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Cuidado del agua: ¿20 litros nos alcanzan?

Opinión del experto nacional

Opinión del experto nacional

Por Ramón Aguirre Díaz 

 

En alguna ocasión me entrevistó la comunicadora Paola Rojas y conversamos sobre el tema del cuidado del agua, así como del enorme potencial que se tiene para bajar nuestro consumo aplicando medidas que pueden ser sencillas y que nos representan un mínimo esfuerzo. Le cité algunos ejemplos: nos podemos lavar los dientes con un vaso de agua y ocupar 0.2 litros, en lugar de hacerlo con la llave abierta y desperdiciar 7 litros; cerrar el grifo mientras nos enjabonamos puede ahorrar entre 2 y 3 litros; en el uso de la regadera, que por cierto es potencialmente el mayor consumidor de agua en un hogar, podemos consumir tan sólo 20 litros si captamos el agua mientras se calienta y cerramos para enjabonarnos o, incluso, en un baño con jicarita podemos utilizar menos de 5 litros, cuando un uso negligente de la regadera puede mandar por el caño unos 300 litros.

Durante la entrevista, me aventuré a afirmar que, si cuidásemos el agua en extremo, 20 litros serían suficientes para cubrir nuestras necesidades básicas. Lo interesante de esta anécdota es que, días después, me invitó al programa, donde me recordó sobre el comentario anterior y transmitió un reportaje en el que se demostró que, efectivamente, con un uso extremo del agua, junto con algunas acciones de reúso, como el ocupar el agua de lavado de ropa en el baño, con 20 litros puede uno salir adelante.

Eso sería llevar realmente el cuidado del agua a un límite poco práctico. No se trata de proponer que con 20 litros al día deberíamos tener suficiente; de hecho, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) plantea una mucho mayor cantidad de agua a la que cada persona debe tener acceso como un derecho humano, diferenciando dicha cantidad según el clima donde se encuentre. En climas fríos y secos, 50 litros pueden ser suficientes, mientras que en climas cálidos y húmedos se requieren 100 litros por persona al día. El tema para reflexionar es que las ciudades mexicanas están demandando más del doble del agua recomendada por la ONU para poder considerarse bien abastecidas. Algo que es inaceptable en un país donde el 67% de su territorio es árido o semiárido.

Es por ello que resulta conveniente retomar el tema aquí y recordar algunas otras recomendaciones básicas del cuidado del agua. La primera es el uso de accesorios y aparatos ahorradores, ya que grifos, regaderas e inodoros de bajo consumo pueden bajarlo en un 50%, cuando menos. Abrir la llave lo mínimo posible y el mínimo de tiempo ayuda mucho. No usar manguera para lavar el coche o regar el jardín, sino ocupar una cubeta y una regadera manual. Ocupar la lavadora a carga completa de ropa y reusar el agua en el lavado de patios, pisos y riego de jardines. Rasurarse ocupando sólo una bandeja con medio litro de agua, en lugar de chorro abierto. Regar jardines terminando el atardecer y, por último, la evidente eliminación de fugas en casa.

Incluso, en alguna ocasión un amigo que vive en una zona con gran escasez de agua me comentó que en su baño tienen un letrero que dice: “Si es marrón, pulsa el botón; si es amarillo, espera un poquillo”, y que llevaban la cuenta en una libreta donde marcaban y sólo le jalaban a la palanca una de cada 3 ocasiones en el caso de orina.

Bueno, esto viene a colación en relación con nuestra columna anterior, donde Monterrey está por iniciar una severa crisis por la falta de agua en las presas y que sólo bajando drásticamente su consumo podrán salir adelante, entre tanto les vuelva a llover. Aunque se están realizando perforaciones de pozos con carácter emergente y provisional, serán insuficientes, a menos de que haya una gran participación ciudadana en el siempre obligado para todos cuidado del agua.

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