Volver a la Luna (II)

Pascal Beltrán del Río

Pascal Beltrán del Río

Bitácora del director

La misión de la NASA que se realizará en algún momento entre febrero y abril de 2026, y llevará al ser humano orbitar nuevamente la Luna después de más de medio siglo, no es un mero ejercicio de nostalgia. Es, sobre todo, una apuesta hacia el futuro.

Artemis II forma parte de un programa más amplio que busca establecer una presencia sostenida en la Luna —mucho más larga que las 75 horas que pasaron en ella Gene Cernan y Harrison Schmitt, astronautas del Apolo 17—, aprender a vivir y trabajar allí durante periodos prolongados y utilizar ese conocimiento como trampolín hacia destinos aún más ambiciosos, como Marte. La órbita lunar que realizará Orion es un ensayo general: una coreografía precisa que debe ejecutarse sin fallas antes de atreverse a bajar nuevamente a la superficie del satélite.

Esa misión será fundamental para el regreso a la Luna, así como lo fue la del Apolo 8, primera en orbitar al satélite, en diciembre de 1968, para preparar el primer alunizaje, el del Apolo 11, en julio de 1969.

En este nuevo capítulo de la exploración espacial, la Luna vuelve a ser frontera y escenario de competencia. Estados Unidos y China se perfilan como los principales protagonistas de una nueva carrera espacial, distinta en sus formas, pero similar en su simbolismo a la de la Guerra Fría. China ha avanzado de manera constante con misiones robóticas exitosas, alunizajes en la cara oculta y planes explícitos para llevar astronautas a la Luna en la próxima década. Estados Unidos, por su parte, busca reafirmar su liderazgo con el programa Artemis y una arquitectura que incluye aliados internacionales.

Esta contienda no tiene por qué ser negativa. Al contrario, puede convertirse en un poderoso motor de innovación, inversión y atención pública. La historia muestra que las grandes carreras tecnológicas suelen acelerar descubrimientos y generar beneficios que trascienden a los propios competidores. La clave estará en evitar que la rivalidad derive en opacidad o exclusión, y en promover, cuando sea posible, la cooperación científica y el intercambio de datos.

Artemis II, en ese contexto, es una declaración de intenciones. Dice que el regreso a la Luna no será un gesto aislado, sino el inicio de una etapa sostenida. Dice que la exploración humana sigue teniendo sentido en un mundo saturado de problemas inmediatos, porque mirar hacia arriba también ayuda a entendernos aquí abajo. Y dice, finalmente, que el sueño lunar no pertenece sólo a una generación.

Para los jóvenes que crecieron con rovers en Marte y telescopios espaciales que revelan galaxias lejanas, Artemis II puede ser la puerta de entrada a una nueva épica. Para quienes aún podemos recordar a Gene Cernan —último hombre en pisar la Luna— al volante del Vehículo de Exploración Lunar de la misión Apolo 17, Artemis II será el reencuentro con una emoción que parecía archivada. Volver a orbitar la Luna con seres humanos a bordo es un acto de continuidad histórica, una forma de decir que el hilo de la exploración no se ha roto, sólo estaba esperando el momento adecuado para tensarse de nuevo.

Habrá quienes cuestionen el costo, la oportunidad o la pertinencia de estas misiones. Es un debate legítimo y necesario. Pero también es necesario recordar que muchas de las grandes transformaciones científicas y tecnológicas nacieron de apuestas audaces, difíciles de justificar con criterios estrictamente utilitarios en el corto plazo. La exploración espacial ha sido, una y otra vez, una inversión en conocimiento, inspiración y capacidad colectiva.

Cuando Orion complete su órbita lunar y ponga rumbo de regreso a la Tierra, no sólo habrá cumplido un objetivo técnico. Habrá cerrado un círculo abierto hace más de 50 años y, al mismo tiempo, habrá abierto otro. Artemis II es el puente entre lo que fuimos capaces de hacer y lo que aún podemos lograr. Es una invitación a volver a soñar, a mirar la Luna no como un recuerdo sepia, sino como una promesa renovada.

 

Esta Bitácora se detendrá unos días por vacaciones. Les deseo feliz Navidad y próspero Año Nuevo.

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