¿Voto libre?

                Mi ideal político es el democrático. Todo el mundo debe ser respetado
                como persona y nadie debe ser divinizado.

                Albert Einstein

A unas horas de sufragar, los mexicanos seguimos viviendo en la incertidumbre que nos impide emitir un “voto libre”, el proceso electoral que arrancó en septiembre pasado lejos de aclarar nuestros pensamientos, reafirmar nuestras convicciones y decidir en un espacio de certeza, claridad y razón; nos lleva a las urnas con temor fundado, en la inseguridad y miedo grave, en un ambiente enrarecido, los votantes tenemos que darnos los espacios para no votar con esta obscuridad de pensamiento y miedos y hacerlo en conciencia. No podemos dejarnos llevar por promesas irrealizables, ofertas políticas que no caben en los espacios de un Estado de derecho.

La decepción de una alternancia en los últimos regímenes es mayúscula, sumada al coraje y resentimiento social han hecho que los sufragantes seamos bombardeados por campañas políticas que a nadie han convencido y que sólo han provocado luchas partidistas, deserciones y una cómica imagen de una candidatura independiente. La veda electoral tiene como objeto que los ciudadanos mexicanos reflexionamos en conciencia cuál es el mejor propósito para nuestra gran nación. El INE nos llama a votar haciendo gala de la pulcritud con la que se llevarán a cabo las elecciones y la inclusión de métodos tecnológicos infalibles . A pesar de lo anterior, nos queda el resabio de tigres sueltos, llamadas al diablo y al miedo a una violencia que nos ha acompañado a los mexicanos desde el nacimiento de nuestra vida constitucional impidiendo el desarrollo de una democracia republicana.

La Revolución Mexicana es un parteaguas en la historia de nuestro país, un conflicto armado que arrancó en 1910, considerado como el acontecimiento político y social más importante hasta nuestros días. El fin de ésta, no es preciso, para algunos historiadores se considera el 5 de febrero de 1917, fecha de la promulgación de la Constitución General. Venustiano Carranza, primer jefe del Ejército Constitucionalista.

1o de diciembre de 1916. La Ley Suprema, la primera y más avanzada del siglo XX, innovadora, contemplaba los Derechos del hombre, las garantías individuales, su parte orgánica establecía bases firmes para la construcción del orden jurídico inherente al nuevo Estado mexicano, la guía adecuada para el desarrollo de la democracia republicana. Carranza, convencido de la necesidad de un orden constitucional, convoca al Congreso Constituyente a reunirse en Querétaro en diciembre de 1916. Primer presidente constitucional de México, de 1917 a 1920, fue asesinado arteramente el 21 de mayo de 1920. Otros historiadores consideran el fin de este movimiento armado, hasta el año de 1940 con el periodo llamado El Maximato, bajó el dominio político de Calles, sin embargo, cualesquiera que hayan sido las fechas, la violencia política siempre estuvo presente, el número de muertos es poco claro y dependiendo de los momentos en que se considere la conclusión de la Revolución, va desde 50 mil hasta dos millones de personas.

El asesinato de Francisco I. Madero, el 22 de febrero de 1913, (La Decena Trágica, nombre que se le dio al golpe militar liderado por el traidor Victoriano Huerta para derrocar al presidente) se trata de un periodo que marcó la historia de México con una de las traiciones políticas más abominables, que arrastró dos décadas de violencia y de conflictos armados en las que sólo se buscaba el poder político entre las facciones revolucionarias, ocurriendo los asesinatos de Emiliano Zapata, el 10 de abril de 1919; de Venustiano Carranza, el 21 de mayo de 1920; de Francisco Villa, el 20 de julio de 1923; del general Francisco R. Serrano y sus correligionarios, el 3 de octubre de 1927 en Huitzilac; de Álvaro Obregón, el 17 de julio de 1928; de Luis Donaldo Colosio Murrieta, el 23 de marzo de 1994, en la Ciudad de Tijuana, Baja California; de José Francisco Ruiz Massieu, el 28 de septiembre de 1994, en la Ciudad de México.

No podemos dejar de mencionar el conflicto político-religioso llamado la Cristiada, que dejó más de 250 mil muertos de 1926 a 1929. El proceso electoral actual ha vivido una violencia inédita, cuando menos 132 políticos han sido asesinados en esta jornada previa a los comicios más importantes de nuestra historia, más de medio centenar de familiares fallecidos a lo que habría que agregar centenares de ataques, amenazas e intimidaciones. El PRI y Morena son las organizaciones que mayores agresiones han sufrido.

Nunca la democracia republicana había estado tan vulnerable, con tanta violencia y con un ingrediente adicional que no merece ni tolerancia ni perdón ni amnistía: narcotráfico y delincuencia organizada, criminales mezclados en una letal combinación que al amparo de la corrupción y la impunidad han impuesto la ley del más fuerte a una nación urgida de seguridad, justicia y paz.

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