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Agua

Félix Cortés Camarillo

Félix Cortés Camarillo

Cancionero

               

                Cuando uno tiene sed, pero el agua no está cerca cuando uno quiere beber…

                Jarabe de Palo, Agua.

 

Dicen que hace unos setecientos años una manada de orates que venía a pie de Aztlán —allá por Xalisco, Nayarit—, siguiendo el pronóstico de un orate mayor, decidió fundar su gran ciudad en un islote de la laguna al sur de Tlatelolco, donde hubiera un nopal y sobre éste un águila luchando contra una serpiente. Ahí comenzó el imperio de Tenochtitlán, que se apoderó de las tierras y los bienes y cosechó la enemistad de todas las tribus circundantes para que se aliaran con los ochenta españoles que llegaron con Cortés para hacer la mayor epopeya de la historia.

Claro que fue la mayor estupidez de nuestra vida. No se dieron cuenta porque estaban sobre un lago y no tenían idea que el nivel del mar estaba a casi tres mil metros abajo y que si tenían sed, tenían que llevar el agua a sus gaznates a un costo muy alto.

Tampoco podían saber que estaban haciendo una ciudad en terreno de alta sismicidad, cosa que vinimos a entender el siglo pasado, cuando empezamos a bombear el agua de los territorios vecinos —igual que los aztecas— para saciar nuestra sed.

Se supone que a mil o dos mil metros de profundidad de nuestra ciudad capital hay un depósito de agua que calmaría nuestra sed si la sabemos subir al Zócalo. Ramón Aguirre, hijo de quien fuera regente de la ciudad durante el gran temblor de 1985, don Ramón Aguirre Díaz, es hoy gerente del Sistema de Aguas de la ciudad capital y entusiasta patrocinador de las perforaciones ultraprofundas.

Parecería absurdo —y lo es— que una metrópoli edificada encima de una costra artificial que se hizo sobre un lago de agua salobre no tenga qué beber. Y sin embargo, así es.

Desde luego que la solución para este problema es dinamitar la Ciudad de México —después de deshabitarla, claro— y fundar una nueva capital del país en otro sitio. Descentralizar las secretarías de Estado a donde mejor empaten con sus funciones: ¿Qué carajos tiene que hacer la Secretaría de Marina cerca de la Alameda Central o por allá por Xochimilco, donde ni mar hay? ¿Y Agricultura, Desarrollo Social y la misma Defensa?

Por otro lado, el proyecto Brasilia no solucionó las concentraciones urbanas de Río de Janeiro o de Sao Paulo, Brasil, pero desconcentró a una burocracia pesadísima hacia el noroeste de la Amazonia. Una remodelación de nuestro país y su estructura de gobierno sería mucho más benéfica que andarle picando más agujeros a la panza de Tenochtitlán. Más tarde o más temprano, como lo hizo en aquel septiembre doloroso y heroico, se va a vengar y nos va a sacudir.

Aunque estemos sedientos.

PILÓN.- Ricardo Alemán, a quien no conozco ni leo con frecuencia, arguye que su único pecado fue haber retuiteado ingenuamente un mensaje, convocando indirectamente a matar a Andrés Manuel López Obrador para salvar a nuestro país. Se necesita ser muy pendejo para pensar que le van a creer.

 

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