Venezuela vive dos realidades
Los ciudadanos enfrentan la escasez, mientras la clase alta y funcionarios del gobierno están en otra situación
CIUDAD DE MÉXICO.
Venezuela parece hoy un país con dos realidades.
Una, la que dice que hay supermercados donde no falta nada para aquellos que tienen dinero.
La otra es la de las filas en los supermercados y la creciente desnutrición infantil.
Para los partidarios del presidente Nicolás Maduro, la primera afirmación es un desmentido a la idea de que hay desabasto en Venezuela.
Pero como suele ocurrir, hay productos para quienes tienen los recursos -ciertamente las clases altas, pero también funcionarios de gobierno y políticos cercanos al oficialismo-.
Pero no es que haya fracasado el socialismo, comentó el historiador Alejandro Velasco, de la Universidad de Nueva York, sino el modelo seguido por el coronel Hugo Chávez que “profundizó el petro-estado rentista otrora existente” para llegar a un híbrido que el catedrático describió para Excélsior cómo “lo peor de ambos mundos”: un socialismo muy a medias sobre un petro-estado rentista total.
El factor agravante con el chavismo-madurismo ha sido añadirle al petro-estado un socialismo a medias”, agregó.
Otros tienen una visión diferente aunque no necesariamente opuesta.
El mayor general Cliver Alcalá, presentado como un cercano colaborador del fallecido Hugo Chávez, denunció recientemente que “en los últimos tres años” ha proliferado la anarquía y “nos ha llevado a problemas graves, de corrupción, porque se entendió que la corrupción era libre”.
En declaraciones a la emisora británica BBC, Alcalá rechazó la idea de un fracaso del “chavismo”. En realidad, dijo, pasa por un “momento difícil” que se resolverá con la eliminación del sectarismo, que definió como “un pequeño grupo que se vino a enriquecer, que ve el poder por el poder. Que ha pensado que puede prevalecer con esa doctrina de la anarquía y no es así porque el venezolano no es así”.
El hecho sin embargo es que Venezuela “enfrenta al empobrecimiento creciente de su población a causa del aceleramiento de la inflación, el desabastecimiento extendido de alimentos, medicamentos y otros bienes, el deterioro de los servicios públicos y la caída sostenida de la actividad productiva”, según la Academia Nacional de Ciencias Económicas (ANCE).
La ANCE denunció recientemente el deterioro de la calidad de vida de los venezolanos “que soportan enormes filas, aguantando horas a la intemperie frente a establecimientos comerciales con la esperanza de poder comprar los productos que necesitan, y sufren secuelas graves cuando no consiguen los remedios requeridos o no pueden operarse por falta de material quirúrgico”.
Peor aún, agregó la ANCE en una carta abierta el pasado mes de mayo, se deben mencionar “los efectos del hambre y de la malnutrición en los sectores más vulnerables de la población: niños, ancianos y madres solteras de escasos recursos”.
La demostración más dramática de la crisis es el incremento de la tasa de desnutrición infantil, que llegó a nueve por ciento en el segundo semestre de 2015, cuando el consumo de calorías pasó de 2,500 a 1,780 por día, según el Observatorio Venezolano de Seguridad Ciudadana (OVS) y la Fundación Bengoa de alimentación.
Hay un deterioro en la dieta de los venezolanos, advirtió la Fundación. Un 12% comería menos de tres veces al día y alimentos como carne y leche son cada vez menos accesibles.
El problema “es la falta de acceso a básicamente cualquier cosa y a todo”, afirmó por su parte el historiador Velasco, en The Huffington Post.
Maduro no ha cambiado la orientación económica del modelo que planteó Chávez, sin duda no de manera sustancial. Sólo que con ingresos muy mermados se ha visto obligado a hacer cambios en los márgenes por necesidad mas no por convicción -por ejemplo reducir el gasto público, importaciones, subsidios, etcétera. Pero al mantener tanto los subsidios petroleros como el control de cambio, estas medidas son completamente insuficientes para paliar la crisis”, dijo Velasco a este diario.
La carestía es de alimentos y medicinas. Pero eso es tal vez la punta más sobresaliente de una crisis que obligó a “La Polar”, la marca de cerveza más popular del país, a cerrar sus plantas debido a la falta de insumos. Hace dos días anunció sin embargo que reactivará su producción en julio, gracias a un préstamo de 35 millones de dólares para comprar cebada malteada y lúpulo, materia prima para la fabricación de cerveza y bebida de malta, y láminas de acero para manufacturar las corcholatas.
El hecho es que por lo pronto Venezuela enfrenta una brutal crisis económica, que no sólo ha hecho caer el tipo de cambio de una moneda que alguna vez fue considerada como parte de la canasta de divisas “duras” del mundo y que hoy se ubica en el mercado negro a unos 500 bolívares por dólar.
Enfrenta además una tasa de inflación que el gobierno venezolano estimó en 187.5% para 2016, pero que otras fuentes, incluso el Fondo Monetario Internacional (FMI) calcularon en 700% para este año y tal vez 2,200 por ciento en 2017.
