadas en el mercado energético, ergo es un empleado de dichas empresas”. Bajo esta misma lógica, yo podría decir: “Como Leonel Godoy es hermano de Julio César Godoy, quien está acusado de narcotráfico y lavado de dinero, ergo él también es un narcotraficante”.

Estamos frente a dos ejemplos de falacias ad hominem, afirmaciones falsas que no aportan ni pruebas ni razones para fundamentar la conclusión. Si Godoy tiene pruebas que yo recibo algún tipo de ingreso de Iberdrola, Oxxo o Claudio X. González que las presente. No las va a encontrar. Y yo, como no tengo pruebas que él es narco, tampoco lo diré.

El diputado, sin embargo, tan sólo sigue el ejemplo del rey de las falacias ad hominem de su partido, es decir, López Obrador.

Ayer, en su conferencia matutina, el Presidente habló, de nuevo, sobre el escándalo de la Casa Gris de su hijo. No presentó ni argumentos ni pruebas, sino que desacreditó otra vez a los periodistas.

 

Caracterizó este tema como una “disputa por la nación”. El asunto me interesó porque, hace 40 años, Carlos Tello Macías y Rolando Cordera publicaron México: la disputa por la nación, un gran libro. Ya desde entonces, los autores identificaban dos alternativas muy diferentes para el país. Por un lado, la “neoliberal” donde México se abriría económicamente a la globalización en un proceso acelerado de integración con Estados Unidos. Por el otro, la “nacionalista” que implicaba la reactualización del proyecto cardenista con una mayor participación del Estado en la economía, a fin de combatir la desigualdad social.

Se trata de un debate tan actual como interesante. ¿A eso se refería el Presidente?

Por desgracia, no. Para AMLO, la disputa es entre los que conciben, como él, “que el poder sólo tiene sentido y se convierte en virtud cuando se pone al servicio de los demás” y los que ven al poder como una forma de “acumular dinero por los medios que sean, sin escrúpulos morales de ninguna índole, y actuar de manera clasista, racista, discriminatoria, no tenerle respeto al pueblo, ya no hablemos de querer al pueblo”.

Bueno, pues ahí terminó el debate porque nadie, en su sano juicio, escogería la segunda opción. Se trata de una falsa y maniquea disyuntiva propia de un demagogo.

Yo sí pienso diferente que AMLO y sus seguidores. No por eso soy un vendido, corrupto, chayotero y todas las groserías que suelen endilgar. La realidad es que no saben debatir con argumentos y evidencia empírica. Por eso, a la larga, la llamada “Cuarta Transformación” perderá: porque su único recurso para “convencer” a la gente es lanzando insultos a cada vez más personas que, poco a poco, se va dando cuenta de la cortedad de sus ideas.

 

Twitter: @leozuckermann

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