Parte del equipo
Juan Pablo Mena quiere ser como sus compañeros; a pesar de tener Asperger juega en el equipo del Irlandés Monterrey categoría 2004
LEÓN.
Juan Pablo Mena toma el balón desde la línea de tiro libre, entre mensajes de aliento de sus compañeros y entrenador intenta un primero tiro a la canasta y falla. Tira de nuevo y encesta. El resto del equipo lo celebra y felicita; Juan Pablo esboza una sonrisa y corre a la banca desde donde observa el resto del juego del Colegio Irlandés Monterrey.
Los primeros minutos de cada cuarto son para el adolescente de 13 años, quien a pesar de tener Asperger sólo quiere ser como sus compañeros, jugar basquetbol con ellos y pertenecer a un equipo. Mena Elizondo primero entrenó taekwondo y futbol, pero se decidió por el basquetbol porque uno de sus amigos jugaba y fue ahí donde se sintió más seguro.
“El coach Sergio, quien estuvo antes del coach Esteban (actual entrenador) fue el que ayudó a que se integrara. Sus compañeros lo aceptan, se emocionan de sus logros por que igual a simple vista parecen cosas sencillas pero en realidad son grandes logros”, comenta su mamá Ana María Elizondo, quien alienta a su hijo y compañeros con los padres del Colegio Irlandés en la semifinal de la categoría 2004.
También lo acompañan su papá Humberto Mena y sus hermanos Humberto de 15 años, Ana de 12 años y María de 8 años.
A pesar de que el síndrome de Asperger hace que las interacciones sociales sean más complicadas para Juan Pablo, él siente que es igual a sus compañeros.
“Entró desde los tres años al Colegio Irlandés. Al principio no sabíamos que tenía Asperger creímos que tenía un problema de lenguaje, fue hasta los siete años que lo diagnosticaron y por recomendación de su doctor se quedó en la misma escuela. Él copia a sus compañeros y hermanos, entonces estar en un ambiente normal le ayuda”.
Su mamá se muestra agradecida con los compañeros de su hijo y los padres de familia del Colegio Irlandés, quienes han apoyado a su hijo en su desarrollo.
“Como entró desde chiquito sus compañeros no se dieron cuenta que era diferente, crecieron queriéndolo así aunque él piensa a un ritmo distinto, lo quieren mucho. Siempre ha sido muy abierto y por eso todos los niños lo respetan y lo incluyen. Creemos que cada vez es más consciente de sus deficiencias, pues cada vez pide hacer más y sabe que se desespera y pregunta por qué”.
Hoy, Juan Pablo sabrá lo que es jugar una final cuando el Colegio Irlandés Monterrey enfrente al Instituto Cumbres y Alpes Querétaro.
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