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Carlos y Camila: la historia de amor que puso en jaque a la corona

El rey y la reina consorte de Reino Unido tuvieron que esperar más de 30 años para poder consolidar su relación frente a la monarquía, pueblo británico y el mundo

Azul del Olmo | 17-09-2022
Rey Carlos III y Camila
Tras casarse con Carlos, Camila rechazó el título de princesa de Gales, por respeto a la memoria de Diana, y adquirió el de duquesa de Cornwell. Fotografía: AFP



 

Discreta, educada, virgen, soltera, con buena reputación, de familia aristócrata, sin “un pasado” que reprochar, que no diera problemas ni de qué hablar y, sobre todo, que tuviera la aprobación de la reina Isabel II… ése era el perfil que en los años 70 la monarquía británica buscaba en la mujer que se convirtiera en la esposa del entonces príncipe de Gales, Carlos.

En ese tiempo el heredero al trono estaba en busca de quien sería la mujer que lo acompañaría cuando se convirtiera en rey y así darle continuidad al reinado de la Casa Windsor. Si bien el entonces príncipe Carlos encontró en Camila Shand su alma gemela, la joven no cumplía los requisitos que la monarquía requería, por esta razón Carlos fue obligado a elegir a otra mujer… Diana Spencer, de tan sólo 19 años, cumplía con los requisitos, pero nunca tuvo el amor de quien se convertiría en su esposo por más de 20 años.

La historia de amor del hoy rey Carlos II y la reina Consorte Camila ha sido una de las más publicitadas en los medios de comunicación: desde que se conocieron en los años 70, cuando cada uno se casó con personas con las que no estaban destinadas a estar el resto de su vida, las infidelidades en las que ambos participaron y, después de poco más de 30 años, lograron que su amor fuera aceptado por la monarquía y el pueblo británico y se sellara con su matrimonio en 2005.

Camila conoció a Carlos en los años 70 durante un partido de polo, fue ahí que la joven se acercó al entonces príncipe y le comentó que su bisabuela, Alice Keppel, había sido amante de su tatarabuelo Eduardo VII. “Siento que tenemos algo en común”, fueron las palabras con las que Camila obtuvo la atención de Carlos, quien después se enamoró de la joven.

Se cree que el amor entre ambos fue a primera vista, además de que compartían intereses como la pasión por los caballos y la jardinería, sin embargo, las ocupaciones del príncipe lo llevaron a alejarse durante ocho meses al irse a hacer carrera con la Royal Navy; en ese tiempo Camila se casó con Andrew Parker Bowles, un oficial del ejército británico con quien tuvo dos hijos, tomó su apellido y estuvo casada hasta 1995.

Si bien ya no eran pareja, Camila y Carlos continuaron siendo parte de la vida de uno y del otro; Carlos se convirtió en el padrino de bautizo de Tom, el primer hijo del matrimonio Parker-Bowles y fue hasta después del nacimiento de Laura —la segunda hija— que Camila y Carlos retomaron su relación, ahora de manera oculta.

Tan sólo dos años después, en 1981, Carlos se convertiría en el protagonista de “la boda del siglo” al contraer matrimonio con Diana Spencer, quien se convirtió en Diana, princesa de Gales, y con quien procreó a Guillermo y Enrique, duque de Cambridge y ahora príncipe de Gales, y duque de Sussex, respectivamente.

Andrew le fue infiel a Camila desde el primer año de su matrimonio… de la misma forma que ella lo fue en los brazos de Carlos.

Por su parte, Diana entendió desde un día antes de casarse que Camila era el amor de la vida de Carlos —quien le regaló a su “amante” un brazalete con las iniciales F y G, Fred y Gladys, los nombres cariñosos que usaban los enamorados; sin embargo, el paso del tiempo y el hartazgo de la situación llevó a Diana en 1995 a ofrecer una escandalosa entrevista en la que señaló que era un matrimonio de tres.

Por su parte, Carlos tuvo que enfrentar el escrutinio público al convertirse en el hombre que engañó por años a Lady Di y Camila enfrentó la opinión pública —en medio de su divorcio de Parker-Bowles— como la mujer responsable del rompimiento de la pareja real.

En 1996 la reina Isabel II ordenó que Carlos y Diana se divorciaran, y con Camila también divorciada parecía que podrían consumar su historia de amor, pero el protocolo de la monarquía ponía en jaque al heredero del trono, ya que si se casaba su sucesión a la corona podía verse truncada porque Camila era divorciada.

Un año después la princesa Diana murió en un accidente automovilístico en París, Francia, y es Carlos quien fue a reconocerla y repatriar sus restos a Reino Unido.

 

LIMPIANDO LA IMAGEN Y EL CAMINO AL TRONO

 

Tras la muerte de Diana, la paulatina flexibilización del protocolo real, él viudo y ella divorciada, parecía que Camila y Carlos tenían todo a su favor para por fin ser una pareja a la vista del mundo; sin embargo, tenían a la opinión pública en contra.

Por un lado Carlos tuvo que enfocarse en Guillermo y Enrique como padre para que los príncipes pudieran superar la muerte de su madre y, por el otro, Camila nunca gustó de los reflectores, así que de manera discreta ambos fueron limpiando su imagen, él con su papel de padre y ella con pequeñas acciones que la fueron acercando a la corona.

La posición de Carlos era que Camila no era negociable en su vida, no esta vez, y así comenzó una campaña cuidadosamente coreografiada para rehabilitarla ante la opinión pública. Comenzó con una salida nocturna del Hotel Ritz en 1999, donde celebraron el cumpleaños 50 de la hermana de Camila.

En el 2000 la reina Isabel II conoció de manera formal a Camila y tres años después, con su autorización, la pareja se fue a vivir a Clarence House. Dos años más tarde se casaron en una ceremonia civil en Windsor Guildhall, sellando su amor después de tres décadas.

Camila rechazó el título de princesa de Gales, el cual le correspondía por estar casada con Carlos, por respeto a la memoria de Diana, adquiriendo el de duquesa de Cornwell; al tiempo trascendió que, llegado el momento en que Carlos subiera al trono británico, no quería ser reina consorte.

El 8 de septiembre pasado, la reina Isabel II falleció en el Castillo de Balmoral, en Escocia, y con esto Carlos se convirtió en el rey Carlos III. Tiempo antes de su fallecimiento, la monarca decretó que Camila sería llamada reina consorte, la orden se acató al pie de la letra y desde la semana pasada la chica londinense es conocida como Camila, reina Consorte de Reino Unido.

 

 

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