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Expresiones

Llegan a México joyas del barroco del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza

El Museo Nacional de Arte exhibirá por primera vez en México la obra Cristo abrazando la cruz, de Doménikos Theotokópoulos El Greco

JUAN CARLOS TALAVERA | 27-09-2022
Cristo abrazando la Cruz, de El Greco
Cristo abrazando la Cruz, de El Greco, representa a Jesús en una suerte de apoteosis. La pieza jamás había cruzado el océano Atlántico. Fotos: Cortesía Munal/ Museo Nacional Thyssen-Bornemisza.

Llegó a México por primera vez el cuadro Cristo abrazando la cruz, de El Greco, junto con siete obras más de artistas como Francisco de Zurbarán, Francisco de Goya, Bartolomé Esteban Murillo, Juan van der Hamen y León y Tomás Javier de Peralta, provenientes del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, de Madrid, como parte de la muestra Munal+Thyssen. La ruta infinita, que abrirá mañana en el Museo Nacional de Arte (Munal). 

La exhibición –que tuvo un costo inicial de 250 mil euros (cerca de 4.9 millones de pesos según la cotización de ayer)– incluye 16 piezas en total (ocho de cada colección) y abarcan una temporalidad de casi 450 años. 

 Además, explicó ayer Héctor Palhares, jefe de curaduría del Munal, emplea un título sugerente “que plantea un diálogo entre ambos lados del Atlántico, donde sensibilidades, temas, contenidos e iconografías se nutren a partir de la ruta infinita que, indudablemente suma la hispanidad y la americanidad”. 

 Una de las piezas destacadas es La virgen y el niño con santa Rosa de Viterbo (1670), de Bartolomé Esteban Murillo, “uno de los nombres clave para pensar en aquella sensibilidad de los contrastes lumínicos, de aquel llamado estilo vaporoso que tanta celebridad le dio como pintor de las inmaculadas y de temas religiosos”, apuntó Palhares. 

 También se presenta Santa Casilda, de Francisco de Zurbarán, (1630-1635), “en la que aparece representada la hija de un jeque que dejó la religión musulmana para convertirse al cristianismo, con ese preciosismo zurbaranesco con encajes, deshilados y el tratamiento espléndido de las telas, con patrones de arabescos, los ribetes con joyas que crean ese discurso de la sensorialidad del barroco”. 

 Otra pieza digna de mencionarse es La lamentación sobre Cristo muerto (1500), de Juan de Flandes, “un artista difícil de ver en México, salvo en las colecciones de los museos Nacional de San Carlos y Soumaya”, que cuentan con obra de este pintor que trabajara para la reina Isabel la Católica. 

 Finalmente, Palhares destacó las piezas El tío Paquete y Retrato de Asensio Julià, de Francisco de Goya; y Cristo abrazando la Cruz, de Doménikos Theotokópoulos El Greco, obra que nunca había venido a México ni cruzado el Atlántico, la cual representa un Cristo en una suerte de apoteosis. 

El Greco, abundó el curador, “es célebre por su delicadeza. Estiliza en este amaneramiento las figuras para crear un puente entre la tierra y el cielo, es una espiritualidad propia de la contrarreforma católica en Europa que marcará estos baluartes de fe e inspiración devocional para toda la sociedad occidental, con esos ojos acuosos que miran a un plano superior y que se desprenden de la Tierra”. 

 En entrevista con Excélsior, Evelio Acevedo, director gerente del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza reconoció que traer a México las piezas ha sido complejo y costoso, aunque fue posible porque se contó con apoyo del gobierno español, a través de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID). 

Aseguró que la selección de piezas es de primer nivel, aunque se requiere diversos requisitos que garanticen que las piezas no sufrirán daño alguno, “por lo tanto, hay que pensar en cajas que garanticen las condiciones de humidificación y temperatura, y para ello cada pieza cuenta con un chip (en el interior del embalado) que indica su condición a lo largo del viaje. 

 Reconoció que en el futuro las grandes exposiciones que deban mover obra a uno y otro lado del continente serán complicadas y se deberá completar con contenido hecho con base en la tecnología. 

“Cada día es más difícil plantearse estas muestras que exigen la movilización de las obras, debido a la dificultad con el transporte y los seguros, que se han encarecido tremendamente. Tal vez, en un futuro, se puedan complementar las exposiciones al uso, como ésta, con más contenidos de tecnología, es decir, que convivan con una curaduría digital. 

“Pese a todo, hay que esperar que en el futuro se puedan seguir haciendo muestras como ésta, con la colaboración de distintos gobiernos y la participación privada, de mecenazgos, es decir, la colaboración público-privada para llevar el arte al público más amplio”, concluyó. 

 

 

 

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