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Qué va primero

Luis F. Lozano Olivares

Luis F. Lozano Olivares

Avvocato del Diavolo

Durante las últimas semanas, después de la gran manifestación cívica en defensa del INE, he escuchado mucha esperanza, pero poco orden en lo que se puede hacer para 2024. Hay gente que oye a una política dar un discurso agresivo y se convence de que ahí es, como si esto se tratara de hablar e insultar de mejor manera. De hecho, eso ha sido y es uno de los peores defectos de nuestra democracia, hemos perdido el sentido del valor de las palabras, porque lo que se dice se exagera o no se cumple.

Por ello quiero posicionar lo que pienso que debe pasar para tener una oportunidad real de ganar la Presidencia en 2024 con un proyecto liberal y capitalista (conste que no he hablado de candidato, eso es al final). Lo primero es eso, el proyecto. Una cosa que los gobiernos populistas hacen y ayudan a la oposición es que divide a la sociedad mediante adjetivos. Es una ventaja que la oposición no toma porque sus incentivos (posición electoral) lo encarecen por considerarse un riesgo. La autollamada “izquierda” en el mundo (ya sabe usted que no me gusta el posicionamiento de izquierda y derecha) se ha dedicado a vender al capitalismo como malo y al socialismo como nuevo a pesar de las evidencias.

La sociedad civil ha demostrado en la marcha y en las elecciones intermedias que está más segura de lo que quiere que los propios partidos de oposición. Al no tener costos para definir un proyecto ciudadano, llamémoslo por su nombre sin complejos: capitalismo liberal, liberalismo de mercado, democracia liberal de mercado, neolibealismo o como sea. No aceptemos la connotación negativa como cierta.

La sociedad civil lleva el liderazgo, los partidos de oposición han sido grises y guangos durante este gobierno, salvo cuando reciben la presión de la sociedad civil. En esos casos, ellos han reaccionado votando en contra de o marchando con la sociedad civil. Esto es una gran lección, la sociedad civil está en la posición de elegir e influir en lo que necesita de los partidos de oposición. Ahora mismo lo que se necesita, en mi opinión, es un cambio en el liderazgo de los tres partidos hacia dos opciones de perfiles. O perfiles maduros que ya no tengan o dependan de un futuro político o jóvenes que, por su energía, quieran tomar riesgos. Las actuales dirigencias partidistas son burocracia pura y dura que tienen el incentivo de flotar para permanecer y seguir viviendo del presupuesto. No es momento de cálculos políticos personales, es momento de riesgos y sacrificio.

Con un proyecto y vehículos políticos alineados podemos hablar de candidatos. Afortunadamente, este país ha generado personas muy preparadas e inteligentes que pueden ser los líderes de este país y no son pocos. Omitiré nombres hoy, pero sí me referiré a que dichos perfiles siempre traen la misma reacción de la gente: el pueblo (¡ojo!, ya nos compramos la narrativa como en el caso del neoliberalismo) no va a votar por ése, es muy fifí (otra vez), no se ve de la gente, los pobres no van a votar por esa persona, etcétera.

Entonces entra la estrategia electoral. México es un país que avanzó muchísimo en sus instituciones y procesos electorales, falta ver la cantidad de artículos en la prensa internacional que describieron al INE como una de las instituciones más sólidas del mundo. Donde no hemos avanzado mucho es en ingeniería y estrategia electoral.

Como reflexión y entendiendo las diferencias del sistema electoral americano, Biden ganó la presidencia a Trump, un hombre populista que dividió a su país entre buenos y malos y que todos los días mintió sobre muchos de los resultados de su gobierno. Ante un Estados Unidos dividido, Biden se concentró en los grises y no en los blancos y negros (no estoy hablando de personas). Los autodefinidos blancos ya no van a cambiar a negros y viceversa, por lo que en los grises es donde se gana. Lo mismo pasará aquí. Concentrarse en espacios geográficos y grupos sociales específicos es donde la elección se va a ganar.

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