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Una larga transición

Federico Ponce Rojas

Federico Ponce Rojas

 

 

Gobernar significa rectificar

                Confucio

En efecto, se ha preparado intensamente en el conocimiento de la política mexicana y sus vericuetos, larga transición desde que fue candidato a gobernador, en su natal Tabasco, en 1988, cuando sufre su primera derrota, postulado por una alianza de cuatro partidos, conformada por el Partido del Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional, el Popular Socialista, el Partido Mexicano Socialista y el Partido Democrático Nacional, aglutinados en el llamado Frente Democrático Nacional.

Nuevamente, buscó en 1994 la gubernatura, esta vez, como candidato del PRD y logró poco más del 37% de la votación, sin embargo, el triunfo lo alcanza el priista Roberto Madrazo.

En ambos casos, publicó sendos libros, el primero Tabasco, víctima del fraude electoral y el segundo, Entre la historia y la esperanza: corrupción y lucha democrática en Tabasco.

Para el año 2000, como candidato del PRD a Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, logró el triunfo electoral gobernando nuestra Ciudad de México poco más de 5 años.

Posteriormente, y animado por esa victoria, contendió a la Presidencia con el priista Roberto Madrazo y el panista Felipe Calderón; proceso electoral que al final le dio la victoria al panista; desde luego que ésta no fue aceptada y su rechazo se reflejó en diversas protestas que llevaron, entre otras, al bloqueo prolongado de la avenida Reforma, del otrora DF. Seis años después, en 2012 compitió de nueva cuenta a la Presidencia por el PRD, esta vez contra el priista Peña Nieto, en esta elección, la diferencia de votos fue marcada por más de 3 millones de votos, en favor del priista.  AMLO vuelve a publicar un libro No decir adiós a la esperanza.

Estas experiencias políticas, sumadas a otros factores, lo impulsaron a postularse como candidato presidencial en el año 2018, alcanzando por fin la Presidencia de la República. Esta elección fue ganada abrumadoramente y de manera legítima, pero, podemos afirmar que la elección estuvo definitivamente influida por factores como el temor, el desencanto, la desilusión y otros conceptos apartados de la democracia que mueve al individuo al voto por el candidato de sus preferencias, aquel que reúne las mejores dotes y más promete por sus virtudes cívicas y privadas.

La elección legítimamente ganada así, implica el respeto de la voluntad popular puesta en sus manos para conducir un gobierno emanado de esta soberanía; con la fuerza de la opinión pública que justamente será sostén y amenaza y no podrá abdicar a ser el celoso depositario de los intereses generales y activo promotor del bien común.   El único poder legítimo es aquel que se desprende de las pasiones comunes, que se inspira en la justicia, que cumple con el deber y subordina sus actos a las leyes.

La legitimidad de la elección establece el gobierno, pero no lo regula y justamente en la función armónica de la responsabilidad establecida por nuestra Carta Magna está el secreto de la estabilidad del gobierno, la garantía de las libertades, la base de la tranquilidad y la prosperidad de la nación. En este proceso de transición muy largo entre presidente electo y presidente constitucional, ha habido de manera inquietante expresiones y actos que no son propiamente de gobierno y han provocado la inestabilidad económica y social del país.

La legislatura que arrancó el 1º de septiembre pasado ha sido obsequiosa, apresurando y acomodando promesas de campaña a la función legislativa a solicitud del Ejecutivo, que a partir de hoy, ejerce la irrenunciable obligación de gobernar legalmente. Un solo acto del Legislativo ha rubricado su independencia como poder armónico y equilibrador del gobierno. me refiero a la desaprobación, aunque sea temporal, de la llamada “Ley Taibo”.

En la formación del gobierno, la superioridad del Legislativo es indiscutible por su sola facultad de dictar las leyes a que la nación entera y el mismo Poder Ejecutivo tienen que someterse. La invasión de poderes altera la estabilidad en las instituciones. Sólo la completa separación de éstos asegura el equilibrio.

A este respecto, es imperativo atender, también, las palabras del ministro José Ramón Cossío en relación al Poder Judicial, con motivo de la conclusión de su encargo en la SCJN (institución humana sólida y fuerte y que asegura los pesos y contrapesos del poder político). “Éste es el tiempo de los jueces constitucionales, no como ego profesional, sino como forma de mantenimiento de los procesos civilizatorios que están presentes y que se generan  dentro de esta sociedad, ya que advirtió que de no hacerlo, la democracia y la justicia constitucional morirán; el derecho es extraordinariamente serio, así como mantener el derecho como Estado o simplemente como orden jurídico es de suma importancia, señalando que es necesario mantener una judicatura federal potente, independiente, razonada y sensible.

“La tentación de apoderarse de la justicia constitucional, de destruir la justicia constitucional, de hacer cosas distintas con la justicia constitucional es importante”.

 

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