Damas de honor, entre manuscritos y retablos

El Archivo Histórico del Colegio de las Vizcaínas es un espacio abierto al estudio de la historia de la educación femenina, hoy más cerca de las infancias

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Ubicado en la calle Vizcaínas, número 21, en el Centro Histórico, alcaldía Cuauhtémoc de la Ciudad de México, se levanta el imponente coloso virreinal que ha sobrevivido a inundaciones, guerras, temblores, y diferentes regímenes políticos hasta nuestros días.

Inaugurado el 09 de septiembre de 1767, el día de la Virgen de Aránzazu, el Colegio de San Ignacio de Loyola Vizcaína comenzó su labor social de brindar educación a niñas huérfanas, mujeres viudas o pobres. Un grupo de vascos provenientes de España, miembros de una Cofradía en honor a la Virgen de Aránzazu, fundó el colegio.

Según Josefina Muriel, en el libro Las Vizcaínas (2006), “los fundadores fueron aún más allá en su ayuda a las mujeres. La institución no sólo sería un refugio por su aspecto de recogimiento, sino a la vez, un centro educativo en donde las colegialas adquirían la mejor preparación para poder realizar sus vidas, de acuerdo a sus intereses personales. Esto se traducía en ‘tomar estado de casadas o religiosas’”.

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El Colegio de las Vizcaínas es la segunda institución novohispana que continúa en operación hasta la actualidad; la primera es el Hospital de Jesús y la tercera el Nacional Monte de Piedad.

La asociación se encuentra regida por un patronato, por su parte, la academia está incorporada a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y a la Secretaría de Educación Pública (SEP), a pesar de ser un colegio privado. Como institución privada, hoy en día recibe alumnos desde nivel prescolar hasta preparatoria.

En las entrañas

Excélsior hizo un recorrido al interior del inmueble para documentar la importancia de su acervo cultural, en compañía de dos de las mujeres protagonistas de salvaguardar la memoria histórica del colegio.

Por un lado, Janet Toledo García, responsable del Archivo Histórico del Colegio de las Vizcaínas; ella es historiadora con 6 años de experiencia, comenzó su trayectoria como prestadora de servicio social en la institución, más tarde recibió el ofrecimiento de formar parte de la plantilla como investigadora, para después hacerse cargo del archivo.

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Por otra parte, Elena Sánchez Cortina, coordinadora del Acervo Cultural, también acompañó el recorrido. Historiadora del arte, realizó parte de su investigación doctoral en el acervo. A través de 10 años de trabajo sólo interrumpidos por un breve periodo, comenzó su trabajo en el Museo del mismo colegio, donde impulsó el desarrollo de este a través de la innovación dentro de los espacios.

Esta construcción empezó en el año 1732. Encargaron el proyecto a un arquitecto llamado Pedro Bueno Basori, pero él murió. Continuó los trabajos Miguel de Rivera. La construcción comprende 25,000 metros cuadrados, tenemos 9 patios y una capilla que hoy conserva 5 retablos originales”, especificó Sánchez Cortina.

Y continuó, “entonces hoy en día se dice que es un colegio laico, pero en esa época la palabra ‘laico’ no aplicaba; lo mismo era un colegio, pero las alumnas que vivían aquí eran internas, tenían misa todos los días a las 6:00 de la mañana su educación era religiosa, aprendían a leer, escribir y, sobre todo, a bordar”.

El olor de la historia

La sala de consulta resulta ser un espacio propicio para toda bienvenida al recinto que, durante más de dos siglos ha apostado por la formación femenina como un elemento indispensable dentro de la sociedad.

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A decir de Toledo, desde su fundación, el archivo se posicionó como un aspecto prioritario para los vascos, por ello, se redactaron lo que llaman Constituciones, una serie de lineamientos sobre cómo regir al colegio, los estatutos administrativos, legales, económicos y de operación 

En la Constitución número cuatro dice que habrá un archivo, entonces es muy importante el archivo siempre ha sido muy importante. Aquí se guarda el libro de entradas y salidas de las niñas y el de los dineros. El primer archivista de ese tiempo fue Ambrosio de Meave, él era el administrador del colegio junto con Teresa Lizarza”, detalló la responsable del recinto documental.

