Revelaciones presidenciales y de rodillas ante el narco
Con motivo de la excarcelación de Emilio Lozoya, López Obrador reveló que cuando Arturo Zaldívar presidía la Suprema Corte de Justicia, “respetuosamente” le pedía intercediera viendo por el interés del pueblo, y él ayudaba. “Pero llega la señora Piña y dice ...
Con motivo de la excarcelación de Emilio Lozoya, López Obrador reveló que cuando Arturo Zaldívar presidía la Suprema Corte de Justicia, “respetuosamente” le pedía intercediera viendo por el interés del pueblo, y él ayudaba. “Pero llega la señora Piña y dice que los jueces son autónomos; o sea, licencia para robar, hagan lo que quieran, una relación de componendas y de complicidades como una mafia”.
Grave, muy grave que el Presidente viole la separación de Poderes. Apenas el 5 de febrero pasado, el ministro Alberto Pérez Dayán señaló que valen lo mismo el Poder Legislativo que el Judicial o el Ejecutivo. Ninguno está sobre los demás y daba una cátedra de los valores constitucionales. ¿Lo advierte o no el señor López Obrador?
Rousseau escribió: “El más fuerte jamás es lo suficientemente fuerte para ser siempre el amo, si no transforma su fuerza en derecho y la obediencia en poder”. Y cuando uno de estos Poderes ejerce una marcada asimetría, el Estado republicano se ve desarmado. Abunda el Presidente cuando revela que Zaldívar le ayudaba a influir en los fallos de los jueces.
Ahora tenemos un refrendo del por qué el ministro Zaldívar renunció y dejó el espacio abierto para que su patrón-amigo designara a una mujer incondicional en su lugar por 11 años más.
Al derrumbamiento de las instituciones debe agregarse una serie de factores de desestabilización como el fracaso al tratar una epidemia, los recortes presupuestales en el sistema de salud, el tratamiento ideológico en educación, el exceso en la participación de los militares, la omisión flagrante contra las bandas de asesinos ofreciéndoles apapachos y más que podrían coronar un sexenio degradado.
Innecesario los insultos al Poder Judicial que, si bien requiere de mejoras como toda institución, los llama podridos y los califica como miembros del bloque conservador.
Quiere la vida, diría el trovador, que las cosas se ordenen solas y dos días antes, el martes, se da una matanza en la Tierra Caliente de Guerrero ampliamente difundida en redes sociales, donde puede verse con horror 17 cuerpos destrozados, apilados con risotadas de los asesinos y finalmente rociados con gasolina para incinerarlos. ¡Esto ocurre en nuestro país! A unos kilómetros del que fuera un paraíso, Acapulco.
La suma global de muertos por violencia ya rebasa la cifra de 180 mil.
¿Cuántos huérfanos, viudas, padres, madres, hermanos representa esa estadística? Hay ciudades europeas, municipios norteamericanos y comunidades asiáticas con menos habitantes que los asesinados en México en los últimos cinco años. Tal desmesura se da ante todos sin la participación efectiva del Ejército, la Marina, la Guardia Nacional y las policías estatales.
En Guerrero reina la familia Salgado, padre senador e hija gobernadora.
Su ausencia es palmaria, pero no así la extendida corrupción. Ya no hay manera de negarlo. Los narcos extorsionan, amenazan, acribillan ya que el estado de Guerrero les pertenece, les ha sido entregado. Y el crimen avanza sin que nada ni nadie sea capaz de detenerlo.
¿Quién puede defendernos, dónde está el orden que podría respetarnos y guarecernos de tanto horror?
