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España como nuestro espejo

Luis F. Lozano Olivares

Luis F. Lozano Olivares

Avvocato del Diavolo

Finalmente, ayer el Tribunal Supremo de España emitió la sentencia respecto al intento de golpe de Estado que se suscitó el 1 de octubre de 2017 en Cataluña, España. Sólo para dar contexto a quien no recuerda esta historia, el gobierno catalán y su parlamento autónomo celebraron una consulta ilegal (¿le suena?) para saber si los catalanes querían separarse de España o no. Como es usual en este tipo de consultas tramposas, sólo participan los afines a quienes las organizan y, con ello, “ganó” el sí. Acto seguido, el gobierno y parlamento catalán aprobaron, en sesión solemne, separarse de España.

Como España es una democracia madura y un Estado de derecho, se iniciaron las investigaciones para deslindar responsabilidades y detener a los inculpados, salvo de uno que valientemente se fugó a Bélgica. La sentencia de ayer condena a los inculpados a penas de cárcel de nueve a tres años. Todo lo que un Estado decente requiere funcionó, un Poder Judicial independiente de los agentes políticos, una fiscalía independiente, una abogacía del Estado preparada y un proceso justo y transparente que brinda certeza a los españoles y extranjeros.

No conozco a ningún mexicano que conozca España y que no vea en ella la posibilidad de México. Cultural e idiosincráticamente son países parecidos que crecieron bajo la noción del hombre fuerte que en España casi siempre fue el rey. Pero España, como otras naciones europeas que son o fueron monarquía, vieron en el sistema parlamentario la manera de no depender de ese hombre fuerte, porque el parlamentarismo divide en más el poder.

Respecto a lo que podemos aprender de lo ocurrido en España estos últimos años es lo siguiente:

La ley no se negocia. A pesar de que el conflicto catalán conlleva un alto contenido político, las instituciones españolas han actuado de conformidad con lo que dicta la ley. La ley, en los países decentes, no se negocia ni se aplica de manera selectiva, si alguien, por más cargo público que ostente, viola una orden judicial, va a pagar por ello, aunque se quiera politizar el asunto. La ley, al contrario de lo que piensan algunos en México, es la única garantía de igualdad en las sociedades desarrolladas. Debemos trabajar más para garantizar ese trato igual en México, pero no hay justicia sin ley. La arena política debe estar dentro de la ley y no al revés.

Poder Judicial autónomo. El actual gobierno en funciones del PSOE ha negociado con partidos independentistas en distintas jurisdicciones, por lo que, de cara a las elecciones del 10 de noviembre, podría tener el interés de que la sentencia del Tribunal Supremo fuera más ligera o más flexible. Sin embargo, por más presiones políticas que existan de un lado o de otro, la independencia del Poder Judicial garantiza la fortaleza del Estado español. Es lo que da certeza dentro y fuera de España. La labor constitucional de los tribunales no es negociable y el Poder Judicial no se politiza.

El desorden se contiene con la Fuerza Pública. A sabiendas de que la sentencia tenía una alta probabilidad de ser condenatoria, era evidente que habría reacciones violentas de los independentistas. Varios grupos violentos se han dedicado a cortar carreteras, tomar el aeropuerto y las estaciones de trenes y manifestarse en las calles de las ciudades. Un día normal en la Ciudad de México. La diferencia es que el Estado español ha utilizado la fuerza pública para evitar que estas afectaciones duren mucho y mitigar así el daño a los terceros. Aquí hay dos conceptos totalmente ignorados o desconocidos por los gobiernos en México. El primero es que, en México, los gobiernos garantizan que grupos pequeños puedan causar daños a terceros; es más, los cuidan. En nuestro país, 15 personas pueden parar Reforma con las totales garantías de que no pasará nada.

El segundo concepto es la fuerza pública y la facultad coercitiva del Estado. El Estado está facultado para usar la fuerza pública para imponer el orden. Si hay que repartir garrotazos y detener gente, para ellos, se hace y ya. Vea usted las imágenes. ¿Es el Estado español un Estado represor? Pues bajo la limitada visión de algunos aquí, sí. Yo quiero vivir en uno así.

 

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