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Expresiones

El fotógrafo Bernard Plossu, el México no exótico

El artista francés, de origen vietnamita, retrató durante dos décadas instantáneas que registraron el entorno cotidiano de nuestro país

Sonia Ávila | 05-03-2014

CIUDAD DE MÉXICO, 5 de marzo.- A diferencia de los fotógrafos viajeros “consagrados” que han retratado a México en sus diferentes épocas, la mirada de Bernard Plossu (Vietnam, 1945) se aleja de la escena exótica o el personaje surrealista para registrar el entorno habitual del país, el paisaje que un turista describe en un cuaderno de notas, la vivencia que queda en la memoria.

Por eso sus fotografías, la mayoría en blanco y negro y de composición geométrica, parecieran fragmentos visuales de un diario de viaje, relatos de su propia experiencia en sitios como la selva de Chiapas o San Miguel Allende.

“Él (Plossu) dice que a diferencia de Cartier Bresson, quien decía que hacía fotos de momento decisivos, hace imágenes de momentos no decisivos”, apunta Salvador Albiñana, historiador de la Universidad de Valencia, quien compiló más de 300 fotografías del artista en el libro ¡Vámonos! Bernard Plossu en México (Turner/Fundación Televisa).

Pues México representa el país que lo convirtió, literal, en un fotógrafo profesional, señala Albiñana, quien cuenta que cuando el Premio Nacional de Fotografía en Francia (1988) tenía 20 años llegó al país en un viaje meramente de juventud, del que produjo más 200 instantáneas con una cámara de 35 milímetros; sólo como recuerdo de su exploración.

Anduvo 15 meses de “trotamontes” entre la Ciudad de México, San Miguel de Allende, Acapulco, Huatulco, entre otros. “Ese viaje es el que decantó su interés por la fotografía; él tenía 20 años y venía a conocer mundo, pero se convirtió en un viaje formativo; él tenía más formación de cine, pero no tenía una cultura fotográfica”, explicó el editor de la publicación.

A este primer viaje, que realizó entre 1965 y 1966, le siguieron tres visitas más –1970, 1974, 1981–que en conjunto ofrecen una mirada fresca del México de mitad del siglo XX, que rompe con el estereotipo surrealista que otros artistas registraron.

“Es un fotógrafo muy escondido en la historia de la imagen mexicana a pesar de la amplitud de su trabajo aquí, por eso la idea es dar cuenta de estas imágenes y este trabajo, y sacarlo un poco de la sombra para poner a un autor extranjero en el mapa de la fotografía mexicana. En lo esencial su mirada sigue siendo la misma en los cuatro viajes, claro que hay un desarrollo, pero mantiene el registro de lo cotidiano, de lo habitual”, detalla.

Mientras que en 1965 retrató los paisajes citadino y turístico, para 1970 se enfocó en los barrios marginados del Distrito Federal e hizo fotografías de un dramatismo “sutil”; en su tercera visita recorre Ensenada y Tijuana en fotografías que reflejan la condición fronteriza, y su último viaje respondió más a una cita amorosa con la fotógrafa que después será su esposa.

“Lo regular es que toda su obra es el tono de relato autobiográfico, nos cuenta lo que ve, lo que vive en los viajes, como un cuaderno de notas; hacia la década de los 80 tiene cierto gusto por el detalle, por los objetos aparentemente irrelevantes, y ofrece una mirada sobre el objeto anónimo”.

Si bien Plossu se caracteriza por una composición cubista, de una geometría cuasi exacta, el historiador explica que sus fotografías también gozan de cierto grado de azar al momento de hacer la toma con la intención de capturar la esencia del espacio o el objeto. Esto define al fotógrafo como un artista poco solemne con la imagen, y más bien explorador.

El libro servirá de guión curatorial para una exposición retrospectiva de Plossu planeada para agosto próximo en el Museo de Arte Moderno, en colaboración con Fundación Televisa que adquirió alrededor de 143 fotografías del primer viaje del artista.

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