Juzgadores y trabajadores, gracias por su ejemplo

¿Quién sigue? Seguramente la libertad de expresión

Como ciudadano y como una persona vinculada profundamente al Poder Judicial de la Federación, pude atestiguar el surgimiento de una gran fuerza en la movilización de estas extraordinarias personas que son los juzgadores y trabajadores, porque ésta se sustenta en su compromiso por servir a los ciudadanos, a los más pobres. Nunca he conocido personas servidoras públicas con esa mística de servicio y eso es una huella que llevo en mi vida.

Escribo estas líneas no desde el sentimiento de derrota que el Presidente obcecado cree haber infligido, sino desde la convicción de que, lamentablemente, veremos un México entregado al desorden, al empoderamiento de los grupos criminales, a las desapariciones y al caos jurídico.

¿Por cuánto tiempo?, impredecible. No podemos disculparnos con las futuras generaciones porque todos hicieron lo que debieron: alertarnos a tiempo de las consecuencias.

No se ha derrotado a los juzgadores ni a los trabajadores, a los que honro. Ellos son los grandes ganadores de esta histórica embestida proveniente no sólo del odio, sino del autoritarismo, de la corrupción y del uso político del Ejército para presionar, porque nos alertaron, aun poniendo en riesgo su integridad y su trabajo, de los funestos años por venir.

Salieron a decirnos por todas las calles del país que la República estaba en riesgo, al igual que amenazado está el régimen de libertades y de derechos humanos. ¿Quién sigue? Seguramente la libertad de expresión.

En las carpas, en las marchas, en las mismas proclamas, en el cansancio, se reconocieron entre ellos los titulares (como se denomina a los juzgadores) y los trabajadores de los 32 circuitos del país, generando un movimiento nunca visto que logró sumar un nuevo perfil de estudiantes.

El Presidente demostró que no es un demócrata, nunca escuchó y confirmó que se puede aliar a las fuerzas más oscuras y recurrir a los actos más cuestionables, como la amenaza y la compra de voluntades, para hacer realidad una obsesión, aun cuando ello implique la anulación del Estado de derecho.

¿Es o no un golpe de Estado técnico al Poder Judicial? Por supuesto que lo es, de ahí los cientos de reacciones de gobiernos extranjeros, de la ONU y de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y de la Unión Europea, cámaras empresariales de Estados Unidos y de Canadá y de la Iglesia católica.

Y tan lo es, que Estados Unidos, de acuerdo con reportes del Congreso, comenzó a cancelar visas a políticos de Morena y aliados, y a reactivar expedientes de detención contra muchos otros, de lo que nos enteraremos muy pronto.

En esta narrativa se ha querido blindar a la Presidenta entrante. Es López Obrador, no yo, dicen sus enviados en el extranjero. Y en realidad no ha logrado convencer. Es, sin duda, un gobierno transexenal, que puede tener aciertos, pero que, de entrada, nace con dos marcas: el uso de la represión de los granaderos a trabajadores y estudiantes —es una reforma constitucional aprobada entre protestas, represión y militares disfrazados provocando a los contingentes— y la soberbia de no escuchar ni dialogar, como en los peores años de la dictadura blanda.

Gracias, juzgadores y trabajadores, cada paso que dieron, cada grito de justicia que alzaron, resonó más allá de las plazas y tribunales. Resuena hoy en los corazones de todos los que creemos en un país donde el derecho y la democracia no se negocian, sino que se defienden con dignidad.

Gracias a la jueza Juana Fuentes, de la Jufed, por su liderazgo. Su coraje nos ha enseñado que la fuerza más grande no reside en las instituciones, sino en la integridad de quienes las protegen.

A ustedes que lo arriesgaron todo por defender lo justo, les digo que su lucha vive en nosotros. Nos demuestran que rendirse nunca será una opción. Las vías del derecho son ahora la trinchera, esto aún no acaba.

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