Viajeros frecuentes
Las momias de Guanajuato, por su fragilidad, no pueden ser expuestas en ferias, foros, rallies y festivales improvisados.
Las Momias de Guanajuato no son alhajas transportables ni pueden ser tratadas como piezas viajeras para ser expuestas, sin criterio curatorial alguno, en ferias, foros y festivales improvisados, rallies y hasta en el pasado Tianguis Turístico, donde no sólo queda mal quien insiste en exhibir la fragilidad del patrimonio en vitrinas huecas, sino también quienes abren la puerta y
aplauden este circo de atrocidades en pleno siglo XXI.
Parece ocioso insistir, pero las momias del panteón municipal de Santa Paula no deberían ser equipadas con piezas prehispánicas de jade y barro para ser llevadas de una sede a otra. Al hacerlo —sin un guion museográfico y sin considerar bases científicas para su conservación—, la autoridad local que encabeza Alejandro Navarro Saldaña no sólo evidencia su obstinación, sino manifiesta, de forma tácita, que lo menos relevante para el municipio es el patrimonio cultural, pues hasta el momento, y pese a las pruebas aportadas por los especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), no existe un estudio que justifique la pertinencia de una itinerancia reiterada.
A estas alturas, hacer oídos sordos sobre el diagnóstico preliminar de expertos como María del Carmen Lerma, Israel Lara, Ilán Leboreiro y Leslie Julieta Cabriada sólo demuestra que el traslado de las momias es un acto de tozudez sin fundamento.
El tema ha sido ampliamente informado por Excélsior desde mayo de 2020, cuando Paloma Robles, extitular del Museo de las Momias, denunció malos manejos en la administración del recinto, de los restos áridos y de una nueva sede (el MUMO) que finalmente no se concretó.
Pero las tensiones continúan y, el pasado 21 de abril, los expertos antes mencionados revelaron la falta de apoyo del gobierno local para concluir el imprescindible estudio de las momias, iniciado en mayo de 2022, que deberá incluir las recomendaciones para conservar, proteger y exponer los cuerpos. Por ahora, los especialistas sólo han terminado la primera de cuatro etapas de investigación (la segunda quedó al 90 por ciento) y afirman que los trabajos están paralizados debido a que la autoridad local se niega a firmar un convenio que formalice la aportación compartida de recursos financieros y las facilidades para finalizar el análisis.
Pese a todo, su primer diagnóstico es demoledor: “Se cuenta con la información para señalar que el movimiento y traslado (de las momias) han sido inadecuados, están afectando la integridad física, provocando su constante y acelerado deterioro”. Además, el grupo mostró su preocupación por el potencial riesgo de salud para quienes las manipulan.
La gravedad del asunto hizo que, un par de días después, Diego Prieto, titular del INAH, manifestara su opinión sobre el tema por primera vez: “No estamos de acuerdo en que (los restos áridos) se conviertan en bienes de comercialización, de turistificación y de disneynificación… Nos oponemos rotunda y definitivamente a su comercialización, a que aparezcan desvirtuados en ferias turísticas y comerciales”.
No obstante, el gobierno municipal de Guanajuato ha adoptado la evasión y acusa una escalada política en su contra, lo cual es falso. Además, en el Congreso local existe una iniciativa para normalizar las exposiciones itinerantes de estas momias.
Ante esto, además de emitir pronunciamientos anecdóticos, el INAH tendría que ser más contundente (por la vía institucional y legal) e implementar mecanismos necesarios para que el municipio no evada su responsabilidad.
Sería ideal que Alejandra Frausto, titular federal de Cultura, se involucrara en este tema, pero su agenda es otra y mantiene un perfil sereno, contrario a lo que enfrentan estas “momias viajeras” que pronto exhibirán daños irreversibles. ¿Quién pone orden?
