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Darwin debe estar feliz

Germán de la Garza Estrada

Germán de la Garza Estrada

Viento fresco

El 24 de junio de 2006, el doctor John Hangar, veterinario del Zoológico de Queensland, Australia, anunciaba al mundo que el animal más viejo existente en la faz de la Tierra, una enorme tortuga de nombre Harriet, fallecía a los 176 años de edad.

Hipotéticamente capturada por Charles Darwin y su equipo en su viaje al archipiélago de las Islas Galápagos, escenario en el cual desarrolló sus investigaciones sobre la evolución, Harriet habría sido traslada a Gran Bretaña para luego ser llevada hasta Australia.

Con un peso de 150 kilos, Harriet era una tortuga perteneciente a la familia chelonoidis porteri, una especie endémica de las Galápagos y se cree que fue utilizada por Darwin, al igual que otros animales, para los estudios que finalmente lo llevarían en 1859 a publicar su obra El origen de las especies por medio de la selección natural, o la preservación de las razas favorecidas en la lucha por la vida, texto que revolucionó el conocimiento que hasta entonces se tenía sobre la naturaleza y que se convertiría en un paradigma de las ciencias naturales.

—“Recuerdo que cuando estaba en la Bahía del Buen Suceso, en Tierra del Fuego, pensé que no podía darle a mi vida mejor utilidad que la de aportar algo a la ciencia natural. Esto lo he hecho lo mejor que he podido; he trabajado tanto como podía y lo mejor posible…”, escribiría Darwin en una pequeña autobiografía que dedicó a su familia.

La Teoría de la Evolución nos enseña que todos los organismos vivos tienen la tendencia natural a multiplicarse y reproducirse sin límites, y sin embargo, las circunstancias del medio ambiente y su entorno natural regulan la reproducción y el crecimiento indiscriminado de las especies, lo que produce como resultado una auténtica lucha por la supervivencia.

Asimismo, en una especie determinada, existen variaciones entre sus integrantes, que son heredadas de generación en generación, como, por ejemplo, el color albino en ciertas especies como leones, tigres, ratas e incluso orangutanes.

Esta diferenciación entre los organismos naturales provoca que algunos sean más aptos que otros, que se adapten mejor a su entorno y tengan más ventajas para vivir y desarrollarse en ciertas circunstancias climáticas y escenarios ambientales, por lo que su sobrevivencia se da en mejores condiciones. Su descendencia cuenta así con caracteres favorables que a su vez transmitirá a las generaciones venideras, y de esta forma el mecanismo de la selección natural operará sobre los individuos de la especie.

Por lo demás, la Teoría de la Evolución señala que todas las formas de vida son dinámicas y se encuentran en constante evolución. Todas las especies cambian permanentemente, se crean y nacen, se extinguen y desaparecen en un proceso lento, gradual e inexorable, que no tiene saltos accidentados o caóticos, y mucho menos, cambios bruscos.

Supervivencia en estado puro; sólo los individuos mejor dotados, los que tienen condiciones favorables para enfrentar al medio ambiente, tienen posibilidades de sobrevivir, de reproducirse y de transmitir a su descendencia las ventajas que tienen en vida.

Hoy el hombre ha desarrollado mecanismos para intervenir en el proceso evolutivo.

El Parque Nacional Galápagos, a principios de año, anunció la liberación de una tercera camada de tortugas de la especie chelonoidis donfaustoi, gracias a un ambicioso programa de conservación de la especie y que hoy tiene ya a más de 120 tortugas gigantes poblando el archipiélago.

Lo que fue el escenario natural para que Darwin desarrollara su teoría de la evolución, hoy se ha convertido en un proyecto científico para la reproducción de las especies endémicas, en un intento por salvaguardarlas.

En el último siglo, se han extinguido más de 120 especies en todo el planeta, en un proceso que algunos científicos consideran el inicio de una era de aniquilación biológica causada por la intervención humana en sus hábitats naturales.

La Teoría de la Evolución ha sido un esfuerzo científico que intenta dar explicación del mundo natural, de la biodiversidad existente y de los mecanismos que la naturaleza utiliza para crear nuevos organismos y formas de vida, y hoy se convierte en una pequeña luz que alumbra el camino de la preservación y conservación de las especies.

Darwin debe estar feliz.

 

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