Calma y perspectiva

El bajo crecimiento de este año es la continuación de una tendencia de años, en la que la actividad industrial se mantiene prácticamente sin cambio alguno desde finales del 2015, principalmente debido al estancamiento de la construcción y a las pérdidas en minería

AMLO comenzó su sexenio con un crecimiento económico muy bajo. Sus detractores a ultranza se lo atribuyen. Esto no es cierto. Lo que vemos hasta ahora es una tendencia de bajo crecimiento que viene desde 2014. Ahora bien, si AMLO quiere cambiar las tendencias y no empeorar las cosas, su gobierno tiene que tomar mejores decisiones de las que se han tomado hasta ahora.

México creció a 0.2% durante el primer trimestre del gobierno de AMLO. Éste es un crecimiento muy bajo. En el ideal deberíamos crecer al 4%.

La razón de este bajo crecimiento no es que AMLO haya llegado al poder. Ello es una explicación demasiado simplista y algo que no se puede sustentar en los hechos. La razón por la que México no crece es porque ha enfrentado una secuencia de choques adversos desde mediados de 2014.

Primero, el precio del petróleo disminuyó considerablemente. Además, se redujo la cantidad de petróleo que extraemos, lo que ocasionó que la balanza comercial petrolera pasara de tener un superávit de casi 3 mil millones de dólares en 2014 a un amplio déficit de -7 mil millones de dólares actualmente. Esto afecta las finanzas públicas y el crecimiento de estados petroleros como Campeche, Tabasco y Veracruz.

A todo ello, se le agregó en 2015 la gran incertidumbre respecto al futuro del TLCAN y la elección de Trump en Estados Unidos. El tipo de cambio pasó de 13 a 21 pesos por dólar de 2014 a enero del 2017. Hoy se encuentra en 19 y se estima que cerrará el año por debajo de 20. 

México también se ha visto afectado por la normalización de la postura monetaria en Estados Unidos. La Fed comenzó a subir tasas y México tuvo que hacer lo mismo para mantenerse como un destino atractivo.

Finalmente, la actividad económica mundial se ha debilitado desde el segundo semestre de 2018 y hasta ahora, mostrado un menor dinamismo en la mayoría de los países ricos y también en China. La situación puede ser aún peor en 2019 si la guerra comercial de Estados Unidos termina afectando su consumo interno.

Así, el bajo crecimiento de este año es solamente la continuación de una tendencia que lleva varios años, una en la que la actividad industrial se mantiene prácticamente sin cambio alguno desde finales del 2015, principalmente debido al estancamiento de la construcción y a las pérdidas en minería.

AMLO no es culpable del bajo crecimiento de la economía en lo que va de 2019, pero si no se toman mejores decisiones de las que se están tomando hasta ahora, sí lo será. 

En particular, hay tres aspectos muy tóxicos que deben eliminarse:

Primero, se debe evitar entrar en confrontaciones directas con los tenedores de deuda de Pemex. Fuentes cercanas al gobierno actual me han comentado que se planea una reorganización importante de la deuda que podrá liberar a México, al menos parcialmente, del yugo de las calificadoras internacionales. En lo que esto se logra es necesario mantener una buena relación con los capitales extranjeros a fin de que no se afecte la percepción del país ante el extranjero.

Por supuesto, lo ideal sería que el gobierno mexicano no tuviera que velar por los grandes capitales a la hora de actuar, sobre todo porque los capitales no siempre tienen en su interés la justicia social. Sin embargo, ante la situación actual, la cautela es necesaria.

Segundo, el gobierno debe enfocarse en invertir de forma astuta. Cuando la refinería y el Tren Maya comiencen a construirse, veremos un aumento en la inversión pública. Este aumento se dará por motivos de contabilidad, es decir, por el simple hecho de que habrá gasto en construcción pública. El impacto será importante. Los economistas comenzarán a ver esto en sus datos y se verá como algo positivo.

Sin embargo, así como no todo empleo es bueno, no toda inversión es igualmente buena.  Si una inversión no genera un retorno adecuado y no aumenta la capacidad de la economía mexicana de producir, su impacto no será sostenido. Será temporal. Sólo mientras se construye y ya.

Los gobiernos de izquierda exitosos saben gastar bien, los gobiernos de izquierda fallidos sólo gastan. El equipo de AMLO debe estar muy atento a esto y buscar que toda inversión pública tenga un retorno económico claro, ya sea de corto o largo plazo, pero claro.

Un buen paso para lograrlo es mantener los oídos abiertos. El río hoy lleva piedras.

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