CIUDAD DE MÉXICO.
“El retorno es complejo porque los deportados viven una situación que no estaba prevista en su plan de vida”, dice la especialista Guadalupe Chipole, directora del Centro de Atención y Apoyo a Migrantes, un organismo no gubernamental en la Ciudad de México.
El problema es, por un lado, el hecho de la deportación, que, aunque para los indocumentados es siempre una posibilidad, para muchos de ellos (que llevaban hasta 20 años en esa condición) parecía lejana o simplemente improbable.
Al ser obligados a regresar a México encaran una situación no sólo no deseada, sino una en la que enfrentan sentimientos diversos.
“No es tanto un rechazo hacia el país, sino una frustración y enojo”, señaló Chipole, quien destacó, entre otras cosas, la reincorporación a una sociedad o incluso a una familia que ya no es aquella que dejaron o de la que salieron.
En muchos casos hay sentimientos de angustia por las familias que dejaron en Estados Unidos y cómo van a enfrentar el futuro.
Por ello, Chipole recomienda:
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