Excélsior es toda mi vida”, afirma el fotógrafo David Solís Juárez (1960), al evocar los más de 50 años que ha trabajado en El Periódico de la Vida Nacional, en el que comenzó vendiendo ejemplares en Ciudad Satélite, a los 12 años, y se convirtió en un destacado artista de la lente.
Autodidacta, arriesgado, el fotoperiodista se enamoró de la fuente Policiaca, por cuya cobertura obtuvo en dos ocasiones el Premio Nacional de Periodismo, en 2001 y en 2023; y, narra en entrevista, “me permitió vivir la ciudad de manera intensa y plasmar el dolor de su gente”. Hoy cierra su ciclo laboral y se retira muy satisfecho.
Me voy muy contento, porque dejé un legado. Creo que en fotografía se necesita valor y ‘güevos’. Eso les digo a los jóvenes. Nunca pidas permiso, porque no te lo van a dar. Yo fui muy atrevido, me metía porque me metía”.
Solís detalla que, al verlo de voceador comprometido, primero lo llamaron para conducir la motocicleta con la que llevaba a los fotógrafos a cubrir las noticias y los regresaba para que revelaran e imprimieran las fotos que ilustraban tanto la edición matutina del diario, como las vespertinas Últimas Noticias y La Extra.
Poco a poco fui ayudando en el laboratorio de fotografía. Hacía los rollos, limpiaba las charolas y empecé a revelar y a imprimir. En una ocasión, hubo un accidente en Chalco y me mandaron a tomar fotos. Les gustó el material y me nombraron fotógrafo”.
David Solís realizó también la cobertura fotográfica de las secciones de Sociales, Espectáculos y Deportes. “Pero me gustó la adrenalina de la fuente Policiaca. Me sentí bien cubriéndola, me gustaba platicar con la gente. Es fuerte porque tienes que saber cómo tomar incendios, inundaciones, riñas, balaceras, enfrentamientos, atropellados. Siempre busqué mostrar el lado humano de la tragedia”, destaca.
El primer Premio Nacional de Periodismo que obtuvo, explica, fue por las imágenes de un niño que fue atropellado en Bucareli y Reforma, donde se ubicaba Excélsior, quien murió y la gente quería linchar al chofer.
Y el segundo reconocimiento, indica, fue por la serie que tomó de un joven que salió por la ventana de una habitación en llamas, en un edificio de las calles de Cuba y Chile, en el centro de la ciudad; y, para salvarse, intentó pasar al cuarto contiguo, pero perdió el equilibrio y cayó. “Se lo llevaron al Hospital de Balbuena, donde murió”.
Uno de sus editores le decía el tiraportadas, pues cuando Solís le mostraba sus fotos, él debía cambiar la portada que había planeado, por lo impactantes que eran.
Ahora, el artista de la lente pondrá en orden su archivo, tanto analógico como digital, y comenzará a planear exposiciones y libros.
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