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La CNTE (desde la barrera o desde el ruedo)

Yuriria Sierra

Yuriria Sierra

Nudo gordiano

Dice el dicho que “no es lo mismo ser borracho que cantinero”, en clara alusión a que las decisiones que uno toma dependen del lado de la barra en el que se encuentre sentado. No es lo mismo prometer la resolución de conflictos o la eliminación de reformas que no acomodan, a cambio de apoyo. No es igual sentarse a su lado en la mesa, que frente a ellos. Menos aún cuando se trata de una negociación. En la práctica, siempre será distinto ser juez que parte, porque una de estas posiciones tendrá limitado su actuar, será mucho más sensata, pero de menor alcance; porque una promesa no necesariamente es viable, pero la realidad... ésta sí nos retrata con mayor precisión un panorama y nos cambia confusas o engañosas perspectivas. Eso le sucede hoy al gobierno de Andrés Manuel López Obrador, quien, en menos de dos meses, ha visto cómo los varios años en campaña distan mucho del ejercicio de gobierno. A la CNTE le prometió echar abajo la Reforma Educativa y ya casi les cumple, pero parece ya no estar tomado tan de la mano de la coordinadora, por el contrario, observa cómo el actuar de ésta provoca daños que sólo podrán evitarse con una muy pulida práctica de gobierno. Y para ello, indudablemente, tendrá que enfrentarla.

Hoy se cumplen 15 días de bloqueos en vías ferroviarias en protesta por falta de pago de la nómina magisterial en Michoacán. En estas dos semanas, la movilización se traduce en mil 750 millones de toneladas de productos que no han llegado a su destino; un daño de mil millones de pesos diarios, según el CCE. Harina de trigo y maíz están a punto de unirse a la gasolina en términos de abasto; aunque las industrias de acero y automotriz se adelantaron y ya padecen por insumos; las importaciones están en riesgo, pues al menos 700 contenedores no han llegado a los puertos de salida. A esto se le suman los miles de alumnos que se quedan sin clases.

Quienes fueran aliados de López Obrador durante la campaña, hoy están en batalla contra el gobernador Silvano Aureoles, pero es el gobierno de México el que debe tender la mesa para la resolución del conflicto, cuyas afectaciones van mucho más allá del ámbito local, pues, además de los daños económicos, están provocando la movilización de docentes en otros estados. Aunque autoridades educativas de Michoacán aseguran que el paro sólo alcanza a 5% de las escuelas de las 12 mil de nivel básico. Detallan que para la primera quincena de enero se hizo descuento a mil 300 maestros faltistas; pero exigen al gobierno federal que deposite los 800 millones de pesos que prometió para pagar el adeudo al magisterio michoacano. Sin embargo, esto se contrapone con lo expresado por la Segob horas antes, en un documento que envió a la oficina del gobernador Aureoles: “De la misma forma en que el gobierno federal acudió sin dilación a apoyar con recursos fiscales en diciembre, y nuevamente ahora, de igual forma apoyaremos cualquier iniciativa de diálogo y conciliación que el gobierno estatal proponga para resolver este problema. Estamos claros de que resolviendo el problema de los compromisos económicos con el magisterio, las consecuencias de estas manifestaciones se irán diluyendo...”, al referirse a los mil 600 millones de pesos que habrían adelantado para el pago de nómina desde el mes pasado. ¿Será que el gobierno michoacano está faltando a la verdad?

López Obrador garantizó que no usará la fuerza para terminar con los bloqueos, a pesar de la presión de organismos como la Coparmex, que buscan reducir el margen de afectaciones en el sector económico, luego de dos semanas de bloqueos. Pero para hacer valer el Estado de derecho, como lo están pidiendo, el gobierno de México debe entrar en una disyuntiva: ésa que le muestra que gobernar va mucho más allá de la campaña. Además del conflicto magisterial, ¿qué otros pendientes le dibujarán distinto la perspectiva con la que hizo tantas promesas y por las que se hizo de aliados? ¿Cómo podrá quedar bien con ambas partes: ellos y su ejercicio de gobierno?

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