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Los mamuts que habitaron en Santa Lucia

Los antropólogos José Luis Lorenzo y Lorena Mirambell documentaron el par de excavaciones en lo que fue el lago de Xaltocán, hace miles de años; en el laboratorio del INAH o distintos museos se ubica el paradero de los fósiles encontrados en territorio de la base aérea de Santa Lucía hace 44 y 40 años

Andrés Becerril | 31-05-2020
Los mamuts que habitaron en Santa Lucia
Foto: Especial

CIUDAD DE MÉXICO.

Hace miles de años los mamuts se extinguieron en un territorio tan nuevo que no tenía nombre; hoy se conoce como cuenca del Valle de México.

El fango de un lago —Xaltocán— ya evaporado, se los tragó. Cuando han excavado en ese lugar, llamado desde 1576 Santa Lucía, emergen huesos fosilizados de esas enormes bestias prehistóricas, y otras son testimonio de la milenaria historia de la zona donde se construye el Aeropuerto Internacional General Felipe Ángeles, ubicada en Zumpango, Estado de México.

El lunes 18 de mayo de 2020 el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) hizo público el hallazgo de huesos de mamuts y enterramientos humanos —a la fecha van 132 restos de mamuts y 19 personas—; lo anunció con un boletín donde aseguró “dan a los expertos una oportunidad sin precedentes para indagar en más de 30 mil años de historia”.

Este hallazgo, realizado en el marco de la construcción del aeropuerto Felipe Ángeles —una de las obras prioritarias del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador—, no fue fortuito ni es el primero que se registra en ese terreno alguna vez ocupado por olmecas, tepanecas, teotihuacanos; inclusive por la Compañía de Jesús, a quien se debe su nombre cuando el Colegio Máximo de San Pedro y San Pablo compró el sitio y lo llamó Hacienda de Santa Lucía y Nuestra Señora de Loreto.

La antropóloga Lorena Mirambell Silva, quien junto con su colega José Luis Lorenzo estuvieron a cargo de los dos primeros hallazgos de mamuts en Santa Lucía, cuando ya era Base Militar, uno en 1976 y el otro en 1980, dijo a Excélsior que el registro de esas investigaciones “quedaron en los artículos que escribimos al respecto”. Se trata del texto de 151 páginas Mamuts excavados en la cuenca de México (1952-1980), publicado por el Departamento de Prehistoria del INAH en 1986.

Mamuts, rinocerontes, renos, ciervos, osos, tigres dientes de sable y otras especies prehistóricas aparecieron en lo que ahora es la Cuenca del Valle de México –rodeado de cerros, conocidos como Tecámac, Xóloc, Colorado y De Paula–, cuando la Era del Hielo enfrió al planeta.

Caminaron por su vida, buscando refugio. En el trayecto milenario las especies que llegaban del norte, evolucionaron. En ese radio de 8 kilómetros, actualmente del Estado de México, entre San Pedro Atzompa, Reyes Acozac y Santa Lucía es donde esa megafauna de la Era Cuaternaria, que por los hallazgos arqueológicos se ha establecido que convivió con la especie humana, se extinguió hace quizá 12 mil o 10 mil años.

UNA DESGRACIA

En junio de 1976, según el texto de Lorenzo y Mirambell, los antropólogos Jesús Mora y Óscar Rodríguez encontraron en la Base Militar de Santa Lucía –fue inaugurada el 24 de noviembre de 1952 por el presidente Miguel Alemán– dos mamuts. Cuatro años después, en octubre de 1980, la antropóloga María Rosa Avilez Moreno fue la encargada de un nuevo hallazgo. Esa vez fueron tres paquidermos. En ambas ocasiones los restos de los mastodontes fueron clasificados como Mammuthus Imperator Leidy, que es sinónimo de Mammuthus Columbi, como se clasificaron los 132 encontrados en la construcción del nuevo aeropuerto en Santa Lucía, la semana pasada.

Personal del Laboratorio y apoyo académico del INAH no tiene certeza de que los huesos de los mamuts de 1976 y 1980 hayan quedado en la institución porque, dicen, en aquella época no había mucho interés de guardar huesos tan grandes; lo más probable es que se donaran a alguna institución o museo y que una parte mínima esté en alguna parte almacenada en el mismo laboratorio del INAH. Porque muchos de los restos de distintos hallazgos permanecen en el museo de Tepexpan y otra parte en el museo de Geología de Santa María la Rivera.

El biólogo Lauro González Quintero, que trabajó en el Departamento de Prehistoria del INAH, ya desaparecido, con los arqueólogos Lorenzo y Mirambell, y quien es citado en las investigaciones de éstos en los trabajos de 1976 (Santa Lucía I) y 1980 (Santa Lucía II), estimó de muy importante los hallazgos en la zona del nuevo aeropuerto.

