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Rumbo al 2021, urgente escayola para el bachillerato

José Luis Jaimes Rosado

José Luis Jaimes Rosado

 

La evolución social, el desarrollo del individuo y la realización colectiva cimientan uno de sus principales pilares en la educación. Desde la fundación de la UNAM, en 1910, y del Instituto Politécnico Nacional, en 1936, no se había escuchado una ambición tan trascedente como la intención de establecer cien universidades (4T, 2018) o planteles; oferta que en principio parecería superar la suma de UNAM, IPN y autónomas estatales.

Para nutrir el nivel superior es indispensable (obvio) alumnos que  culminen el nivel medio superior (NMS), cuya consideración inició en 1867 con la Ley Orgánica de Instrucción Pública en el Distrito Federal (Excélsior, 30 enero, 2018).

Durante los años setenta el bachillerato se enfrentó al crecimiento acelerado de matrícula y la creación diversificada de instituciones con la doble finalidad, ampliar las oportunidades, pero también el control del gobierno federal en las nuevas alternativas a través de la disminución de universidades autónomas (estatales) en dicho nivel.

Según datos del CENSO, en 1970 se registraron 12 millones de jóvenes y durante esa década se crearon los bachilleratos tecnológicos bivalentes, los Centros de Educación Tecnológica, el Colegio de Bachilleres y el Colegio Nacional de Educación Profesional Técnica (Conalep). La UNAM instrumentó el modelo del Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) y el IPN modificó sus escuelas vocacionales, abrió los Centros de Estudios Científicos y Tecnológicos (CECyT). Otras modalidades con menor cobertura fueron el bachillerato militar, el pedagógico y el de bellas artes (Excélsior, 6 febrero, 2018).

En 2010, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía censó 11 millones 22 mil 112 jóvenes entre 15 y 19 años. Para 2012, 54.2 por ciento fue la matriculación oportuna, esto es, de cada 100 alumnos que egresaban de secundaria, 54 entraban inmediatamente al NMS. En 2015 se reportaron cuatro millones 800 mil estudiantes de bachillerato en el ciclo escolar.

Desde la instauración de la Carta Magna, el NMS quedó implícito. Con los trabajos del Poder Legislativo en 2010 pasó a explícito en el texto, artículo 3 y el 9 de febrero del 2012 el Diario Oficial publicó “…Estado, Federación, estados, Distrito Federal y municipios, impartirá educación preescolar, primaria, secundaria y media superior. La educación preescolar, primaria y secundaria conformar la educación básica: ésta y la media superior serán obligatorias”.

No obstante, los artículos transitorios hacen evanescente el cumplimiento de la ley educativa para los mexicanos, como el Segundo que establece “la obligación del Estado de garantizar la educación media superior… de manera gradual y creciente a partir del ciclo escolar 2012-2013 y hasta lograr la cobertura total en sus diversas modalidades en el país a más tardar en el ciclo escolar 2021-2022, con la concurrencia presupuestal de la federación y de las entidades federativas…”.

Y ante el contexto político, los escasos referentes informativos y el transitorio Tercero no se vislumbra escayola para las partidas presupuestales: “… para dar cumplimiento… se establecerán los mecanismos para impulsar la implementación de presupuestos plurianuales que aseguren a largo plazo los recursos económicos crecientes para infraestructura de la educación media superior”.

El Instituto Nacional para la Evaluación Educativa explica que hay registrado ante las autoridades institucionales más de 200 tipos diferentes de planes y/o programas de estudio, cuyas modalidades  son determinadas por las horas que asisten los alumnos: escolarizada, no escolarizada (abierta o a distancia) y mixta. Mientras que la matrícula actual (redondeando cifras) es de 5 millones de alumnos, 292 mil docentes y 17 mil 400 planteles.

Los aspectos cuantitativos se resumen en que el 50 por ciento de mexicanos cuenta con bachillerato terminado y en el mejor de los casos, 25 por ciento de los que ingresan abandonan. Los retos son: cobertura y permanencia.

De cualquier forma, el presupuesto para  2020 debió considerar todo lo anteriormente explicado, ya que el ciclo escolar que inicia el próximo agosto (2020) culmina en julio del 2021, fecha en que se debe cumplir con la ley, y aunque el Legislativo puede “detener el reloj parlamentario” el tiempo generacional, educativo y social continúa a la par de la administración federal donde lo educativo requiere que las intenciones se conviertan en currículum, los planes en infraestructura y los compromisos en evidencias.

 

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