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La ideología y su problema

Luis F. Lozano Olivares

Luis F. Lozano Olivares

Avvocato del Diavolo

La democracia liberal organiza la participación política por medio de partidos políticos que son, en teoría, un grupo de personas que se identifican con unos principios e ideales en común. Sin embargo, es difícil creer que todas las personas que participan en política lo hagan por esa verdadera motivación ideológica y no como un vehículo que los lleve al poder solamente.

México es un mal ejemplo en términos ideológicos. Los políticos más destacados del momento han militado en dos o más partidos, lo que confirma mi teoría de que los partidos, más que ser un semillero basado en principios, son un vehículo para llegar al poder. Los propios partidos han abrazado esa idea y se encargan de encontrar a gente capaz de ganar elecciones y no de generar cuadros capaces de gobernar cuando les toque.

Pero la ideología no es sólo un valor inexistente en la política, también es una limitación hasta para las personas más pensantes. La ideología nubla en muchas ocasiones hasta la propia conveniencia. En los países latinos de los dos lados del Atlántico vivimos cegados por una idea de que la derecha es mala y la izquierda buena. Es tan fuerte esa noción que hasta los resultados tangibles se ignoran con tal de abrazar la idea.

Decía el gran filósofo español José Ortega y Gasset que “ser de la izquierda es como ser de la derecha, una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser un imbécil: ambas, en efecto, son formas de la hemiplejía moral...”. Yo estoy de acuerdo con él. Tomar una postura absoluta en esto, como en todo, nos limita de manera suicida.

Yo soy nieto de exiliados españoles que tuvieron que salir de España al terminar la guerra civil española. Mi abuelo era miembro del Partido Socialista Obrero Español y permaneció fiel a sus ideas hasta el fin. Ello tuvo un costo brutal en su vida y las de nosotros, él decidió no volver a España y no pudo, o no quiso volver a ver a su familia o dejar flores en la tumba de su hija María Luisa (por eso me llamo Luis). No lo juzgo, porque también Ortega y Gasset decía que “yo soy yo y mis circunstancias”. La libertad permite que cada quien haga lo que quiera.

Pero el punto es, paciente lector, que la ideología no puede ser un tatuaje que lastime el propio bien de las personas. España está viviendo momentos políticos interesantes donde la ceguera ideológica va a hacer daño.

Pedro Sánchez es un hombre que se aprovecha de ello. Para poder formar gobierno se asoció con lo peor de España. Sus socios viven de tratar de destruir el orden constitucional que le ha dado estabilidad y futuro a España. Los socios políticos de Sánchez tienen como objetivo romper a España; hasta Bildu, un partido político vasco heredero del grupo terrorista vasco ETA (Euskadi Ta Askatasuna), País Vasco y Libertad, es un protegido político del actual gobierno español. No se diga más de los independentistas y golpistas catalanes que también son socios.

El extremo ha llegado al punto que esta semana hubo una moción de censura promovida por Santiago Abascal, político ubicado por todos en extrema derecha. La moción de censura es una práctica parlamentaria que consta de quitar la confianza al gobierno. Pedro Sánchez llegó al poder por medio de una moción de censura contra Rajoy basada en un escándalo de corrupción del Partido Popular, donde Rajoy no intervino personalmente.

Pero la moción de censura de Abascal no tuvo éxito por muchas razones políticas, pero sí desnudó la limitación ideológica. Defender la unidad de España como nación es negociable si quien lo pide es de “extrema derecha y facha”. Vi muchas opiniones de personas que respeto ponerse del lado de los separatistas, golpistas y herederos de terroristas con tal de no estar del lado de Abascal por más razón que tenga. Es preferible, para muchos, apoyar a herederos de terroristas asesinos que identificarse con la extrema derecha, aunque defienda el bien común.

Por ello no creo en las posturas ideológicas, porque a menudo son suicidas.

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