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Los juniors están en la antesala del poder en Cuba

Los líderes históricos comienzan a dejar los puestos más importantes en el gobierno a personas educadas bajo el régimen socialista y que no conocieron la dictadura

María Fernanda Navarro | 05-08-2013

CIUDAD DE MÉXICO, 5 de agosto.- Por más de cinco décadas, el poder político en Cuba se ha concentrado en manos de los combatientes de Sierra Maestra, pero con el paso de los años se hace evidente la necesidad de una renovación entre la octogenaria dirigencia política.

Recientemente Raúl Castro reconoció esta necesidad y durante su discurso en el Día de la Rebeldía Nacional, afirmó que está en marcha el proceso de transferencia de las principales responsabilidades de dirección de la nación a las nuevas generaciones.

Su declaración, junto con el anuncio de que éste sería su último periodo al frente del gobierno cubano provocó una avalancha de cuestionamientos sobre el rumbo político de la isla, que por años ha sido delineado por los hermanos Castro y el primer círculo de poder, conformado por la elite militar de veteranos de la revolución, mejor conocidos como Los Históricos.

Aunque algunos señalan que el retiro de la arena política de los hermanos Castro no es un indicador de su renuncia al manejo de la isla, las conjeturas sobre quién podría convertirse en el nuevo Presidente de Cuba se hacen cada vez más constantes tanto entre los cubanos como en los observadores internacionales.

Los reflectores ya están puestos sobre el relativamente joven Miguel Díaz-Canel, designado vicepresidente primero del Consejo de Estado en febrero de este año. Su nombramiento sorprendió a muchos debido a que el puesto nunca había sido ocupado por una persona que no hubiera combatido en la revolución.

Díaz-Canel, de 53 años, tiene una larga trayectoria política que, por supuesto, inició en los cuadros de la Juventud Comunista en la provincia de su natal Villa Clara y la provincia de Holguín. Tras un exitoso manejo político de la provincia de Holguín y por órdenes de Raúl Castro, pasó a formar parte del Buró Político del Partido Comunista Cubano (PCC). En 2009 fue nombrado ministro de Educación Superior y en marzo de 2012 alcanzó un lugar entre los cinco vicepresidentes en el Consejo de Ministros.

Durante su gestión en Villa Clara se observó tolerancia hacia movimientos culturales como festivales nacionales de tatuajes, reuniones de travestis y presentaciones de grupos de rock, muy poco comunes en otras provincias cubanas, por lo que es considerado un mandatario flexible pero en palabras de Raúl Castro, con “una sólida firmeza ideológica”.

Sin embargo, para Ann Louise Bardach, periodista estadunidense que ha cubierto por más de dos décadas las relaciones Cuba-Estados Unidos, Díaz-Canel resulta una especie de máscara para ocultar a los personajes que dirigen detrás de la escena política.

“No me compro todo este asunto de Miguel Díaz, creo que es poderoso, creo que es joven, que tiene influencia pero no creo que él esté dirigiendo el show”, dijo Bardach en una entrevista con Excélsior.

Para la también autora del libro Sin Fidel, la figura más poderosa en Cuba después de los Castro es Ramiro Valdés, participante de la revolución y actual miembro del grupo de vicepresidentes del Consejo de Ministros a cargo de la construcción, la industria básica, la informática y las comunicaciones.

“Los Históricos están muriendo, o ya murieron excepto por Ramiro Valdés, que es uno de los últimos que goza de buena salud. Así que él va a quedar detrás de escena”, aseveró la periodista.

Aunque no negó el importante papel que actualmente desempeña Miguel Díaz-Canel, consideró que mientras los viejos dirigentes cubanos se encuentren con vida no habrá una apertura política para la siguiente generación, al menos no en la toma de decisiones más relevantes del país.

“Mientras Ramiro Valdés esté vivo va a jugar un juego muy importante en los asuntos cubanos  porque es completamente de fiar y es un duro de línea. Miguel Díaz-Canel va a tratar de ganar espacios y Raúl ama tenerlo en el ojo público, pero no creo que Miguel Díaz-Canel tenga remotamente el monto de poder que tiene Ramiro Valdés”.

