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Un fracaso la pacificación

Martín Espinosa

Martín Espinosa

Ahí están las cifras, frías y duras, pero reales, que muchas veces apenas y reflejan la triste realidad de un país que, desde hace varios años, se debate entre la ineficiencia de sus gobiernos y el avance que han tenido los grupos delincuenciales y criminales por la misma razón: la inoperancia de su clase política cada vez más interesada en mantener sus privilegios que en atender los problemas cotidianos de la gente a la que supuestamente “gobiernan”. 

 Cada cierto tiempo, la sociedad muestra un “rayo de esperanza” de que, ahora sí, el gobernante que viene resolverá, de una vez por todas, el problema de la inseguridad. Quizá ahí está el error: pensar que una sola persona es la indicada para darle paz y seguridad a los habitantes de una comunidad, de un estado o de todo el país, cuando el fenómeno abarca una serie de elementos que dependen directamente de la misma población y su deterioro. 

 Y siempre caemos en lo mismo, culpar a tal corriente ideológica o color de partido de la violencia que se “enseñorea” en gran parte del territorio nacional. Creer que la inseguridad es responsabilidad de una “corriente” o de una ideología ha sido el principal error que hemos cometido como sociedad. Es resultado, sí, de malas políticas de gobierno, pero, “al final del día”, el deterioro social en que deriva la inoperancia de las llamadas “políticas públicas” afecta a todos por igual, independientemente de la forma de pensar que tengan las víctimas de las bandas criminales. 

 Hoy, la indiferencia con la que muchos gobernantes tratan el tema raya en el colmo de todos los males. Tal actitud contribuye al clima de violencia que se respira en muchas partes del país. Es más, hoy, una noticia deja de serlo si quienes la transmiten no le incluyen su dosis de violencia para “hacerla” más atractiva. Estamos en el peor de los mundos. Las cifras así lo revelan y lo documentan mes con mes basadas en los reportes “oficiales” de cada entidad y a nivel federal. 

 Terminó enero y fue el mes más violento; marzo se significó por superar a los meses previos con 3 mil 632 asesinatos, mientras que a esos números se suman los 4 mil desaparecidos que hay registrados de enero a la fecha. Y seguramente, al terminar abril, se superarán las cifras previas y así mes con mes. Y ni quién diga nada relevante para terminar de una vez por todas con esto que nos aqueja a todos. 

 Lo lamentable es que un caso “mediático” supera al anterior y, así, sin freno ni final, lo que nos ha convertido en una sociedad en donde las agresiones, muertes y desapariciones de personas se han “normalizado” dentro de nuestra cotidianidad. La pregunta es: ¿hasta cuándo parará esto?  

LA CULTURA, ANTÍDOTO DE LA VIOLENCIA 

 Es evidente que en aquellos lugares donde las manifestaciones culturales y las buenas políticas públicas “rinden fruto”, otorgando identidad a sus comunidades, los niveles de seguridad en que vive la gente inmediatamente se notan. 

 Para nadie es un secreto que hay estados que, por sus tradiciones aún presentes en la comunidad, sus habitantes gozan de mejor calidad de vida en todos los sentidos. Tal es el caso de Yucatán, que en estos días —a partir de mañana jueves— estará mostrando a los habitantes de la Ciudad de México sus manifestaciones culturales en materia gastronómica, musical, textil y artesanal. Por primera vez en la historia de la Semana de Yucatán en la CDMX habrá espacios culturales abiertos en dos alcaldías de la capital mexicana: Coyoacán (Jardín Hidalgo) y Magdalena Contreras (27, 28 y 29 de abril), donde habrá exposiciones que le permitirán a los habitantes de la capital mexicana conocer y degustar lo más representativo de este gran estado del sureste del país. Una gran oportunidad para disfrutar de un “rinconcito yucateco” en la Ciudad de México. 

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