Existe una topografía accidentada del lago Xaltocán, en particular los lomeríos, donde destaca el cerro De Paula, atalaya natural desde donde se pudo vislumbrar la llegada de la fauna y desde ahí establecer la estrategia y tácticas para emprender la cacería. Estudios específicos sobre su cima y sus laderas deben llevarse a cabo para documentar la presencia humana.

Desde luego, no es el único lugar. Existen remanentes de esos lagos pleistocénicos en otras partes de la extensa cuenca mexicana. Pero no existen los recursos específicos para estudiarlos, como sí se disponen para construir el aeropuerto Felipe Ángeles. Desde la óptica académica, el hallazgo de las osamentas de mamut es una suerte increíble, pero desde el compromiso de entregar la obra inmobiliaria es una desgracia. Esta es la contradicción patente y el conflicto de intereses vinculados al estudio de la prehistoria en términos generales”, dijo a Excélsior.

 

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Equema de los primeros hallazgos de mamuts en Santa Lucía en 1976 y 1980.

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LOS DOS MAMUTS DE 1976

En los trabajos por el hallazgo de 1976, los arqueólogos Lorenzo y Mirambell, escribieron: “En junio de 1976 dieron comienzo los trabajos de excavación de un hallazgo de fauna pleistocénica que había aparecido al hacer una cimentación en la Base Aérea No. 1, en Santa Lucía, Estado de México. El sitio está a una altitud de 2,243.12 msnm (Mora y Rodríguez, 1977; González Quintero y Sánchez M. 1980)”.

Señala que los huesos de los mamuts se encontraban entre las profundidades de 1.25 a 2.65 m o sea de 2,241.87 a 2,240.47 metros sobre el nivel del mar (msnm), en el caso del que se llamó mamut 1;  y de 1.50 a 5.80 m, de 2,241.62 a 2,239.92 msnm, en el mamut 2, pues en el proceso de excavación se vio que se trataba de dos ejemplares.

Además, entre 1.70 y 3.20 m de profundidad había restos óseos, los miembros posteriores y el cráneo de un camélido, que presentaba los miembros en posición vertical. Tanto los miembros anteriores del mamut 2 como las patas del camélido estaban en relación anatómica; uno de los del mamut estaba hincado con unos 45° de inclinación y las del camélido entre 75° y 80°, casi vertical, lo que puede indicar empantanamiento de los animales. Existen indicios para caracterizar una situación riparia fluctuante con aportes aluviales, pues además de lo señalado en el párrafo anterior, hay coexistencia de restos de fauna acuática y terrestre, encontrándose vértebras y opérculo, de peces, fragmentos óseos de aves y dos dientes de tigre de colmillos de sable, Smilodon”.

El texto de Lorenzo y Mirambell sostiene que los dos mamuts encontrados en 1976 “se han clasificado como Mammuthus Imperator Leidy, y al camélido de la especie Camelops hesternus”.

También se apuntó en el trabajo arqueológico de hace 44 años que, asociados al mamut 2, se hallaron una pequeña lasca de obsidiana y dos de andesita, sin huellas de rodamiento, materiales ambos completamente alóctonos al sitio de hallazgo y prueba de la presencia humana en el sitio”.

Aunque a los mamuts de 1976 se les dio una antigüedad de 23 mil 900 años,
hay evidencias  de que se realizaron todas las pruebas de radiocarbono necesarias para determinar acertadamente el tiempo en que existieron.

EN 1980, TRES MAMUTS

Sobre el hallazgo de tres mamuts en 1980, las investigaciones arqueológicas de Lorenzo y Mirambell señalan:

A fines de octubre de 1980, con motivo de unas obras de drenaje en la Base Aérea no. 1, en Santa Lucía, Estado de México, a cortos 365 m al este del hallazgo ya descrito de Mora y Rodríguez , aparecieron más restos de proboscídeo. Estos fueron excavados por Avilez Moreno (1981). La superficie del lugar de excavación se encontraba en la cota 2,243.65, algunos centímetros por encima de la cota superior de la excavación de los restos que trabajaron Mora y Rodríguez, con cuya estratigrafía se correlacionó la de este lugar, conocido como Santa Lucía II y, por lo tanto, con la extrapolación estratigráfica de fechas”.

La documentación del hallazgo de 1980 quedó así:

En el proceso de excavación se vio que existían los restos de dos animales. Así, en la parte superior, en la capa V y penetrando en la Va se encontraban ambos mamuts, quedando el número 2 por debajo del 1 pero en relación directa; asociado se encontró un hueso de camélido y, ligeramente por debajo del mamut 2, a pocos centímetros apareció un tercero, el mamut 3, que se encontraba en la capa Vb, intruyendo en la Va”.

