Cascarón y grandeza

¿Por qué engrandecer nuestro pasado con una maqueta... cuando podría optarse por algo más duradero, pese a la pandemia?

Nunca he sido afecto a las maquetas monumentales. Es posible que no comprenda su funcionalidad ni su sentido, pero esas imitaciones de gran volumen sólo dan la impresión de una imagen hueca que me recuerda los trabajos con papel cascarón del mundito escolar.

Si acaso, me inclino por los modelos a menor escala, pues al menos permiten observar a detalle lo que no podemos captar a simple vista. Pero esos armatostes de madera, resina, papel y metal, sin importar su hiperrealismo o belleza, se quedan en aproximaciones artificiales que sólo sirven para decorar el telón de una ciudad triste.

Lo comento ante la recreación del Huey Teocalli que las autoridades culturales de la Ciudad de México edifican en el Centro Histórico capitalino para recordar los 500 años de la caída o resistencia (según se prefiera) de Tenochtitlan, anotado para el próximo 13 de agosto, día en que se oficializará el cambio de nomenclatura en la estación del Metro, que ahora se llamará Zócalo-Tenochtitlan.

¿Era vital el montaje de una maqueta monumental para proyectar un videomapping que nos recuerde la grandeza de la vieja cultura mexica? ¿Era necesario replicar una pirámide en una ciudad atiborrada de vestigios arqueológicos, desde Copilco hasta el Cerro de la Estrella y desde Tlatelolco al Templo Mayor? ¿Se trata de un símbolo o de un espectáculo?, ¿es un adorno o el pretexto para una postal chilanga?, ¿es una estrategia para evitar plantones durante la conmemoración o un esfuerzo colosal para mostrar a los ciudadanos el cascarón de un vestigio original que está a 200 pasos? ¿O es falta de imaginación? ¿Por qué engrandecer nuestro pasado con una maqueta que será el escenario para un festival, cuando podría optarse por algo más duradero, pese a la muletilla de la pandemia?

Quizá todo es culpa del granizo y esta réplica sin alma fue el plan de emergencia para evadir la increíble imagen de la techumbre colapsada en la Casa de las Águilas del Templo Mayor desde el pasado 28 de abril. Porque la lógica nos indica que el mejor lugar de la CDMX para recordar el fin del sitio de Tenochtitlan es en el corazón de este sitio arqueológico, que desde hace tiempo necesita más presupuesto para mantenimiento e investigación. Y si el guion fuera la recuperación del mundo prehispánico, los funcionarios culturales estarían más ocupados en brindar presupuesto para el mantenimiento y la investigación en las 193 zonas arqueológicas abiertas al público e impulsar el trabajo en los sitios que están a la espera de ser investigados. Incluso, se contratarían más investigadores, pues hoy el INAH opera sólo con 800 a nivel nacional.

  • OTRA CONVOCATORIA

En junio pasado, la SEP emitió la convocatoria para seleccionar materiales educativos para la Biblioteca Centenaria 2021, en el marco de la Estrategia Nacional de Lectura, con apoyo de la Secretaría de Cultura. Según sus bases, la dependencia adquirirá 200 títulos para formar lectores, de los cuales 40 serán para nivel preescolar, 40 más destinados a primaria, otros 40 para secundaria y el mismo número para docentes y padres. Dicha convocatoria exige calidad editorial, literaria y de ilustración; pero por ningún lado se ubican los recursos a invertir ni el número de ejemplares que serán adquiridos. Lo que sé es que más de 100 sellos y editores ya entregaron sus libros. Ahora sólo resta esperar el fallo para noviembre y saber cuál será el destino de los cientos de materiales no ganadores.

  • MACO OAXACA

Han pasado siete meses desde que los trabajadores del Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca (MACO) denunciaron la falta de pago de sus salarios, pero el problema no ha sido resuelto. ¿Hasta cuándo las autoridades culturales tomarán cartas en el tema?

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