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Autodefensas armadas y Guardia Nacional

Jorge Fernández Menéndez

Jorge Fernández Menéndez

Razones

El dato podría ser anecdótico, pero no lo es: es un síntoma de la profundidad con que el crimen organizado ha penetrado en la sociedad y la razón misma de que no se deban subestimar ni simplificar las diferentes formas de lucha que el Estado debe encarar para enfrentarlo.

El fin de semana en Hidalgo, Tamaulipas, la llamada Columna Armada General Pedro José Méndez le organizó un acto de masas a José Manuel Mireles para proponerlo como nuevo jefe de la Guardia Nacional. Unos y otro están acusados de relaciones con el narcotráfico, la Columna Armada, con los restos del Cártel del Golfo (parte de ellos aliados hoy con el Cártel Jalisco Nueva Generación), y el otro, creador de una de las fracciones de las llamadas autodefensas michoacanas, estuvo detenido muchos meses porque, precisamente, se le consideraba un aliado del CJNG, organización que, en parte, financió a los grupos de autodefensa que eran, buena parte de ellos, un instrumento de un cártel para enfrentarse a otro, en este caso, los Caballeros Templarios.

El 27 de abril de 2016, hace ya casi tres años, hablamos por primera vez aquí de la Columna Armada General Pedro José Méndez. Decíamos que ese grupo “no es una organización civil, es un órgano del Cártel del Golfo, su esquema de operación y su discurso es muy similar al que manifestaron en su momento La Familia, Los Templarios y algunos de los grupos de autodefensa en Michoacán y Guerrero, ligados, en realidad, a distintos cárteles, sobre todo al de Jalisco Nueva Generación”.

“Aparecieron, continuaba aquel texto, en 2014, en los municipios de Hidalgo, Villagrán y Mainero, en el centro-sur de Tamaulipas y los organismos de inteligencia, desde entonces los reportan como un grupo del Cártel del Golfo, utilizado para propaganda política y para confrontarse con Los Zetas, cuyos asesinatos se han atribuido públicamente en varias ocasiones. Así, en 2015 informaron, en un comunicado, que ‘Silverio Zúñiga fue ejecutado ayer por la mañana en el ejido Cruz y Carmen de Hidalgo, Tamaulipas, por la Columna Armada Gral Pedro José Méndez, porque participaba apoyando a la delincuencia zeta en asaltos carreteros y secuestros en la región’. Antes, el 19 de mayo de 2014, fueron asesinadas nueve personas en el municipio de Hidalgo, cinco hombres y cuatro mujeres, después de que ese grupo armado ingresó al poblado e incendió varias casas. Los de la columna los acusaron de ser zetas”.

En un comunicado divulgado en 2014 y dirigido a “los pueblos de Hidalgo, Villagrán y Mainero”, así como “a las tropas del Ejército mexicano”, dicen que (respetamos la ortografía y sintaxis original): “la violencia que los políticos y funcionarios corruptos han engendrado al ser parte de los criminales les está alcanzando… La Columna está en contra de romper el Estado de derecho, pero a los criminales se les somete a sangre y fuego. Larga y cruenta ha sido la defensa de nuestro pueblo en lucha permanente y en sostenido combate contra los secuestradores. Hemos fusilado sin violentar nuestros escrúpulos ni torturar nuestra conciencia religiosa pues lo hemos hecho en defensa de la vida y de el destino de nuestro pueblo hombres de convicciones no de fortuna urgen a la patria”. En sus mantas aseguran que “a Dios están rezando, pero con la 45 dando”.

En tres años, ese grupo armado, que ha reconocido asesinatos y que no teme ejercer la tortura, y lo reconoce, ha actuado con total impunidad. Y ahora busca, aliado con otros grupos similares, impulsar a otro personaje de la misma calaña a la Guardia Nacional. Claro que no lo van a lograr, pero lo que buscan en realidad, desde tiempo atrás, es construir un movimiento nacional de grupos armados “de autodefensa” que suplanten la presencia de la autoridad, sobre todo a nivel estatal y municipal.

El Plan Nacional de Seguridad que presentó Alfonso Durazo el viernes, y que hoy, con el debate de la Guardia Nacional, comenzará a tratarse en el Senado, tiene entre sus ocho acciones principales muchas directrices correctas, acertadas, incluso creo que el tema de la Guardia Nacional con mando militar no es el verdadero problema; en última instancia, desde la creación de la Policía Federal en el sexenio de Ernesto Zedillo, después de un par de fracasos, a su cabeza quedó el almirante Wilfrido Robledo, en el que creo que es el mejor diseño institucional que ha tenido la seguridad pública e interior a nivel federal en los últimos 30 años: una subsecretaría dependiente de Gobernación, pero con amplia autonomía e incluso autarquía financiera. En otras palabras, con autonomía, pero bajo el paraguas político de Gobernación. Si se repitiera ese modelo, con o sin mandos militares, no sería necesaria la reforma constitucional en ciernes.

El problema es otro. Es que en esa estrategia no se habla de lo que se va a hacer con las policías estatales y municipales ni se establecen obligaciones claras que los estados transformen las policías locales, que son la verdadera y única policía de proximidad existente. Sin ello, la Guardia Nacional, militarizada o no, no puede ser suficiente y grupos como la Columna Armada General Pedro José Méndez terminarán avasallando a policías y autoridades en estados y municipios.

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