Las incógnitas la seguirán y nos seguirán
Al ir pasando los días, México empieza a desahogar el desgastante tema de las elecciones presidenciales del pasado domingo 2 de junio. La vida debe continuar y el país no se puede detener, especialmente ante una transición que, aunque no parece como tal una transición, ...
Al ir pasando los días, México empieza a desahogar el desgastante tema de las elecciones presidenciales del pasado domingo 2 de junio. La vida debe continuar y el país no se puede detener, especialmente ante una transición que, aunque no parece como tal una transición, sí es importante cambiar la estafeta constitucional para iniciar con una nueva administración a partir del 1º de octubre de 2024.
Las discusiones continúan aquí o allá y los votos se recuentan desde el debido proceso electoral, pero con una entonación que ya lleva hacia una aceptación expedita o una lenta resignación.
El pueblo mexicano decidió otorgar, en su mayoría, el sufragio de confianza a la continuidad del proyecto del saliente presidente Andrés Manuel López Obrador, representado por la candidata oficialista Claudia Sheinbaum Pardo.
Con su victoria electoral, la vencedora se convierte en la primera mujer en gobernar un país que en sus 200 años de existencia sólo había sido gobernado por hombres. Algo que, sin duda, es y está siendo bastante difundido dentro y fuera de México.
Al saberse el resultado y con la entera certeza de que tomará las riendas del país a partir del 1º de octubre de 2024, Sheinbaum Pardo tendrá que decidir si continúa fielmente o firmemente la línea que le deja o se impone a su predecesor tanto en lo domestico como en lo externo.
Existen muchos pronósticos e hipótesis sobre lo que hará la virtual Presidenta electa cuando se convierta en Presidenta constitucional, particularmente ahora al saberse que podría prácticamente tener todo el poder a su merced después de que Morena y sus partidos aliados por los que fue propuesta candidata, obtengan una mayoría calificada en ambas cámaras del Congreso de la Unión.
Si bien me parece que lo más preocupante es el tema doméstico y más con un poder que será casi absoluto, creo que muchos analistas no han tocado el tema externo y qué es lo que preocupa en el exterior para México.
El actual furor después de los aplastantes resultados en las elecciones presidenciales es indudablemente sobre las garantías que se les estará dando a los inversionistas entorno al balance del poder que utilizará la futura mandataria mexicana. Pareciera que ante esto, a los inversionistas y al tipo de cambio no les convence el poder que amasará la futura mandataria y estará heredando de su principal mentor político.
La fluctuación de la BMV, del tipo de cambio y de las inversiones a largo plazo serán una constante que el equipo transición de Sheinbaum Pardo tendrá que negociar, maquillar o ablandar para calmar las aguas poselectorales. Realmente no sabemos hasta ahora cómo gobernará, pero los inversionistas, pareciera que no son tontos. Bueno, al menos así se ve.
Aunado a esto, me pregunto constantemente estos días cómo será la política exterior de la sucesora de López Obrador y cómo manejará la imagen mexicana en el exterior.
¿Será una mandataria que no intervenga en los temas domésticos de otras naciones y no se arriesgue a conflictos innecesarios? ¿Será una mandataria que proponga la reconstrucción de las relaciones con Ecuador mediante el diálogo? ¿Será una mandataria que sí le importe el exterior y viajar al exterior? ¿Cuál será su postura por el tema de Gaza y la invasión a Rusia? ¿Tendrá un mejor diálogo con los organismos internacionales?
Poco sabemos sobre eso, pero creo que eventualmente se desprenderá de la política exterior de su predecesor. Lo necesita hacer.
Las incógnitas la seguirán y nos seguirán hasta que realmente gobierne el país.
