Un minuto de silencio

De manera trágica también la inteligencia morenista quedó desparramada en el campo de batalla.

El presidente Andrés Manuel López Obrador está en guerra, pero no contra la delincuencia organizada, la ineptitud que ha provocado el desabasto de medicamentos o las malas decisiones que han llevado al país a tener una economía estancada. No, el mandatario está luchando cuerpo a cuerpo y declaración a declaración contra la ley, los periodistas y los órganos autónomos.

Las redes sociales, los medios, el Congreso, el país se han convertido en el campo de batalla en el que, a juicio del tabasqueño, luchan descarnadamente dos bandos: los que están a favor de la 4T y los que no, también conocidos por López Obrador, como traidores. En esta última categoría están todos aquellos que cuestionen con el pensamiento, palabra, obra u omisión a su gobierno, sus decisiones y a su familia, particularmente a sus hijos.

Aquí las armas que el mandatario usa para infringir daños son sus declaraciones y la persecución a través de las instituciones como la UIF, el SAT o la FGR. El ejército formado por sus seguidores, funcionarios, gobernadores, legisladores y medios afines siguen al pie de la letra las indicaciones de su general supremo. Sólo esperan la instrucción que desde Palacio Nacional se da en las mañaneras para ir al ataque.

Por supuesto, el principal objetivo de la guerra es causar la muerte política del adversario, sin importar que en medio del conflicto haya daños colaterales.

Porque, en efecto, en esta batalla ha habido muchas bajas. Ha sido sacrificada la dignidad. Basta ver cómo, tratando de desviar la atención del ya célebre escándalo de la Casa gris, los morenistas de distintos tipos y niveles salen en rebaño a defender al Presidente. Siempre con los mismos argumentos: es guerra sucia o es una campaña de desprestigio.

Lo hicieron los gobernadores publicando una carta que el INE les hizo bajar por veda electoral y también la mayoría de los senadores morenistas, quienes publicaron el lunes 14 de febrero una carta en la que aseguraron que “los que se oponen al Presidente de México no son más que un puñado de mercenarios”. La forma que han demostrado su abyección es, por decir lo menos, dramática.

Pero la dignidad no es el único daño colateral de este conflicto. De manera trágica también la inteligencia morenista quedó desparramada en el campo de batalla. Así, hay casos tan dolorosos como el del senador Alejandro Armenta, quien, junto con varios de sus compañeros denunciaron ante el MP a la Cofece porque, según ellos, avaló la explotación de litio. Tuvo que salir la comisión a aclarar que no posee atribuciones para las concesiones en materia de exploración y extracción de litio, esa ventanilla le corresponde a la Secretaría de Economía.

La propia pre pre precandidata presidencial Claudia Sheinbaum quiso pasarse de lista, publicando un tuit en el que señala: “Les invito a participar en eso que me prohibieron hablar” ¿Se refería a los ingresos del hijo mayor del Presidente? ¿A la Casa gris? ¿A los resultados de la investigación de la Línea 12?

El propio Presidente quiso pasar una bola rápida al pedirle al Inai hacer una investigación en torno a los bienes y percepciones del periodista Carlos Loret de Mola, sabiendo que el instituto no cuenta con facultades para investigarlo, porque, como su nombre lo indica, tiene como obligación proteger los datos personales. Claro, esto sirvió de pretexto al Ejecutivo para mandar un par de misiles al órgano autónomo.

Así pues, se pide un minuto de silencio para la dignidad, el sentido común, la seriedad, la veracidad y la inteligencia de los morenistas que han sucumbido en esta terrible guerra. Que en paz descansen.

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