“Fue ella misma (Teresa Lizarza) que desde el primer día fue nombrada como secretaria, entonces empezó a guardar los documentos, desde ahí nos damos cuenta que para ellos fue muy importante tener un archivo, porque era importante registrar todo lo que pasaba por medio de los documentos vamos a ver actas de ellos mismos en donde justo registran toda la vida cotidiana de Vizcaínas”, reiteró la especialista.

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Resguarda la historia completa del inmueble, de sus alumnos, la vida cotidiana de cada época a través de piezas artísticas, fotografías, piezas de museo, así como un sinfín de libros y documentos relacionados con la educación de la mujer dentro de la institución.

Uno de los documentos de mayores dimensiones del acervo es un borrador de las Constituciones redactadas por el jurista novohispano Francisco Javier Gamboa. Se trata de un impreso de más de 2 metros de longitud.

El proceso para poder ingresar al Colegio de las Vizcaínas consistía en enviar una carta de petición, misma que era sometida a una dinámica de deliberación. En caso de ser aceptada, tenía que cubrir un costo de 10 pesos, recursos que estaban destinados a comprar ropa, alimentos, telas, y mantenimiento del inmueble.

Las actas describen cómo era un día normal en Vizcaínas: Se levantaban a las 5:00 de la mañana, iban a misa, tomaban su desayuno, realizaban tareas de limpieza, iban al rosario. Es decir, descripciones muy interesantes”, puntualizó.

Reconocimiento a la labor

A lo largo de su existencia, el archivo ha desarrollado una función crucial dentro del entorno educativo de la institución: acercar los documentos a los niños; a través de exposiciones, recorridos, platicas, muestras documentales, busca dejar un impacto en la comunidad de Vizcaínas. 

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Una de sus principales funciones es proporcionar servicio a los alumnos, profesores y comunidad en general del Colegio de las Vizcaínas, además, reciben investigadores externos de diferentes niveles académicos. Las consultas del extranjero son parte importante de los servicios que ofrece el archivo.

Por ello, el Archivo Histórico del Colegio de las Vizcaínas pertenece al programa Memoria del Mundo, de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), cuya finalidad es fomentar la conservación, preservación, así como promover la consciencia sobre la importancia del patrimonio documental del mundo.

Además, está catalogado por el mismo organismo como Memoria de México, América Latina y del Caribe. Finalmente, en el 2013 se le dio la denominación de Memoria del Mundo Internacional, “justo es por la singularidad de estos documentos como la historia de la educación de la mujer. Este último reconocimiento nos compromete a conservar y difundir el archivo de Vizcaínas porque hemos alcanzado los tres niveles de distinción”, reconoció Toledo.

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Un sentido artístico

Aparte del tema de la educación de la mujer, hay una parte del acervo muy importante que es la música: tenemos 575 manuscritos musicales que fueron compuestos principalmente por compositores de la Nueva España, otros del siglo XIX y algunos europeos”, mencionó Sánchez.

Parte de la colección de partituras perteneció al antiguo Colegio de San Miguel de Belén, cuyo acervo se trasladó a Vizcaínas durante las Leyes de Reforma. El catálogo de las piezas está disponible en línea para su consulta.

En el archivo se conservan los contratos de los retablos elaborados por José Joaquín de Santiagos. Uno de los principales retablos dedicado a San Ignacio de Loyola, de mediados del siglo XVIII tuvo un costo de 7000 pesos de la época. “Eso es lo que hace muy rico este archivo que son pues los documentos que respaldan las obras que se hiciera entonces el edificio”, redondeó la historiadora del arte.

Anécdota obligada

Me gustaría mencionar a una mujer que llegó aquí en el año de 1877 con sus 2 hermanas, se llamaba Julia Mörner, su papá era sueco y la mamá murió, entonces inscribieron a las hijas aquí. Luego las 2 hermanas murieron, Mörner vivió 93 años de los cuales más de 80 los vivió en el colegio. Escribió sus memorias, estas son muy interesantes porque describe el periodo del porfiriato”, compartió la doctora en historia. 

