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Expresiones

98 años Excélsior: Josef Arens le trazaba la guerra a Adolfo Hitler

El Führer, quien toda su vida había querido abrazar el arte, contrató a Josef Arens como su dibujante particular. En abril de 1945, Excélsior publicaba en exclusiva los trabajos del artista, quien había declarado estar en contra de la violencia

Luis Carlos Sánchez | 18-03-2015

CIUDAD DE MÉXICO, 18 de marzo.- Ni un tornillo, ni el más “pequeño detalle”, todo quedaba registrado por el ojo de Josef Arens (1901-1979). El artista se había convertido en pintor de guerra en 1939 y Adolfo Hitler, quien toda su vida había querido abrazar el arte, le contrató como su artista particular. Arens avanzaba junto con el ejército nazi, registrando con meticulosidad cada una de sus acciones.

Tomaba fotografías y apuntes que después se convertían en obras de arte; todos esos trabajos tenían como destino el escritorio del Führer, pero la inminente caída de las tropas alemanas convirtió la colección de dibujos en botín de guerra. En 1945, Excélsior dedicaba la gran mayoría de sus primeras planas a la cobertura de la Segunda Guerra Mundial.

Imágenes atroces del combate, enviadas por las agencias internacionales de información, permitían conocer a la distancia el conflicto mundial. El 15 de abril de aquel año, hace exactamente 70 años, la página principal de El Periódico de la Vida Nacional informó a sus lectores que, a partir del siguiente día, los dibujos de Josef Arens serían publicados en sus páginas de manera exclusiva para México. La serie fue adquirida en su momento de la oficina británica Overseas News Agency.

“Yo estoy contra la guerra. Quise mostrar la ruina, la destrucción, el despilfarro”, habría declarado el dibujante a sus captores. Al avanzar sobre el Rin, las tropas norteamericanas hicieron prisionero al notable artista alemán. Al momento de la captura, se le recogió una colección de dibujos que, de acuerdo con lo que informó Excélsior, “pintan con mano maestra los estragos de la guerra y la acción del soldado germano”.

Arens, agrega, no era un desconocido. Adolfo Hitler le había encomendado realizar una historia gráfica de la guerra y los mexicanos pudieron conocerla a través de Excélsior. Pero los dibujos del alemán no eran comunes y corrientes: además de la destreza para capturar el detalle, el artista estaba preocupado por captar la realidad de la guerra, incluso la atrocidad.

“Traté de pintar a los soldados tal como son. En mis dibujos no interviene la propaganda. Todo está presentado tal como lo vi, sirviéndome de los bocetos hechos en el campo de batalla y de las fotografías que tomé”, declaró Arens.

El redactor Mike Levin se aventura a pensar que los dibujos habrían disgustado a Hitler y que la contratación del dibujante fue, con seguridad, “una ejecución, por tercera persona, de su frustrado deseo de ser artista”.

“Lo más asombroso de las litografías es la desdicha y la desilusión que se aprecian en la forma que Arens observa al soldado alemán. En toda la colección de dibujos, difícilmente se ve un rostro que denote alegría. En estos dibujos —admirable revelación— se observa a un soldado alemán distinto: no al victorioso, sino al guerrero
desilusionado y exhausto que se retira de los países anteriormente conquistados.”

A Arens se le describe como un “hombrecito de rostro apacible”; no es difícil imaginar al artista cargando su cámara fotográfica, el cuaderno y los lápices, acurrucado en cualquier rincón que le pudiera dar algo de seguridad, espiando la escena, con el corazón en vilo y tratando de registrar cada detalle en la mente. 

Desde el incendio de Rótterdam hasta la retirada de Francia, cada paso de los nazis fue registrado por su lápiz. La serie fue calificada en su momento como la “más asombrosa escena de la guerra que se conozca hasta la fecha”. La descripción de las escenas en las páginas de este rotativo ironiza con la versión que los alemanes se habían desperdigado por el mundo —y que en gran medida subsiste—, como el de un ejército imbatible, terrible y sanguinario. 

El carbón de Arens los dibuja cansados, algunas veces feroces y obstinados, pero ni una sola vez como héroes de guerra, satisfechos y contentos de la conquista.

El dibujo del momento en que los alemanes activan un mortero gigante, fielmente delineado, ejemplifica ese espíritu: el arma era de tal potencia que los artilleros utilizaban una larga cadena para provocar la explosión y debían, además, agazaparse entre la maleza para no ser alcanzados por el impacto.

Todos esos detalles aparecen en los dibujos de Arens.

El montaje de Kodak

La Kodak LTD sostuvo a través de las páginas de Excélsior una historia diferente sobre la famosa fotografía Alzando la bandera en Iwo Jima (en inglés Raising the Flag on Iwo Jima), de Joe Rosenthal. De acuerdo con el Suplemento de Instantáneas, un anexo de la tranacional que aparecía mensualmente, uno de los seis soldados que aparecen levantando el lábaro estadunidense, en realidad era uno de sus 11 mil 666 empleados que vistieron uniforme en la Segunda Guerra Mundial.

La imagen captada en el monte Suribachi aparece en la edición de este rotativo del 16 de abril de 1945, con un círculo para resaltar al personaje. En el pie de foto se afirma: “El soldado que aparece en el círculo es uno de los 11 mil 666 empleados de la Kodak que visten uniforme. Su nombre es Henry Sterling y fue identificado por su esposa al mostrar el rostro en un noticiero”, donde narró el episodio.

El hecho también había sido referido por Sterling en una de las múltiples cartas que envió a su mujer. La historia detrás de la imagen, que fue construida luego, sostiene que se trata de Harlon Henry Block (1924–1945), quien habría muerto en la misma batalla de Iwo Jima el 1 de marzo.

Rosenthal captó la imagen el 23 de febrero de 1945 y Excélsior dio cuenta del episodio apenas 20 días después, en una época en donde la circulación de información era mucho más restringida. La imagen le valió años después a su autor obtener el premio Pulitzer de fotografía y hoy en día es considerada una de las instantáneas de guerra más importantes de la historia.

La participación de Kodak en la gran guerra no sólo se dio con los miles de empleados que se desplegaron en el campo de batalla. Un artículo de la compañía, en la edición de aquel 16 de abril, consigna que la mayor parte del material fotográfico que se utilizó en la Segunda Guerra Mundial fue fabricado por Kodak. Para la época, la empresa viste de gloria su participación.

“La mayor parte de todo el material fotográfico producido en Norteamérica en 1944 y en años anteriores para uso de los servicios armados de EU y de las Naciones Unidas fue fabricado por la Kodak (…). Desde el principio de la guerra la Eastman Kodak Company desplegó todos sus esfuerzos y energías con la mira de coadyuvar a la consecución de la victoria total”, afirmó.

Los materiales que la empresa habría puesto a disposición de los Aliados incluían desde película fotográficas hasta instrumentos para el control de la puntería, como telescopios para tanques, telescopios panorámicos, telémetros y miras mecánicas. La elaboración de papel de revelado para imprimir mapas aéreos y “la mayor cantidad de película de 16 mm” jamás consumida por los servicios armados.

Esa cinta se utilizó “en la impresión de cintas cinematográficas producidas para proporcionar solaz y diversión a los combatientes que luchan por la democracia. Otras más se realizaron con fines educativos: ayudaron a entrenar a los soldados en el arte de la guerra moderna”.

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