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Elvis Costello

Joselo

Joselo

CrockNICAS MARCIANAS

A principios de este año, que se está yendo como agua, salió una noticia que nos hizo muy felices a los amantes de la música. Sobre todo a aquellos que iniciamos nuestras escuchas obsesivas con ese estilo que, allá por inicios de los años 80, se le conocía como new wave. Es obvio que un movimiento que tiene el adjetivo de “nuevo” se hace viejo más rápido. Muchas cosas cabían en la llamada nueva ola. Los punks evolucionaron a post punks y, por alguna razón extraña de marketing, se volvieron en nuevaoleros. Había músicos cuyo instrumento era un teclado y su vestimenta parecía de otro mundo: Gary Numan, Yaz, The Human League, Devo. Había nuevos románticos que pronto se convirtieron en pop gracias a las grandes ventas que generaron: Spandaue Ballet, Duran Duran.

Había otros que más parecía que iban hacia el pasado. En vez de verse como sacados de una historia de ciencia ficción, parecía que venían en una cápsula del tiempo, directamente de los años 50. Stray Cats, Split Enz, y por ahí andaba Elvis Costello, quien con esos lentes, esos sacos inmensos y la corbata delgadita, parecía un Buddy Holly sin sus Crickets. Al ponerse el nombre de Elvis, nos estaba ya diciendo muchas cosas respecto a las influencias que venía cargando. Y claro, ¿cómo no ponerte un nombre artístico (muy bueno por cierto), si tu nombre real es Declan Patrick MacManus?

La música de Costello remitía a los inicios del rock and roll, música sencilla y bailable. De eso se trataba, realmente. La new wave se  alejaba lo más posible de las complicaciones que grupos progresivos como Yes, Genesis y Pink Floyd habían puesto de moda en los años 70. También en la imagen se apartaban de éstos. Los nuevaoleros, lejos de verse como rockstars, más bien parecían nerds arriba de un escenario.

La buena noticia de la que les hablaba era que Elvis Costello venía a la Ciudad de México, y se seguía a Latinoamérica a dar una serie de conciertos.

Si todo hubiera salido bien, mañana era el día de su presentación. Pero como todos ya sabemos, Elvis canceló ¿la razón? Dicen que fueron problemas de logística, pero me puedo imaginar que la falta de venta de boletos debe haber sido la razón verdadera.

La música es todo lo maravilloso que ya sabemos que es, pero al final, también es un negocio.

Yo tengo parte de la culpa, al igual que todos los que no compramos un boleto inmediatamente para estar en primera fila. Eso sí, aparté la fecha en mi agenda y cancelé cualquier otra actividad ese día. Así que estaba preparado (claro, sin boleto todavía), para ir a ver mañana a Costello.

La oferta de conciertos va creciendo día a día en nuestro país. Si ésta visita hubiese sucedido en la época en que no venía nadie, los boletos se hubieran acabado en horas.  No se necesitaba que un artista tuviera un éxito en la radio, ni tampoco que tuviera hordas de fans. Se necesitaba sólo que alguien se atreviera a venir a este desierto musical que era México. No deja de sorprenderme ver que, sólo en marzo, vinieron Royksopp, Tortoise, los Residents, Lee Ranaldo (guitarrista de Sonic Youth), Empire of the Sun, Iron Maiden, etc, etc.

Tal vez fue confiar demasiado en la nostalgia del público al querer traer a Elvis Costello a tocar a México. Pero no es el único concierto nostálgico de estos días, pues mañana muchos bailarán al ritmo de la música disco en el Infield del Hipódromo con Village People, Tavares y KC and The Sunshine Band.

En una ciudad de más de 20 millones de personas, yo pensaría que dos conciertos de nostalgia se pueden llevar a cabo sin ningún problema. Sería muy raro que una persona se haya visto en el conflicto de no saber a qué concierto asistir, ¿iré al de la música disco o al de la new wave?

Ni modo. No sé cuando se me hará ver a este artista que pasó de ser nueva ola a convertirse en un clásico gracias a su extensa discografía y las canciones que ha compuesto.

Pero eso sí, aunque me gusta bailar, no creo que Village People pueda suplir a Elvis Costello. Me identifico más con los lentes de éste, que con los disfraces de indio y de policía de los otros.

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