A los pronósticos de Ann Louise en contra del éxito de Díaz-Canel se suma el inimaginable actuar de los líderes cubanos, mismos que hasta hace unos años hicieron pensar a propios y extraños que Carlos Lage Dávila, un político joven con deseos de renovar el modelo económico sería el heredero de Fidel, quien lo nombró secretario del Consejo de Ministros.

Pero las predicciones de un nuevo rostro político fueron rápidamente eliminadas después de que Raúl Castro fue nombrado presidente y destituyó a Lage de su puesto.

“Lage era un hombre joven porque no había estado en la guerra, no había portado armas y se formó en la escuela de Fidel en términos políticos e ideológicos, pero a la llegada de Raúl terminó purgando a toda la gente de Fidel, o sea Lage está en desgracia”, recordó a este rotativo Ricardo Pascoe, embajador de México en Cuba de 2000 a 2002.

Los juniors de la revolución

Lejos del primer círculo de poder, hombres y mujeres cubanos de entre 50 y 65 años que no participaron en la revolución, pero que se educaron bajo las instituciones del régimen socialista, han empezado a tomar espacios importantes dentro de la política cubana.

Marino Murillo, presidente de la Comisión Permanente de Implementación y Desarrollo de los Lineamientos de la Política Económica; Esteban Lazo, presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular de Cuba; y Lázara Mercedes López, una de las dirigentes del PCC, son algunos de los miembros de “las nuevas generaciones” a las que se les entregará la responsabilidad de continuar construyendo el socialismo, al menos así lo dejó saber Raúl Castro durante su discurso de aceptación de su último mandato en febrero pasado.

De acuerdo con ese mismo discurso, Raúl Castro consideró que para los veteranos la mayor satisfacción era la tranquilidad y confianza que sienten al entregar el país a estos jóvenes que continuarán con la independencia y la soberanía nacional.

Pero el cambio en la dirigencia cubana no es un tema exclusivamente vinculado a la sucesión política, sino la protección de sus propios intereses, los familiares, dice Pascoe: “ellos saben que el cambio debe ocurrir, pero al mismo tiempo tienen que asegurar la protección de su familia y no solamente de la familia Castro, sino algunos de los viejos revolucionarios”.

Consideró que el tema de la sucesión se está llevando a cabo de forma totalmente calculada para seguir protegiendo los intereses políticos y económicos de estas familias y de los propios dirigentes que son requeridos por la justicia en otros países, y para ello ha surgido lo que Pascoe consideró como los juniors de la revolución.

“Son los hijos destacados de militares que fueron revolucionarios, han viajado por todo el mundo, hacen negocios, van a todos los actos y están presentes en eventos políticos, además tienen recursos y son sofisticados por la educación que han recibido”.

Bruno Rodríguez Parrilla, ministro de Relaciones Exteriores e hijo del ingeniero José María Rodríguez Padilla, quien ostentó altos mandos de dirección en el gobierno; Alejandro Castro Espín, vástago de Raúl Castro, quien ha ocupado cargos en el Consejo Nacional de Seguridad y el Ministerio de Defensa; y Luis Alberto López Callejas, yerno de Raúl que tiene importantes actividades en el sector económico de la isla, son sólo algunos ejemplos de hijos o familiares de dirigentes que ahora sostienen protagonismo en Cuba.

De acuerdo con Pascoe, es posible que sea en manos de estas personas que se concentre la toma de decisiones en el futuro: “están absolutamente comprometidos con el régimen y su continuidad, porque eso representa la seguridad de ellos y sus padres, pero al mismo tiempo es una dirigencia que ha viajado mucho y por ello está acostumbrada a las normas del capitalismo contemporáneo.

Por lo anterior, Pascoe consideró que es probable que esta generación política busque la apertura económica, pero que vigilen con recelo a las personas que entren al máximo circulo político cubano.

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