El partido más duro de Maxime Mbandà

El jugador de rugby de la selección de Italia cambió de formación y pasó a ser parte de la primera línea de defensa frente al covid-19

CIUDAD DE MÉXICO.

Maxime Mbandà, uno de los jugadores estelares de la selección italiana de rugby, no lo pensó mucho para dar un paso hacia lo desconocido cuando su país se convertía en el foco de la pandemia de coronavirus a mediados de marzo.

Los Azzurri preparaban el encuentro ante Inglaterra, que estaba pactado para jugarse el 14 de marzo en el Estadio Olímpico de Roma, entonces vino el aviso de que el Torneo Seis Naciones quedaba suspendido debido a la emergencia sanitaria. En la jornada previa, también había sido reprogramado el Irlanda-Italia, en Dublín, por la misma razón.

La Rugby Europe envió entonces a todos los jugadores a sus hogares, por seguridad de ellos mismos. Sólo que este joven de 27 años, que juega de flanker para el Zebre Rugby Club, de Parma, tenía otros planes. No podía quedarse en casa, no cuando justamente en esa parte norte de Italia se comenzaba a vivir uno de los peores embates que ha tenido el covid-19 en todo el mundo. En poco tiempo, el espigado jugador de ascendencia congoleña ya estaba al volante de una ambulancia.

El no tener conocimientos de medicina o de enfermería no fue impedimento para que este hombre de 1.88 de estatura y más de 100 kilos de peso se ofreciera, con todo arrojo, a apoyar el sistema de salud que en Italia se vio rebasado durante marzo; con urgencia se necesitaban manos para conducir ambulancias, para levantar camillas y hasta para sujetar otras y dar esperanza a los contagiados; las de este jugador profesional de rugby han funcionado bastante bien.

En uno de sus descansos entre esas jornadas que en ocasiones son de más de 13 horas, concedió una entrevista a Excélsior

¿Cuál fue el factor clave que lo movió a ofrecerse como voluntario?

Estaba en Roma, con el equipo nacional, y preparábamos un encuentro del Torneo Seis Naciones contra Inglaterra cuando nos dijeron que no se jugaría ningún partido más. Me pregunté qué podría hacer para ayudar a mi comunidad (Parma), a pesar de no tener las habilidades necesarias como un médico o un enfermero. Así que hice una búsqueda en internet y encontré un artículo que hablaba de una colaboración entre el municipio y la Cruz Amarilla; se trataba de llevar medicinas y alimentos a los ancianos que tenían prohibido salir de la casa, así que comencé a hacer estos servicios el primer día y en la siguiente jornada me pidieron que ayudara a transportar pacientes con coronavirus de un hospital a otro.

¿Cuál ha sido la experiencia más dura durante su labor?

Dentro de la ambulancia a veces estoy detrás, con los pacientes, quienes obviamente tienen miedo cuando son trasladados: piensan que van a morir; muchos están intubados por cilindros de oxígeno, pero con sus ojos logran hacerte entender sus emociones. Estoy con ellos durante el traslado y sólo trato de reemplazar al familiar que debería estar allí en la ambulancia, pero que, por razones obvias, no puede; intento consolarlos, sostenerlos de la mano, acariciarlos. Si tuviera un pariente en otra ciudad me gustaría que alguien hiciera con él lo que yo estoy haciendo ahora y trate a mi abuela, a mi tía o a mi mamá como si fuera yo, porque estar solo es lo peor que puede existir.

¿Cuál ha sido la experiencia más gratificante durante el servicio que presta?

Fue cuando tuve el honor y la buena fortuna de llevar a su casa a una persona que yo mismo había transferido de un hospital a otro 20 días antes en condiciones muy negativas. Además, a pesar de estar yo completamente equipado con equipo de protección personal, esa persona logró reconocerme y, durante ese viaje a su casa, tuvimos una agradable conversación… como si fuéramos amigos de toda la vida. Ése fue un episodio hermoso, que me dio la fuerza para seguir haciendo lo que había comenzado. Ayudar, y ahora lo entiendo, es un gesto absolutamente hermoso, pero, sobre todo, hace aflorar emociones incomparables con cualquier otra experiencia.

¿Qué dice su familia de su labor en la ambulancia?

Estaban preocupados, pero simplemente les pedí que confiaran en mí, que pensaría mil cien veces antes de hacer cualquier movimiento, especialmente en las salas de enfermedades infecciosas y al estar en contacto con personas contagiadas, y que siempre me protegería; cuando estás de servicio es como cuando estás en el campo de juego: tienes que estar concentrado. Al final, tuve el apoyo de todos, amigos de la familia e incluso del Zebre Rugby Club, ellos convirtieron dos autos de dos chicos que regresaron a sus países de origen en vehículos que fueron usados ​​por la Cruz Amarilla para llevar alimentos y medicamentos.

¿En algo le ha servido su condición de jugador profesional de rugby al momento de enfrentar al covid-19?

Sí, en el rugby alcanzas una meta, que es pasar el balón hacia atrás, lo cual parece casi una antítesis, pues el objetivo final es ir hacia el frente; ahora, en esta crisis, para alcanzar la meta, que es salir de la emergencia, parece que tienes que dar un paso atrás, que es estar en casa, en cuarentena. Por tanto, significa que al quedarnos en casa también estamos ayudando a resolver la situación, a avanzar.

¿Qué ha cambiado en ti a raíz de esta labor en la que has participado?

Hay muchas cosas que damos por sentado, como la salud, la familia y el amor; por el contrario, hay muchas cosas a las que atribuimos enorme valor, como un teléfono de última generación, el automóvil del año o la ropa de moda, pero, cuando existen estos periodos, entendemos que todas esas cosas son sólo accesorios y, por lo tanto, no tienen tanta importancia.

 

 

ALGO DE MAXIME

Maxime Mbandà se convirtió en uno de los símbolos de la selección italiana de rugby de la época reciente. Nació en Roma el 10 de abril de 1993, de padre congoleño y madre italiana. Juega rugby desde pequeño cuando recibió sus primeras lecciones en escuelas en Milán; a los 19 años ingresó a la Academia Italiana Ivan Francescato, dependiente la Federación Italiana de Rugby.

En abril de 2012 recibió su primera oportunidad como senior con el Grande Milano, de la Serie A2, y su debut profesional fue con el Zebre Rugby Club tres años después, en marzo de 2015. Irónico, justamente un lustro antes su debut en otro frente: en marzo de 2020 tomó el volante de una ambulancia para ayudar durante la pandemia.

Como seleccionado nacional vio acción por primera vez en 2014 frente a Argentina y desde 2018 es parte del equipo representativo en el Seis Naciones. Es flanker (ala), por lo que integra al grupo de delanteros, en la tercera línea. Hoy cambió de formación, pasó de esa tercera línea a ser parte de la primera línea de defensa frente al covid-19.

No te pierdas nuestras Galerías en Excélsior

TE RECOMENDAMOS:

 

Roberto Ramos llegó a ocho jonrones

Maldición Tricolor; Onofre y su lesión

Llevan 4 meses sin poder volar a México

LECQ

Temas relacionados: 

COMPARTIR EN REDES SOCIALES

SÍGUENOS