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2021: perspectivas de comercio exterior

Julio Faesler

Julio Faesler

 

Hay dos tesis en comercio exterior que se contraponen. Una marca la conveniencia de abastecer el mercado nacional con productos del país, con lo que se asegura la creación de empleos y cierto grado de autonomía económica. Los lemas nacionalistas, como el Make in India, de Narendra Modi, son los estandartes de esta posición. En México, en los años sesenta y setenta, promocionamos la campaña de Lo hecho en México está bien hecho

Una política distinta coloca al consumidor como árbitro de las decisiones económicas. La completa apertura del mercado nacional, con importaciones sin restricción, le ofrecen la máxima variedad de opciones.

Oscilando entre el nacionalismo y la libertad de mercado, fuimos firmando, a lo largo de los años, muchos acuerdos bilaterales para ampliar las exportaciones de nuestros productos agrícolas e industriales. Hoy día, más del 80% de nuestras ventas fluye por estos canales, donde se destaca muy principalmente el T-MEC, nueva versión del TLCAN, en vigor desde 1994.

La estrategia de desarrollar nuestra economía con la creación del TLCAN fue el camino más efectivo y rápido, el cual conllevaba un gran atractivo económico y, evidentemente, mejor que el de emprender nuestro desarrollo atenidos sólo a nuestras fuerzas.

En la práctica, el TLCAN ha sido provechoso por la entrada preferencial a los mercados norteamericanos. La emigración mexicana es una aportación económica creciente con presencia política significativa. Por mucho que en México el comercialismo de EU contagie modos y giros en el idioma, hemos retenido las características étnico-culturales de textura hispánica e indígena.  

Pero el panorama internacional, tras 26 años transcurridos, nos encuentra imbricados en el proyecto lidereado por EU de hacer del continente norteamericano el eje comercial, energético y financiero más importante del mundo.  Contribuir a esta perspectiva no significa cerrar nuestro horizonte de desarrollo geoeconómico a esa sola opción.

Estados Unidos, aun siendo la potencia más importante, ya no ocupa la posición que tenía y su participación en el comercio mundial ha cedido terreno a China, que crece en logros y perspectivas importantes. 

El gobierno mexicano, en coordinación con las empresas privadas, tiene la responsabilidad de explorar y encauzar esas perspectivas hacia un desarrollo nacional integral. El clausulado del T-MEC no debe limitar nuestro panorama acotando nuestras opciones de realizar otras posibilidades de intercambios para nuestros productos y servicios.

La cláusula 32.10 del nuevo tratado trinacional nos obliga a buscar la autorización de nuestros dos socios para firmar un acuerdo con cualquier país que no se rija por el sistema de libre mercado. Esta redacción tiene como destinatario claro a China, país con el que ya estamos realizando operaciones de comercio con proyectos que están en marcha. Vista así, la intención de consolidar la hegemonía de EU compromete nuestro desarrollo a las dimensiones de dicho esquema.

Son conocidas las compras de equipos de transporte urbano y de vacunas que hemos realizado y más proyectos de obra pública pueden venir. El creciente intercambio comercial con China tiene facetas, sin embargo, que no coinciden con nuestras prioridades, Es el caso de la desordenada importación de ciertos artículos chinos como llantas, ropa y calzado deportivo, aparatos varios  que por sus bajos precios perjudican a los productores mexicanos. Se requiere un diálogo franco con las autoridades de Beijín para fijar las normas que faltan.

Nuestra comunicación con una China que crece y que recién creó la gigantesca asociación RECEP, la cual reúne a 15 países asiáticos y que abarca el 50% de la producción mundial, es de interés para los empresarios mexicanos no por simple comercialización y distribución de sus artículos de bajo precio, sino también para recibir inversiones y tecnología y con ello montar nuevas manufacturas en nuestro país.

Por otra parte, la presencia China en Latinoamérica está en sus acuerdos con Perú y Chile. Además, las inversiones que realiza en proyectos de infraestructura de energía y transporte en Brasil, Ecuador, Chile y Bolivia anuncian más propuestas. Es en esa región cuya visión bolivariana y vasconcelista llegó hasta inspirar al mercado común ALALC. Con nuestro continente, Asia y Europa, forman parte de la tarea para impulsar nuestra evolución socioeconómica con todo el mundo.

Esta es la ruta que nos corresponde por destino transitar para situarnos como miembros de pleno derecho y participar en las decisiones mundiales. En 2021 nos enfrentaremos a disyuntivas que incidirán en nuestra personalidad económica y cultural frente al mundo. Tener éxito depende de nuestra capacidad e ingenio para mantenernos abiertos a toda circunstancia que beneficie el bienestar de la población.

 

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