Indica que los mamuts 1 y 2 aparecieron entre los 2.10 y 2.60 m de profundidad, pues debido al mal estado de los huesos, tal que ni los molares pudieron ser rescatados enteros; se suspendió la excavación a los 3.98 m de profundidad.

Los mamuts han sido clasificados como Mammuthus Imperator Leidy y al camélido de la especie Camelops hesternus”.

Según los arqueólogos, “aparecieron, asociados con los mamuts 1 y 2, una lasca de andesita, una de obsidiana, además de varios pequeños fragmentos de latita vitrofírica, de menos de 1 cm, ninguno de ellos rodado. Todos los materiales se encuentran, en la Cuenca de México, pero no en la inmediata vecindad del sitio, por lo cual deben ser tomados en cuenta como indicadores de la presencia humana. La medida de hidratación de obsidiana de la lasca de este material arrojó una edad de 11,170 años pero es una edad que habría que ajustar, debido  a la alta alcalinidad de la capa, siendo posible una fecha mayor.

 

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El pasado 18 de mayo el INAH hizo público el hallazgo de huesos de mamuts y enterramientos humanos. A la fecha van 132 restos de mamuts y 19 personas encontrados. Foto: Especial

 

“EL HOMBRE ESTUVO AHÍ”

El biólogo Lauro González Quintero, un científico de larga trayectoria y reconocimiento entre los académicos de México, sobre el hallazgo de mamuts en Santa Lucía comentó:

La fauna del Pleistoceno del Continente Americano ha sido muy diversa, pues sus porciones sur y norte han estado separadas por espacio de muchos millones de años y cada una origina biota distinta. Pero al conectarse, mediante Centroamérica, ocurre el fenómeno migratorio  denominado Gran Intercambio de Fauna Americana”.

González Quintero mencionó que ese gran intercambio se lleva a cabo poco antes del inicio del periodo Cuaternario, hace poco más de 2.6 millones de años.  “En general, la biota septentrional resulta enriquecida con elementos sudamericanos. De esa suerte, el territorio ahora mexicano dispone de enorme diversidad biótica”, dijo.

El biólogo señaló que es difícil establecer cuándo llegó el Homo sapiens al continente americano. “Por eso resulta importante analizar e investigar cualesquier de los escasos hallazgos de evidencias donde se pudiese encontrar datos para responderla. Éste es el caso de Santa Lucía”.

De acuerdo con González Quintero, en el Pleistoceno Superior, es decir desde hace 130 mil años, es probable la presencia humana en el Continente Americano. “Salvo los últimos 10 mil años, durante ese lapso se desarrolla la Glaciación Wisconsin en el septentrión americano con pulsaciones progresivas, de las cuales su expansión más reciente ocurre en cerca de 30 mil años y se conoce con Último Máximo Glacial (UMG). Este periodo resulta especialmente crítico para precisar el arribo de los humanos porque el avance de los hielos impele a todos los organismos vivos hacia latitudes menos hostiles, esto es hacia el territorio mexicano. Aquí cabe recordar el hallazgo en El Cedral, San Luis Potosí con 30 mil años y Tlapacoya, Estado de México, con 20 mil años”.

FUE SITIO DE MATANZA

Dijo que con anterioridad al UMG, el fondo de la Cuenca de México estuvo ocupado por lagos profundos donde vivían especies tropicales con otras de requerimientos templados. “Pero el avance de los hielos septentrionales provoca aridez progresiva y los lagos pierden su tirante hídrico,  pero dejan capas sedimentarias, cuyo eventual estudio por diversos especialistas, pueden desvelar la historia de los fenómenos involucrados. De ahí la importancia de los mamuts de Santa Lucía”.

El profesor de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) dijo que “parece verosímil aceptar que los paquidermos fósiles pudieron tener comportamiento similar a los actuales, esto es, búsqueda de agua en sus travesías migratorias. Aunque no tienen impedimento para trepar lomas, aparentemente prefieren las planicies”.

En opinión de González Quintero, “si fuera un lugar donde se encontraran sólo paquidermos se estaría en posibilidad de calificarlo como cementerio, pero como contiene diversos animales herbívoros, como camellos y también caballos, es improbable que diversas especies lo escogieran como cementerio.  Más bien cabe considerarlo como sitio de matanza”.

