El país hace agua, pero los de siempre están secos

México está literalmente bajo el agua. Más de 70 muertos, casi 50 desaparecidos, pueblos enteros convertidos en acuarios gigantes sin peces de colores y miles de damnificados viendo cómo sus casas se transforman en albercas involuntarias, todo por culpa de las ...

México está literalmente bajo el agua. Más de 70 muertos, casi 50 desaparecidos, pueblos enteros convertidos en acuarios gigantes sin peces de colores y miles de damnificados viendo cómo sus casas se transforman en albercas involuntarias, todo por culpa de las “lluvias atípicas”, el típico argumento de los gobiernos cuando se sienten desbordados por no prevenir ni prepararse.

Sin embargo, las tragedias nunca vienen solas. Mientras los equipos de rescate sacaban cuerpos de lodo, los diputados de Morena se concentraron en aprobar una serie de aumentos a los impuestos. Aprobaron, entre otros, un aumento de 87% del IEPS a bebidas azucaradas, porque según la genial teoría morenista México tiene diabetes y obesidad sólo por culpa del refresco.

Disfrazaron el impuesto como política de salud pública, pero política de salud pública sería construir hospitales que funcionen, contratar doctores, construir o recuperar parques para hacer ejercicio. Los que hoy se preocupan por el índice glucémico fueron los que recortaron presupuesto a hospitales, limitaron el abasto a medicinas y dejaron de invertir en infraestructura médica.

También le subieron impuesto a los videojuegos violentos, porque claro, la verdadera amenaza para la seguridad nacional no son los cárteles que controlan medio país y a gobiernos, tampoco la impunidad ni las redes de corrupción, sino adolescentes jugando Call of Duty en sus cuartos. Será interesante también saber qué es violencia para los legisladores, si Mario Bros salta sobre su enemigo goomba para eliminarlo, ¿cuenta como violencia? Próximamente van a prohibir o ponerle impuestos al ajedrez porque la torre come peones.

El gobierno necesita dinero desesperadamente. Andrés Manuel López Obrador le dejó a Claudia Sheinbaum un país sostenido con alfileres, cinta adhesiva y buenas intenciones. Los proyectos faraónicos que han resultado un fracaso como el Tren Maya o el AIFA, así como los programas sociales cuestan mucho dinero.

Ahora el gobierno federal tiene que conseguir recursos de donde sea y la solución brillante fue sacarle más dinero a la gente. El horno no está para bollos, dirían los clásicos, pero eso no lo entiende Morena que, además de pasar estos aumentos también modificó en el Congreso la Ley de Amparo, haciendo retroactivo lo que según ellos no lo es. La trampa es simple, si alguien tiene un juicio de amparo en curso defendiéndose de alguna autoridad, las etapas que ya pasaron siguen con las reglas viejas; pero si el juicio sigue, todo lo que viene después se rige por la nueva ley. Es como empezar un juego con ciertas reglas, pero a mitad del partido, las cambian. Esto, según el cristal de Morena no es retroactividad, sino “aplicación procesal progresiva”.

Esta ley aprobada está logrando la hazaña de poner muy nerviosos a los mercados, porque resulta que los inversionistas tienen caprichos burgueses como querer certeza jurídica y poder defenderse si el gobierno se pasa y listo. Vienen malcriados de países desarrollados donde tienen derechos, garantías y esas cosas que la 4T se ha empeñado en eliminar. No valoran la emoción y la adrenalina que los morenistas le imprimen al hacer negocios en México.

En el país, el agua sólo moja a quien no tiene palanca o no son familiares, amigos o protegidos del expresidente tabasqueño. El gobierno mexicano tendrá más de 761 mil millones de dólares derivados del IEPS, pero no habrá dinero que alcance cuando se trata de seguir engordando a elefantes blancos, contratos amañados y cuentas bancarias de quienes sí saben nadar en aguas turbias.

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