Todes
La senadora por Sonora, Lilly Téllez, publicó lo siguiente: “No se dice todes, se dice todos. Que siempre sea motivo de orgullo hablar correctamente”. Su publicación generó todo tipo de reacciones, algunas de las cuales me llevaron a recordar los trabajos de dos ...
La senadora por Sonora, Lilly Téllez, publicó lo siguiente: “No se dice todes, se dice todos. Que siempre sea motivo de orgullo hablar correctamente”. Su publicación generó todo tipo de reacciones, algunas de las cuales me llevaron a recordar los trabajos de dos autores, que son en los que baso mi opinión: Álvaro García Meseguer y Alex Grijelmo. El primero concretó la proeza de cambiar de opinión entre su libro de 1977, Lenguaje y discriminación sexual, y el que publicó 17 años después, ¿Es sexista la lengua española?. En cuanto a Alex Grijelmo, más recientemente aborda el tema con tan humilde neutralidad que ha puesto a su libro este título: Propuesta de acuerdo sobre el lenguaje inclusivo. A partir de sus argumentos, llego a la conclusión de que el lenguaje incluyente, paradójicamente, podría acabar excluyendo.
EL ORIGEN
El lenguaje inclusivo encuentra su origen en la lucha de una parte del feminismo que señaló al genérico masculino como símbolo de opresión machista. Sin embargo, los lingüistas han demostrado que, en realidad, ha sido todo lo contrario: en español, el masculino genérico es el residuo que quedó después de que la mujer adquiriera tal importancia en las antiguas sociedades humanas, que se creó un género exclusivo para el sexo femenino (propiamente hablando, los sexos son biológicos; los géneros, gramaticales). Por eso, ahora podemos distinguir un grupo exclusivo de mujeres: “Todas bailamos salsa”, y no de hombres, de uno mixto. Lo que siguió fue que las palabras se ajustaron al nuevo género con el morfema -a: “trabajador” y “trabajadora”, con excepciones como la de los epicenos (sustantivos en que el género no es lo inmediatamente relevante), como “bebé”, “delfín” o “víctima”. Ahora, bajo el argumento basado en la frase de George Steiner: “Lo que no se nombra, no existe”, algunos proponen usar “todes” para visibilizar a las personas que no se sienten identificadas con los géneros gramaticales. Pero el problema no está en nombrar, sino en la cultura de los hablantes. Me explico: si se le pide a cualquiera que dibuje el planeta Tierra, seguramente lo hará con la mayor parte representada por agua, siempre y cuando sepa cuál es la composición de la superficie del planeta.
EFICIENCIA
Las lenguas evolucionan, no se puede imponer una mutación al contexto. Contamos con el ejemplo del siglo pasado, cuando en Argentina intentaron imponer, sin éxito, el uso del tú en vez del vos. Si un cambio nos hace más eficientes, se arraiga, si no, naturalmente tiende a desaparecer. El uso del morfema -e, si se pretende usar como genérico, nos hace perder, porque, como dice Grijelmo: “Después de tanta lucha para diferenciar jueces y juezas, terminaríamos en que el masculino jueces serviría finalmente como opción inclusiva”. Y si no se considera genérico, obliga al desdoblamiento del tipo “todas, todos y todes”, lo que atenta contra la economía de la lengua. En conclusión, tenemos la libertad de utilizar los adjetivos indefinidos que queramos, pero falta que podamos hacerlo consistentemente (usar el morfema -e con consistencia gramatical es prácticamente imposible) y que ganemos eficiencia. El peor error sería tolerar que se repudie a quienes hablan cumpliendo los principios de la pragmática. De hecho, siendo clementes, deberíamos conceder que, como ser y parecer no son lo mismo, cuando se es incluyente, no hace falta forzar la gramática para parecerlo.
MUTACIONES
Sólo el ovario izquierdo del ornitorrinco hembra es fértil. El macho tiene un pene bicéfalo, pero por economía de su morfofisiología, únicamente es funcional también su lado izquierdo.
