Anciana intenta asaltar una tienda, cae y se lesiona la cabeza

CIUDAD DE MÉXICO, 14 de abril.- Belén Hernández Basilio primero exigió las ganancias de la venta del día; luego del diálogo pasó a las amenazas y cuando le dijeron que en la caja sólo habían 304 pesos sacó un arma plateada de su bolso café y cortó cartucho.

No era la primera vez que la mujer pisaba el establecimiento: seis años atrás dejó de laborar ahí, cuando a sus 61 años de edad fue liquidada.

Quedaron inmóviles el dueño y la actual empleada de la tienda Professional Cycling, especializada en la venta de bicicletas y localizada en Galerías Insurgentes. De pronto, un segundo empleado se fue encima de la mujer de estatura mediana y complexión delgada, vestida con un traje sastre blanco, blusa roja, cabellera pelirroja y guantes oscuros.

Hernández Basilio, de 67 años de edad, cayó en el forcejeo y perdió el arma, una marca Llama calibre .380, de uso exclusivo del Ejército. Cuando aún la empuñaba alcanzó a  detonarla; ello provocó que la empleada gritara y en la plaza comercial se generalizara el temor.

Los hechos ocurrieron aproximadamente a las 16:30 horas. En esos momentos Valeriano Rivera, policía Bancario e Industrial asignado a la seguridad del establecimiento, realizaba su rondín por los pasillos de Galerías Insurgentes.

Sobre el acceso de la calle Oso escuchó el grito y de pronto una mujer  que le hacía señas con la mano para que acudiera en su auxilio; al encontrarse le reveló que dentro de la tienda había una persona armada.

“En ese momento sin dudarlo entré con la mano sobre mi arma con todas las medidas de seguridad y al ingresar a la tienda vi al empleado forcejeando con la mujer; caen al suelo y al caerse se escucha una detonación.

“Yo veo que la señora trae el arma en la mano, la sujeto para que el empleado se parara, en ese momento se para el muchacho y me ayuda a pisarle la mano y logramos desarmarla”, relató Valeriano Rivera a Excélsior.

El relato coincide con las versiones oficiales de la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal (SSPDF), que confirmaron que en  un descuido  de Hernández Basilio el encargado  de la tienda forcejeó con la agresora y que al caer en el piso se disparó el arma, sin herir a nadie, pero provocando temor en los visitantes de la plaza.

“Sin embargo, ante el estruendo del cartucho percutido origina el temor de los transeúntes que en ese momento visitaban Plaza Galerías, a un costado del negocio de deportes. La mujer al caer el piso se hizo una herida de dos centímetros en la cabeza”, detalló el parte policial.

Ya vencida, Belén Hernández pidió la ayuda del policía bancario, él aplicó los protocolos y le dijo que estaba en calidad de detenida y se respetarían sus derechos, en ese momento comenzó a escurrirle de la cabeza un hilo de sangre que se volvió abundante al caerse la peluca que portaba.

“Estaba alterada, cuando ve la presencia de más policías se tranquiliza. No vi cuando se golpeó, simplemente vi cuando caen los dos. Nos percatamos que hay sangrado y comprobamos que la señora trae una peluca y el sangrado ya se había expandido en el suelo y por radio solicito la atención médica”, dijo el agente.

Luego llegaron policías preventivos adscritos a la Unidad de Protección Ciudadana (UPC) Del Valle y más tarde rescatistas de la Cruz Roja a bordo de la unidad 029, quienes la atendieron en el lugar.

Por la noche, en sus primeras declaraciones ante el agente del Ministerio Público de la Coordinación Benito Juárez 1, Hernández Basilio dijo que había trabajado en esa tienda de bicicletas hacía seis años.

Se fue liquidada, pero al parecer no quedó conforme con su indemnización y ayer llegó dispuesta a cobrarse lo que ella consideraba justo.

También señaló que el propietario de la tienda la trataba mal.

Sin embargo, su vestimenta y calzado demostraban, por lo menos en apariencia, que su condición económica era solvente. Refirió que vivía sobre la avenida Tláhuac sin dar un número específico.

Belén estuvo declarando hasta después de las 21 horas con una venda en torno a la cabeza, la cual dejaba ver una cabellera corta, y su traje sastre estropeado por la sangre que le había escurrido.

Del MP fue trasladada  a los separos con un rostro serio, sin un aparente arrepentimiento, a esperar que se defina su situación jurídica.

El arma