1. Enfoque. En Chiapas no hay declaratoria de emergencia, pero sí señales de alerta que obligan a actuar. El secretario de Salud, Omar Gómez Cruz, confirmó 60 casos de sarampión y defendió las restricciones a eventos masivos como una medida preventiva, recordando que el virus puede propagarse con rapidez. Bajo el gobierno de Eduardo Ramírez Aguilar se ha optado por contener sin sobrerreaccionar. La estrategia apunta a prevenir. No es crisis, dice el secretario; es contención. Su reto está en que la prevención no se quede en discurso técnico y logre traducirse en cobertura real antes de que los números obliguen a cambiar el tono, ¿entendido?
2. Año negro. Para Adán Augusto López, 2025 fue la confirmación de que el poder también deja huella. Como jefe de la Jucopo, el senador se erigió en el gran operador de la supermayoría de Morena, disciplinando bancadas y allanando el camino legislativo de Claudia Sheinbaum con mano firme. Pero el brillo del operador se opacó con la sombra de Hernán Bermúdez Requena, su exsecretario de Seguridad en Tabasco, señalado como líder de La Barredora. Las denuncias del PAN, los expedientes en la FGR y los murmullos desde Washington colocaron a Adán Augusto en el centro de la tormenta. Poder le sobra; credibilidad, ni pizca.
3. Supervivencia extrema. Si alguien esperaba tregua entre Layda Sansores y Alejandro Alito Moreno, leyó mal. Este año, la gobernadora pasó de audios del Martes del Jaguar a las expropiaciones quirúrgicas, como los terrenos de la madre de Alito en Lomas del Castillo, estrenando reformas y acusando “utilidad pública” con dardo patrimonial incluido. Alito responde llamando a Campeche “laboratorio del autoritarismo”. En paralelo, el PRI se le desmorona con una militancia en fuga y reproches de Dulce María Sauri, entre otros. Layda gobierna atacando; Alito sobrevive denunciando. En la guerra de egos, ni a cuál irle.
4. Apagón. Para Luisa María Alcalde, el año que termina dejó de parecer de liderazgo y empezó a sentirse como de contención de daños. Llegó como presidenta del partido y terminó administrando pleitos, regaños y fracturas, mientras la agenda se decidía fuera de su escritorio. Su cruzada moral contra lujos y excesos la desgastó más dentro que fuera, y el arranque del proceso rumbo a 2027 abrió acusaciones de dedazo disfrazado de encuesta en estados clave. Con Claudia Sheinbaum marcando línea vertical desde Palacio y figuras como Carolina Rangel empujando la ortodoxia interna, a Alcalde Morena no se le descompuso, sólo le quedó grande.
5. Recomposición urgente. En Baja California Sur, la pregunta ya no es quién sigue, sino quién arregla. El gobierno de Víctor Castro Cosío deja un estado cansado de improvisaciones, desgaste interno y promesas que no cuajaron, abriendo espacio a una figura que crece sin estridencia, Rubén Muñoz. Mientras el oficialismo local se consume en inercias, Muñoz aparece como el “caballo negro” que suma territorios, lecturas finas y respaldo ciudadano, justo cuando la demanda es gestión y no retórica. No es casual que su perfil empiece a ser bien visto en el entorno de Claudia Sheinbaum. Obvio, hoy pesan más los resultados que las lealtades automáticas.