Y concluye que es de particular interés la presencia de caballos, “pues en Norteamérica ejemplares de este género asociados con puntas de proyectil tipo Clovis, que podrían situar a la fauna alrededor de 12 mil años atrás. En cambio, en El Cedral, existen osamentas de caballos con huellas para descarnarlos con antigüedad de 30 mil años. Pero, mencionar las especies encontradas no es significativo para establecer el vínculo con humanos, se requiere la opinión experta de quienes las excavan para saber si observaron huellas de trabajo humano. Debajo de las capas fosilíferas conocidas es difícil aventurar qué existe”.

 

POCO QUEDA A LA VISTA DEL LEGADO PREHISTÓRICO

La extraordinaria riqueza natural de la Cuenca de México provocó que fuera el hábitat idóneo de un gran número de fauna pleistocénica, que al parecer quedó atrapada en los terrenos fangosos y, por tanto, sus restos están distribuidos en los antiguos lagos, dijo Guadalupe Jiménez Madrid, cronista municipal de Temascalapa, lugar del cerro De Paula, que está pletórico de vestigios prehispánicos y está a 10 km en línea recta a lo que será el aeropuerto Felipe Ángeles.

De acuerdo con los estudios que Jiménez Madrid ha hecho, las favorables condiciones ecológicas atrajeron a grupos de cazadores-recolectores, que a lo largo de miles de años no sólo desarrollaron la agricultura, sino también fueron capaces de explotar con eficiencia el lago y las montañas que lo rodeaban, convirtiéndose en sociedades sedentarias que alcanzaron complejos niveles de organización.

 

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Puntas de un hallazgo en otra cuenca del Valle de México; iguales se han encontrado en Santa Lucía. Foto: Especial

 

De modo que, no es extraño explorar en lo que fue el lago de Xaltocán (hoy Santa Lucía) y encontrar restos de mamut, caballo, camello u otras especies, como tampoco es raro hallar evidencia humana registrada como pequeñas concentraciones de materiales o como estructuras de diferentes tamaños, especialmente al recordar que Xaltocán fue un centro regional del Posclásico Temprano y Medio, dominado después por Cuauhtitlán y sus aliados Tepanecas en 1398 d. C. y luego por la Triple Alianza, al mismo tiempo que colindaba con población Aculhua como es el caso de Temascalapa, lo que hace inferir que dicha zona sirvió como un tipo de frontera entre los grupos étnicos dominantes de ese momento”.

Mencionó que, si bien las ciudades-estado o los grandes yacimientos han acaparado la atención de especialistas y de curiosos, todo el material arqueológico es de interés para el INAH. “Sin embargo, de dicho legado histórico es poco lo que queda a la vista, aclarando que no es por falta de vestigios o restos fósiles, pues las condiciones del suelo muchas veces permiten una buena preservación, pareciendo que el problema está en la falta de recursos económicos.

 

INVESTIGACIONES DE 1976 Y 1980 SON CLAVE, DICE CARBOT

Los hallazgos de restos de mamuts y otras especies de torno a la construcción del aeropuerto Felipe Ángeles no son fortuitos. Los trabajos de junio de 1976 y octubre de 1980 en el mismo terreno fueron la base para la ubicación de mayo 2020. Así lo explica el paleontólogo Gerardo Carbot Chanona:

Yo se sé que históricamente había indicios de hallazgos de animales prehistóricos en la zona. Fue a raíz que los investigadores del INAH, desde que están las  obras de construcción del nuevo aeropuerto empezaron a ver la manera de rescatar todo este material para que no se pierda justamente durante las labores de construcción. Parece que empezaron en septiembre, octubre de 2019 a  excavar para rescatar a los ejemplares y hasta la fecha es que dan a conocer esta información”.

El especialista dijo que los restos de megafauna, de mamíferos grandes como perezosos, osos, mamuts son comunes en el Valle de México, aunque no tan numerosos como los de Santa Lucía, eso es porque el Valle, hace más de 20 mil años, era zona de pastizales, vegetación fría, templado, propicio para este tipo de animales.

 

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El paleontólogo Gerardo Carbot Chanona. Foto: Especial

 

De acuerdo con Carbot, los especialistas tendrán la responsabilidad de investigar por qué el número tan elevado de mamuts. Y dijo que puede ser por dos razones, una porque haya sido un cementerio, donde llegaban a morir; que hubo un evento catastrófico, como una lluvia que los arrastró, porque, además, el hallazgo está asociado con restos de camellos, caballos, bisontes.

Dijo que utilizando las herramientas necesarias se podría saber la edad en que murieron esos mamuts en Santa Lucía.

Explicó que los mamuts entraron por Eurasia hace dos y medio  millones de años y se fueron distribuyendo hacia el sur.

Los que entran por Beringia, que es el puente entre Alaska y Asia es el Mamutus trogontherii, que es posiblemente en lo que deriva en el Mamutis colombi, que es el que habitó territorio mexicano”.

-Andrés Becerril

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