De acuerdo con la ANCE, el problema no será resuelto con aumentos salariales por decreto, que en su opinión sólo contribuyen a la inflación.
Para la organización, la crisis puede ser resuelta si se toman las medidas adecuadas. “La inflación se derrota reduciendo radicalmente el déficit público, que arroja a la circulación ingentes sumas de dinero sin contrapartida alguna en bienes y servicios”, y por tanto el gobierno debe dejar de emitir dinero sin respaldo.
Propuso además reactivar el aparato productivo mediante la derogación de la Ley Orgánica de Precios Justos, para permitir “la promoción de la competencia, en un escenario de precios estables y de garantías jurídicas”.
Con todo, Venezuela vive desde enero bajo un estado de excepción, una situación que el gobierno del presidente Nicolás Maduro considera como necesaria para enfrentar la crisis económica.
Pero el grado en que su gobierno es parte responsable de esa crisis es parte del debate. Para la oposición, es por lo menos corresponsable, toda vez que la política de nacionalizaciones puso al Estado en propiedad de ingenios, es dueño de ingenios, plantas procesadoras de café y de maíz, entre otras.
De acuerdo con el semanario estadunidense The NewYorker, el presidente Maduro “se ha concentrado en su apoyo político en lugar de atender asuntos prioritarios” y de hecho, ya en agosto de 2014 Venezuela encabezaba el Índice de Miseria Mundial, que se basa en la inflación, el desempleo y otros factores económicos.
Por lo pronto, la problemática económica del país se refleja en su capacidad de importar alimentos o insumos necesarios para producirlos y en la baja de la producción nacional. Como ejemplo, se estima que las importaciones de Brasil -uno de los principales proveedores de alimentos- pasaron de 150 millones de dólares en enero de 2015 a poco menos de 50 millones en enero de 2016.
A principios de año, ya varios grupos empresariales afirmaban que la escasez de alimentos en Venezuela estaba entre 50 y 80 por ciento, según el rubro. Peor aún, acusaban, “en muchos de esos productos el gobierno tiene significativa participación en la capacidad instalada para su elaboración, porque son de empresas que fueron expropiadas”.
Para el ingeniero Rodrigo Agudo, coordinador de la Comisión Agroalimentaria de la Unidad Técnica de la Mesa de la Unidad (MUD-oposición) y considerado como experto en el tema agroalimentario, la responsabilidad del gobierno está fuera de duda.
Si hoy hay desabastecimiento, el gobierno es por lo menos corresponsable: 70% de las procesadoras de café están en sus manos, y no hay café; es dueño de 50% de la capacidad instalada de pulverización de leche, y no hay leche en polvo; es dueño de 55% de la capacidad instalada para la producción de harina de maíz precocida, y no la hay tampoco; es dueño de 10 de los 16 ingenios azucareros del país, y produce sólo 20% mientras que los seis privados producen el 80% restante; es dueño del 70% de la capacidad instalada de las envasadoras de atún y sardina, y no se consigue ninguno de los dos. Estas cifras dan para la reflexión”.
De acuerdo con informaciones desde Caracas, los venezolanos deben hacer a veces horas para conseguir algunos alimentos y el gobierno entrega cada 21 dias bolsas de canasta básica.
Pero la ayuda es poca e insuficiente: “La bolsa te trae un paquete de harina, un kilo de arroz, una bolsita de jabón de lavar, ni siquiera de jabón de bañarse, cada 21 días. ¿Crees que eso alcanza para una familia que tenga cinco, seis muchachos?”, de acuerdo con declaraciones de una residente caraqueña, identificada como Margarita Sánchez, a la agencia EFE.
La carne, por ejemplo, cuesta cinco mil bolívares el kilo. A precio de mercado negro, eso equivale a unos 9.20 dólares, que de acuerdo con la organización representarían la tercera parte del ingreso mensual de Sánchez, una profesionista jubilada.
El gobierno extenderá los cortes de luz
El gobierno de Venezuela extendió el racionamiento eléctrico que durante tres horas se aplica en todo el país, excepto Caracas, y para ello divulgó un “plan de administración de cargas”, en el que se mantienen los horarios establecidos.
La nueva disposición se hará efectiva a partir de mañana.
El pasado 21 de abril, el ministro de Energía Eléctrica de Venezuela, Luis Motta Domínguez, anunció el inicio de un plan de racionamiento eléctrico debido a la sequía y que estimó se extendería al menos durante 40 días con cortes del servicio durante cuatro horas diarias, que posteriormente se disminuyó a tres horas.
La suspensión del suministro eléctrico se ejecuta en cinco horarios diferentes y se aplica por zonas geográficas.
Los casi 30 millones de habitantes de Venezuela registran un consumo promedio de 15,500 megavatios por hora, 9,500 de los cuales son generados por las hidroeléctricas.
–EFE
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