“En sus memorias narra cómo Porfirio Díaz venía al colegio cada año y distribuía los premios. Tenemos los discursos de Porfirio Díaz aquí en el archivo, y a ella le tocó vivirlo”.  El mandato de Díaz fue una de las etapas de mayor florecimiento gracias al impulso que el mandatario promovió del plantel.

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La estructura archivística

Ya dentro del depósito central del archivo, Janet Toledo explica que “está en catalogado de forma topográfica, eso quiere decir que se le dio una clasificación dependiendo del lugar en donde está ubicado cada volumen o expediente”.

El repositorio cuenta con una sección de estantería móvil donde se encuentra el material más antiguo, es decir, perteneciente a Memoria del Mundo. Para su resguardo, son necesarias cajas de polipropileno para garantizar la conservación de los soportes documentales que van desde papel de algodón, encuadernados en piel, pergamino, entre otros.

En otro bloque, con mobiliario de metal, se puede observar la relación temática y numérica espacial que el acervo ha adoptado con el paso del tiempo.

Por su parte, el acervo en general cuenta con un nivel óptimo de conservación, gracias al constante monitoreo realizado por una especialista en restauración, quien se encarga de evaluar las condiciones que guarda el espacio destinado a la custodia de los documentos, aunado a un proceso de fumigación periódica.

Además, cuenta con un dispositivo de medición de la humedad y temperatura, a esto se suma un minucioso procedimiento de limpieza del local. Un aspecto que se cuida en todo momento es la correcta manipulación de las piezas documentales con equipo de protección personal.

Una probadita de historia

El archivo histórico preparó una muestra de documentos para Excélsior, cuyas piezas únicas dan cuenta de la relevancia del acervo catalogado por la UNESCO. 

Un libro de administración, elaborado a base de acuarela del siglo XVI perteneciente a la Cofradía del Santísimo Sacramento; ejemplar único en su tipo que resalta por su belleza estética gracias a los colores, escritura a mano y la técnica empleada para creación.

Una escritura de venta en náhuatl que data de 1595, conocido como el ‘Códice Vizcaínas’, una reliquia documental que contiene rasgos prehispánicos en su contenido y diseño. Muestra el plano de un terreno en venta con medidas.

Por otro lado, uno de los documentos fundacionales del colegio, cuyos grabados enaltecen a la Virgen de Aránzazu. A un lado, los borradores de las Constituciones que sirvieron como base para la operación del recinto. Pueden apreciarse las enmendaduras y correcciones hechas a los bosquejos.

Destacan entre los ejemplares que resguarda, los recetarios de la botica, donde se describen los diferentes remedios, y su preparación, para curar todo tipo de enfermedades. Cabe destacar la singular letra con que está escrita cada receta, muy difícil de descifrar más allá de la paleografía.

Existe el listado de cómo mandaban a hacer con el boticario todo lo que utilizaba, como flores, té de rosas, agua de azar, y hasta pelos de castor”, resaltó Toledo.

La pieza más socorrida por visitantes e investigadores, la carta de solicitud de ingreso al colegio escrita por Josefa Ortiz de Domínguez. Hace una sagaz petición para formar parte del complejo mediante un curioso argumento “para quitarme de los males del mundo”. Abajo en el documento está la respuesta de la cofradía aceptando su solicitud.

El final del recorrido

Existe un video de la etapa porfirista, en la época en que los hermanos Lumiere llegaron a México para hacer las primeras filmaciones en el país, lograron grabar a un grupo de alumnas de Vizcaínas realizando algunos ejercicios de gimnasia en el patio del colegio.

El compilado de recortes periodísticos relacionados con el recinto y la institución forma parte de la muestra. La actriz del cine de oro mexicano, Sara García, estudió en Vizcaínas, así está consignado en una nota de un periódico local.

El archivo está abierto a investigadores, para consultas y servicios es necesario escribir al correo electrónico comunicacion@vizcainas.mx, o visitar el sitio web oficial www.vizcainas.mx

     

«pdg»