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México anfitrión

Yuriria Sierra

Yuriria Sierra

Nudo gordiano

No es un secreto, jamás lo ha sido: la política exterior no es del interés del presidente López Obrador. Por eso fue tan evidente su participación en el encuentro de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, sólo con un mensaje al inicio de la reunión y el resto quedó en manos del canciller Marcelo Ebrard. También es evidente que, justo el secretario de Relaciones Exteriores es quién tiene claro el panorama y entiende mejor las posibilidades de nuestro país para convertirse en el líder regional a partir del cual pueda trabajar con Estados Unidos y Canadá, y en función de este trabajo fue que se logró demostrar el poder de convocatoria de nuestro país, también su capacidad conciliadora.

No sólo por los varios acuerdos alcanzados, sobre todo en materia sanitaria, donde se abogó por el acceso universal a las vacunas para toda la región, con miras a estar listos para una posible emergencia sanitaria que aparezca en el futuro (y que tenga en la de covid-19 su punto de partida, que aún hay mucho que hacer al respecto); así como la creación de un Fondo para Desastres Naturales, que sirva para enfrentar las consecuencias provocadas por la emergencia climática. México también demostró en eso su capacidad para el diálogo, incluso tras el momento de tensión que se vivió cuando cuatro presidentes invitados tomaron el micrófono.

“Mi presencia en esta cumbre en ningún sentido o circunstancia representa un reconocimiento al gobierno del señor Nicolás Maduro, no hay ningún cambio de postura de mi gobierno y creo que es de caballeros decirlo de frente...”, expresó Mario Abdo, presidente Paraguay, ante la mirada del presidente de Venezuela, quien llegó de madrugada y sin avisar y cuya presencia causó el retiro de la delegación de Colombia.

“Nosotros creemos profundamente en el diálogo diverso y yo le digo al presidente de Paraguay: ponga usted la fecha, el lugar y la hora para un debate sobre democracia…”, respondió Maduro.

El otro round: “Cuando uno ve que en determinados países no hay una democracia plena, cuando no se respetan la separación de poderes, cuando desde el poder se usa el aparato represor para acallar las protestas, cuando se encarcela opositores, cuando no se respetan los derechos humanos. Nosotros, en esta voz tranquila, pero firme, debemos decir con preocupación que vemos gravemente lo que ocurre en Cuba, en Nicaragua y en Venezuela...”, sentenció Luis Lacalle, presidente de Uruguay.

“La mención de Cuba que hizo el presidente Lacalle denota su desconocimiento de la realidad. El coraje y la libertad del pueblo cubano se han demostrado durante seis décadas frente a la agresión y el bloqueo de Estados Unidos, obstáculo fundamental para avanzar en nuestro desarrollo, lo cual el presidente Lacalle no mencionó…”, reviró Miguel Díaz-Canel, el mandatario cubano, uno de los invitados que más reflector tuvo desde su llegada para los festejos patrios.

“Que nadie se asuste que tengamos diferencias, el problema es que las diferencias nos impidan, incluso, reunirnos. Entonces, a pesar de las diferencias que hay, que son serias, que son importantes, se logró la reunión y se adoptaron varias decisiones sustantivas…”, expresó Marcelo Ebrard, con las tablas que le dan sus conocimientos en política exterior y que le permiten llevar a buen puerto su papel de anfitrión y facilitador.

Aunque la cumbre de la Celac generó críticas al exterior, especialmente en el Partido Republicano de EU por la presencia de los presidentes del ala bolivariana, no se puede negar que México jugó un buen papel: logró sentar a voces varias en la misma mesa, y en esto mucho tuvo que ver con el trabajo realizado desde la Cancillería más que el hecho en Palacio Nacional.

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